Mentira no es verdad: sobre las declaraciones de Ana Gerschenson en Revista Noticias
Por lxs ex directorxs despedidxs por el macrismo*
Es conocido que el jerarca nazi Joseph Goebbels aconsejó aquello de “Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá.” Tiene una indiscutible actualidad, en tiempos de posverdad. Sin embargo, desde este nuestro lugar, nos atrevemos a agregarle un axioma: no por mucho repetirla, una mentira se convierte en verdad.
La afirmación es por las declaraciones que realizó recientemente la directora ejecutiva de Radio Nacional, Ana Gerschenson, en una entrevista en la revista Noticias.
Otra vez Gerschenson incurrió en difamaciones a varias personas que integramos la planta de Radio y Televisión Argentina Sociedad del Estado (RTA SE), personas que dirigimos radios nacionales instaladas en las provincias y que éramos empleadas de planta de la empresa, personas a las que la gestión que integra Gerschenson despidieron, por la única razón de haber integrado las “capas geológicas del Estado” y “haber sido directores de la gestión kirchnerista”, según las esclarecedoras (por lo retrógradas) expresiones que usó en su momento el titular del Sistema de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi.
Hay inexactitudes, imprecisiones, mentiras, bah, en las declaraciones de Gerschenson, pero nos detenemos en las que nos tocan directamente. Tras preguntarle sobre la no renovación de contratos artísticos con los periodistas Roberto Caballero, Carlos Barragán, Cynthia García, Nora Veiras y Jorge Halperín, entre otros, la entrevistadora le requirió: “¿También dio batalla contra ex directores de radios del interior que, en puestos movileros, seguían ganando lo mismo?”: “Sí, exactamente. Yo me guío mucho por el sentido común y eso era lo mismo que si el día que termine (sic) mi gestión, me quedo (sic) en un móvil y con ese sueldo, no corresponde”, respondió Gerschenson. Una mentira, que sumada a otras mentiras, no construyen una verdad, por más que (hay que reconocerle) la actual conducción de RTA SE, y del Sistema de Medios Públicos en general, se esfuerza en acumular falsedades.
Los ex directores y ex directoras que seguíamos trabajando (porque éramos empleados de planta) no cobrábamos el plus de directores cuando dejamos de serlo, como muestran nuestros recibos de sueldo. Y las funciones que desempeñábamos una vez que dejamos las direcciones no fueron decididas por nosotros, sino por el presidente de RTA, Miguel Pereira.
¿Por qué Gerschenson miente? No lo sabemos, sí sabemos que lo hace a conciencia y que no tiene intención de revisar las falacias sobre las que se sostiene. De otra manera podría mirar nuestros recibos de sueldos, o hubiera escuchado a ex directorxs trabajadorxs despedidxs, como María Itumelia Torres, que se acercaron a hablar con ella cuando acompañó a Lombardi y al presidente de RTA en la triste presentación que realizaron en la Comisión Bicameral de Seguimiento de Medios Públicos. Mientras Lombardi repetía sus prejuicios y falacias (suelen ir de la mano), Gerschenson se limitó a poner la cara (de piedra) y a retirarse sin decir una palabra, sin admitir un intercambio.
No hay que restarle mérito a la mentira. Mantenerla demanda un esfuerzo. Por ejemplo, en este intercambio de pregunta y respuesta Gerschenson desmintió a su jefe Lombardi, quien ha afirmado que lxs despedidxs no somos periodistas (es verdad que no todos lo somos, pero la mayoría sí lo somos). De hecho, en la indemnización que la administración de Cambiemos abonó (que no es la establecida por ley) no se nos reconoce tampoco como periodistas. Sin embargo, Gerschenson admite ahora que cumplíamos funciones de periodistas (el ser movilero es una actividad propia de periodistas).
Los términos “mentira” y “falacia” le caben al discurso de Gerschenson. Una de las acepciones de mentir es expresar algo contrario a lo que se sabe; y una falacia es un engaño, un fraude o mentira con la que se intenta dañar a alguien. Las definiciones vienen como anillo al dedo a los dichos de la directora ejecutiva (y también a los de Lombardi), porque, ¿qué otra cosa puede buscar Gerschenson sino provocar un daño a lxs ex directorxs despedidxs? Ya nos despidieron, ya desarmaron la programación de las radios, ya centralizaron sus contenidos (mientras repiten como un mantra que ahora sí la radio es federal), ya perdieron importante audiencia, ya la infraestructura está en decadencia. En este contexto de daño general a la cosa pública es que se guían sus palabras, nos atacan (ella y quienes hoy conducen los medios públicos) para avanzar en el ajuste y el achique del Estado, por lo que representamos, porque con aciertos y errores formamos parte de un equipo de trabajo que revalorizó los medios de comunicación estatales, desde el reconocimiento de un pago justo por el trabajo en ellos a la recuperación y mejoramiento general de la infraestructura y la incorporación de contenidos.
Y Gerschenson nos ataca porque no es lo que se describe, una periodista profesional “sin militancia política” (toda una definición política), sino lo que es, una periodista con (cuanto menos) una mente profundamente colonizada y poco apego por la realidad. Ella adscribe, a juzgarla por sus dichos (y por la radio que está haciendo), a ese lamentablemente cada vez más amplio espectro de periodistas que no permiten que la realidad les arruine una historia deseada.
Hay otros aspectos de las declaraciones de Gerschenson que merecen unos párrafos. Uno es el uso de términos que refieren a la violencia: dos veces en la entrevista afirmó que la radio está “pacificada”. Es decir, ella llegó cual ángel divino a establecer la paz a un lugar donde antes había guerra o discordia. Ella es quien nos reconcilia. ¿Habla en serio Gerschenson cuando dice “la radio está pacificada”? Más bien suena a joda. Y sería para la risa, si no fuera por la gravedad de aquello de la posverdad, la apelación constante a las emociones, para que las mentiras entren por la ventana.
“¿Nunca en lo que va de la gestión le sugirieron una línea editorial?”, pregunta la entrevistadora. Respuesta: “No, ¿sabés que no? Yo respondo por el aire y si vos ponés la radio, vas a escuchar a periodistas hablando sobre todos los temas y entrevistando a todos, de un lado y del otro. Si antes había periodistas militantes, ahora hay militantes pero del periodismo”. Obviando el hecho de que entre lxs periodistas que “no tienen la camiseta de algún partido político puesto” nombra a María Laura Santillán (por citar un ejemplo), Gerschenson participa (otra vez, desde una postura profundamente política) de la estigmatización a la militancia política, a la que emparenta con el fanatismo, sin más fundamentos. Hay que ser acomodaticio, no afiliarse nunca a un partido político y más todavía: no expresar jamás un pensamiento o una acción contraria al discurso dominante, y si no se cumple con estos preceptos se cae en la categoría de militante fanático (y militante y fanático son dos términos que van, ya se sabe, con kirchnerismo), es el planteo de Gerschenson.
Luego lanza otra falsedad, muy reiterada por lxs actuales directorxs de las radios en las provincias: “Cuando llegué, había una supuesta programación federal pero no se escuchaba en ningún lado, porque se pasaba lo mismo en AM y en FM, algo totalmente contrario a la ley de medios”. Falso. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (atacada vehementemente por la administración Cambiemos) no establece que las radios de las provincias deban repetir contenidos de la Radio Nacional instalada en Buenos Aires. También es falso que las radios nacionales del país no se escucharan. En muchas radios se replicaba la programación de AM por la señal de FM por dos razones: por un lado, lxs trabajadorxs eran (y siguen siéndolo) insuficientes para producir contenidos para dos frecuencias diferenciadas, y por el otro, porque en la ciudad lxs oyentes escuchan más FM que AM, y viceversa en el campo, entonces se cubría el espectro de esta manera. ¿Reproducir Radio Nacional Buenos Aires en las provincias? Sí, algunos programas (como el panorama de noticias, que siempre fue una producción nacional, con todas las emisoras, y siempre se transmitió en cadena), no toda la programación. El 60% de la programación de las radios de provincias debe ser de producción propia. Eso dice la ley, pero de eso la administración de Cambiemos no se acuerda, como no se acuerda de otras disposiciones de la LSCA.
Gerschenson habla también de reconstrucción de la credibilidad de la radio del Estado. Se entiende, por aquello de que antes estuvieron lxs fanáticxs que arruinaron la radio. Curioso perjuicio ese que mejoró la infraestructura, los contenidos y logró recuperar audiencia. Claro que no se agota aquí esta discusión, pero no es con falsedades como se va a empezar a “recuperar” la radio estatal y se va a iniciar la construcción de la Radio Pública.
Para el final, una perlita. Dice Gerschenson que ante la crisis en los medios y el hecho de que haya tantos periodistas en la calle, siente (ese verbito) que “los que tenemos la suerte de tener trabajo, tenemos que cuidarlo”. Mira vos.
*Pablo Zamorano, Jorge Ramírez, Elena Corbalán, Carlos Méndez, María Itumelia Torres, María Eugenia Cisneros, Martín Illanez, Ariel Loreto, Lorenzo Hernández. Federico Sánchez, Pablo Ferrero, Claudia Rus, Omar Turconi, Wences Rubio, Matías Ciampini y Carlos Echeverría