Franco Torchia: “Podemos reírnos de Milei de una manera original”
APU Stream, el programa de la Agencia Paco Urondo que sale los sábados de 11:30 a 14 hs por el canal de Youtube de Gelatina dialogó con Franco Torchia, escritor y periodista, reflexionó sobre la vigencia de los reality shows.
Agencia Paco Urondo: Usted fue la voz de Cupido, en Much Music, que no tuvo muchas temporadas pero perduró en el tiempo.
Franco Torchia: Eso es internet. Es, además, la explosión de Internet en Argentina porque ese programa fue 2001, 2002 y 2003. Los primeros portales son de finales de la década del 90, pero alrededor del 2000, ni hablar 2001, Internet se empieza a masificar con conexiones que hoy nos resultarían imposibles, aunque buena parte del mundo permanece desconectada. Por ende, cuando el programa terminó se fue a vivir a Internet y empezó a crecer. Además, las corporaciones que dominan la web también surgen en esos, años 2005 creo que es YouTube. Estamos hablando del momento de explosión histórica de la web.
Todo eso había surgido en un tiempo en el que, repito, Internet existía, pero no cualquiera tenía conexión, ni siquiera los participantes mismos en buena medida. No teníamos acceso a conocer la cara a alguien a través de un buscador o conocer datos de las personas. Nada de todo eso ocurría y las personas que participaban apenas podían mandar una foto, a veces por mail pero la misma pesaba muchísimo entonces no se enviaba o recibía bien. Era una experiencia pre-internética, ya existiendo. Creo que eso tuvo mucho que ver y también que es un producto que finalmente le sirvió a la fragmentación de la web, a su capacidad viralizadora y su fuerza fragmentadora. Los pedacitos que conocemos, en muchos casos muy mal usados, tergiversados y desvirtuados de su sentido original, descontextualizados, se fueron a vivir a Internet y ahí están.
APU: Hay pocos fenómenos que hayan logrado esa permanencia.
FT: Son fenómenos muy particulares, sin dudas. Pasaron dos cosas. Primero, en ese momento empezaron a ser muy populares los programas de archivos en la televisión abierta. Ya había existido, desde hace unos cuantos años, PNP (Perdona Nuestros Pecados), de Raúl portal, pero después surge TVR (Tele-Visión Registrada) y todos los programas producidos por Diego Gvirtz, como Indomables, y luego Duro de Domar, que vivían del archivo televisivo y de los fragmentos.
Por un lado, usaron mucho Cupido bien y, por otro, muy mal también. Nadie supo soportar nunca de Cupido el hecho de que no hiciéramos casting. La particularidad que tuvo ese programa es esa. Nunca jamás. Toda persona que se anotaba venía, más tarde o más temprano, entre otras razones porque no podíamos ver la cara. No teníamos infraestructura de producción para eso.
APU: Te anotabas y estabas.
FT: Aparecía la gente con su cara. ¿Lo íbamos a dejar afuera? Sin embargo, la televisión de aire, en el momento en el que los realities empezaban a ser muy populares, con la primera versión de Gran Hermano, El bar, etcétera, absorbía eso como una avivada de nuestra parte. “Puso a este que tiene la cara deformada”, no sé qué es eso pero en así la televisión lo exponía. Toda cara es deformada por suerte. En realidad, lo que nosotros hacíamos era lo contrario a lo que hacían los realities. Todo aquel que se anotaba participaba.
Eso para los modos de producción de la televisión de aire era insoportable porque, de algún modo, les estábamos señalando desde el cable, con un peso en presupuesto y sin ningún tipo de aparato de promoción enorme, en el número 56 de la grilla y no en la tira de los canales de aire donde todo el mundo se detenía en el zapping, que era posible otra manera de producir. Eso les resultaba insoportable, a Gvirtz y a la mar en coche.
APU: Hoy, pasó el tiempo, existen las aplicaciones para conocer personas y sigue habiendo personas que se anotan en realities como Love is blind para conocer pareja, muy distinta a la experiencia de Gran Hermano.
FT: Sí, es muy distinta la experiencia. En relación, puntualmente, a la pareja en internet, creo que está agotado. Las apps agotan y fulminan a las personas, no paro de escuchar en este sentido experiencias dramáticas, frustrantes, desgastantes, en algún punto habría que decir enfermizas si tenemos en cuenta cuestiones vinculadas a la salud mental. No me llama la atención. Vengo haciendo notas en mi programa de radio de diversidad sexual –“Francotirador”, de lunes a viernes de 18 a 21hs por Splendid, hace ya doce años- sobre grupos de encuentros de gays masculinos varones. Agotados de todo esto empezaron a intentar conocer amigos, no es una excusa para tener sexo, e intentar socializar. Hacen salidas, hay otro grupo que hace viajes, y me empezó a llamar cada vez más la atención porque sé que se replica en muchas otras partes del mundo.
Además, un chico que tiene creo 22 años hace poco en otra entrevista me decía “no te das una idea lo que es haber sido un gay, en cuya adolescencia, que fue reciente, la única forma de socializar, e incluso de empezar a concebir siquiera la posibilidad de tener relaciones sexuales, es a través de Grinder. Tengo 48 años, obvio que para mí es una experiencia absolutamente desconocida. Hay un agotamiento absoluto de las formas de relación. En principio, como marco general, no me llama la atención la búsqueda de otros canales, de repente, que no sean digitales, pero es una explicación macro-estructural para algo que seguramente tiene otras también.
APU: Eso se replica en otras redes sociales incluso, pensando todo el tiempo lo que hacemos en función de otro que ni siquiera sabemos quién es.
FT: Por supuesto, creo que está trayendo consecuencias gravísimas e incalculables, que todavía no podemos verlas en su integridad. De cualquier manera, desde la década del 60 en la televisión del mundo esto es así en términos de buscar pareja. Hubo grandes formatos yankees, a uno de los cuales, siendo todavía muy niño, fue Michael Jackson. De esos se inspiró en su momento Roberto Galán antes de hacer Yo me quiero casar, ¿y usted? Vio televisión estadounidense, igual estamos ante un creador absoluto pero supo captar muy bien algunas ideas que en la televisión del mundo estaban dando vueltas.
Luego hubo y hay otro montón de experiencias, no deja de ser también, en el caso puntual de los realities en las plataformas, que están muy interesadas en seguir produciendo porque están funcionando muy bien, ese lugar de ficción. No es sinónimo de mentira, al contrario. Tiendo a pensar que la ficción es verdad, en el sentido de que es un producto verdadero que toma y mucho de la realidad o de la no ficción. No me llama mucho la atención en el sentido de que las redes sociales mismas, todo aquello que consumimos en la web en general, ocupa el lugar que en otro tiempo ocupaba la ficción. Por ejemplo, el folletín a comienzos del SXX. Consumimos esos productos, aunque no lo sean, como si fueran de ficción. Consumimos novelas y, en estos casos puntuales, telenovelas.
Además, hay una cuestión que me pasaba cuando hacía Cupido, creo que se ve claramente en Love is blind y creo que hasta lo conversamos en uno de los episodios del debate, que es el hecho de que cualquier persona en el mundo, en situación de intento de seducción y autopromoción, independientemente de las características, es patética. Me llego a ver a mí mismo y me muero. Creo que, en buena medida, todos sabemos que somos patéticos y apelamos a recursos básicos o que en general no usamos para el resto de nuestra vida.
APU: Pasa eso y no lo podemos dejar de mirar.
FT: Para mí todos somos así, lo que pasa es que no nos filma nadie en ese momento.
APU: Hoy ese riesgo con la tecnología está y condiciona.
FT: En el plano de las relaciones, no sé si en el mundo entero porque hay países que no viven así y todavía no experimentan estos cambios, a partir de las revoluciones, si se quiere, sociales, feministas y de los derechos sexuales, a veces uno podría pensar que debería haber modificado nuestros hábitos en este plano. Debería estar funcionando de otra manera y, sin embargo, no. Hay algo embrionario que parece no modificarse nunca cuando intentas conocer a alguien. Me parece que es eso lo que atrapa que, como casi todo en la vida, es mejor verlo en otro que asumirlo en uno mismo.
APU: ¿Considera que hay un segundo “boom” de los realities? ¿Coincidiría con el momento histórico?
FT: Por un lado diría que sí. Una experiencia imborrable para mí fue que el 19 y 20 de diciembre de 2001, mientras el país estallaba, Cupido fue el programa de cable más visto en la televisión argentina. En simultáneo había represión en Plaza de Mayo y estaban todos los medios en vivo desde el lugar, como corresponde. Esa situación siempre me impactó, no lo podía entender. Recuerdo compañeras llorando alrededor, en las oficinas, mirando el resto de los canales y nosotros haciendo un montón de rating con un chico y una chica en vivo a las 6 de la tarde.
Por otro lado, hoy la industria cambió notablemente. Hay una cantidad de pantallas, a esta altura inabordable, está todo infinitamente más diseminado y los volúmenes y las audiencias son otras. No tengo una única respuesta. Sí me parece que lo que volvió con todo con las plataformas, que alrededor de 2005 para mí tendía a desaparecer, es el consumo de productos que todo el tiempo te impongan un desenlace claro. Una secuencia que lleva a otra y a otra final.
Hace muchos años, cuando empezó Netflix a ser súper poderoso, a Lucrecia Martell la asesinaron públicamente porque dijo una cosa que a mí me parece que era atendible. Estamos los que en el mundo de la ficción estuvimos haciendo grandes esfuerzos para intentar que no sea sí o sí cómo empieza algo y cómo termina. Yo estudié literatura, la ficción es otra cosa. No es nada más que Las mil y una noches o las aventuras de El Quijote. A veces no tiene fin ni lógica, ni una explicación concreta, ni por qué ser la tensión permanente estructurada en torno a lo que va a pasar. Las plataformas impusieron de vuelta la idea de que no te podés perder nada y tenes que consumir un episodio tras otro, aunque pongas pausa.
APU: Con las consecuencias que trae también.
FT: Claro, eso me parece que trae hasta consecuencias mentales, de algún modo, en la población universal. Cualquiera puede decir que Marvel se basa justamente en esto. Sí, no lo ignoro. Me parece que el cine puntualmente, y a veces incluso la televisión, en el mundo venía trabajando en otra dirección. Ahora de vuelta todo está en cómo va a terminar y cuál es el final. ¿Qué es no spoilear? A mí contame todo. No importa cómo termina algo, no veo en un producto nada más que lo que pasa o termina sino otras cosas. Veo cómo está hecho, qué climas tiene, hasta incluso podría decir la fotografía. En general, volvió a importar mucho eso.
APU: La plataformización de los contenidos y de las relaciones lleva a achatar.
FT: Sí, para mí sí. En algunos casos hay una ansiedad permanente. Me parece que la mayoría de las personas son así en este momento. También hay mucho especialista en audiencia en el mundo y es un gran tema de hecho para la investigación académica. En efecto, te dicen que las audiencias se forman o deforman, las vas habituando o deshabituando. No claudiquemos, pueden venir cambios en este sentido. Puede pasar cualquier cosa.
APU: ¿Qué lectura hace de ciertos paralelismos que se suelen trazar entre los realities y la realidad, como por ejemplo la anterior edición de Gran Hermano y políticamente incorrecto?
FT: Gran Hermano primero nunca lo consumí. Desde aquel momento en que se hizo por primera vez en Argentina a esta parte, como cualquier ciudadano de bien, diría Javier Milei, me cruzo con fragmentos momentos, además por mi trabajo estoy obligado a ver. Tampoco es que lo padezco, me genera muchísimo desinterés. Creo, por un lado, que es atendible. Uno podría pensar que hay emergentes ahí, y que los hubo hacia atrás en su historia, muy surgidos del contexto histórico, del momento político, del clima ideológico, etc.
Por otro lado, hay personajes, como suelen ser los ganadores, que son una expresión, en ese sentido, de la falta total de conexión con el contexto. ¿Quiénes ganan Gran Hermano? Personas que han sabido jugar bien, que fueron de estratégicas, tejieron bien las redes y sobrevivieron, eso en relación a las reglas del juego. En relación a lo que esos personajes expresan, adhesión al público y apoyo popular, en general son, uno podría decir, hasta insignificantes y eso es sintomático en ese formato. ¿Quién ganó la última edición? No sólo no nos vamos a acordar, o sí porque fue muy reciente, pero vamos a poder constatar que no es expresión de nada esa persona.
APU: Distinto en relación a Juliana Scaglione, más conocida como “Furia”.
FT: Es raro porque, por un lado, reivindica el juego por el juego en sí mismo. En torno a Furia la discusión era cuán violenta es ella y ese mensaje. La empresa misma, y muchas de las personas que toman decisiones, respondían que se fijen después quién iba a ganar. Esos personajes son todo lo que son, pero nunca ganan. Es un punto, hay algo ahí inquietante que nos obliga a repensar mucho ese formato.
En lo que no estoy de acuerdo de ninguna manera con ningún reality, nunca lo estuve, es con el hecho de que cómo está en la calle tiene que estar en la televisión, como si el trabajo de la comunicación fuera una fotocopia. Si hay una Furia por metro cuadrado en este momento por qué no tiene que haber una en un programa exitoso. No creo que funcione así la comunicación porque es una lógica que nos llevaría a la reproducción de los peores males sobre el planeta. Es un razonamiento hasta falaz. Ahí la estrategia de defensa de la empresa se vuelve muy débil y a la vez irresponsable porque para algo sos una empresa y te dedicas a la comunicación. No tenés que sacarle una fotocopia a una tempestad por el hecho de que está azotando a la población.
APU: ¿Y qué hacer?
FT: Trata de hacer de la tempestad algo problemático y analítico, o acompañala mientras la comunicas, en el sentido de cuestionar e interrogar. Claro, esto no ocurre y es la parte que a mí también más me cuesta porque no creo que tenga que ser así.
APU: Por último, está haciendo teatro con “Como nunca… otra vez”.
FT: Sí, estoy feliz porque estamos haciendo café-concert. Fue un género glorioso del teatro argentino, hecho en la década del 60. Por ejemplo, por Carlos Perciavalle, Antonio Gasalla, Enrique Pinti, Edda Díaz, Nacha Guevara y gente sumamente importante en la historia del espectáculo argentino, pero hacía muchísimo tiempo que no se hacía. Tiene la particularidad de ser un show musical, nosotros tenemos a un extraordinario pianista como Diego Penelas, y tener una serie de sketchs más bien de tono revisteril, como el viejo teatro de revistas en Argentina pero en lugar de una vedette mujer con la primera vedette hombre del país, que es mi compañero Juan Mirabelli, y yo, que hago las veces de capo cómico o “capocrónico” como le decimos en nuestro espectáculo.
Estamos contentísimos, nos quedan dos viernes. Estuvimos todo noviembre los viernes a la medianoche en el Teatro Picadero. Se puede subir a la sala con trago en mano y hay 2x1 con la entrada. Tiene fuerte humor político. Hasta donde tenemos registro, y lo puedo asegurar en realidad, no voy a pecar de modesto porque es un poquito en vano, es el único espectáculo que hace humor político con Milei. Hay mucho miedo, muchísimo resquemor. El director Alejandro Tantanian y la enorme escritora de los textos, Liliana Viola, no lo tienen y evidentemente ni Juanpi ni yo tampoco.
Estamos haciendo un humor político sobre Milei cuando parecía que no nos podíamos reír de este año de gobierno. Creo que, como nunca, demuestra que nos podemos reír del mileismo de una manera original, no de Lilia Lemoine. Estoy hablando de otro artefacto, con otras estrategias, y estamos re contentos. Las entradas están por Plateanet. A los teatros no dejan subir con un trago a la sala, pero el Picadero con nosotros hizo una excepción porque entendió que la gente, si ese espectáculo lo acompañaba con un trago en la mano, lo iba a vivir mucho mejor. Mandamos a hacer unos vasos divinos, que tienen nuestro logo, y la gente sube a la sala. Viernes 6 y viernes 13 son las funciones que nos quedan. Volveremos, pero si no nos mandan presos antes.