Culebrón Nisman: ¿Ahora D´Elía y Esteche?
Por Matías Bustelo
La mentira de Clarín o la verdad del campo popular. Así podríamos resumir la lectura que Fernando Esteche y Luis D’Elía, líderes de Quebracho y Miles respectivamente, realizaran en conferencia de prensa el viernes pasado en la sede nacional de esta última fuerza política. Este evento, dará que hablar a la prensa largamente, como ya lo hizo en los mentideros, en el marco del largo culebrón que inauguró la muerte del fiscal Nisman, encargado de llevar adelante, infructuosamente, el esclarecimiento del atentado a la AMIA desde demasiados años antes de que una bala le segara la vida, en enero del 2015. Conviene tomar nota de lo que allí se dijo.
“Fernando no ve bien y yo tengo problemas de peso, mal podríamos hacer algo en términos militares”, aclaró Luis D’elía para desmentir las acusaciones del ex funcionario de los servicios de inteligencia argentinos (y acaso de otros más), Jaime Stiuso, quien horas antes lo había denunciado mediáticamente, junto a Esteche, de ser partícipes del crimen de Nisman, hasta hace poco presumido un suicidio. Por esas manifestaciones del ex espía ambos dirigentes populares habían hecho la convocatoria. Y por una nueva, que se incorporó a los planteos ese mismo día: el diario Clarín había publicado, bajo firma de Julio Blanck, que tanto D’Elía como Esteche protagonizaron escraches contra el fiscal acusando, como de paso, de “antisemita” y “proiraní” al propio D’Elía.
Desmintió rotundamente D’Elía estas declaraciones apuntando: “ni Fernando ni yo jamás fuimos a la casa de Nisman”. Antes había apuntado más alto: “acá lo judicial poco importa y esto se parece, cada vez más, a un esquema de represión de baja intensidad”. Expresando, estimamos que con bastante claridad: “los medios oligopólicos, pro oligárquicos, pro imperiales; la Justicia macrista y fundamentalmente (Mauricio) Macri; con el apoyo de sus nuevos aliados internacionales como él acabó de definir en el parlamento, hace pocas horas, que son Estados Unidos, Gran Bretaña, Israel, la OTAN, han decidido encarcelar a muchos dirigentes”. Y caracterizando así al presidente argentino: “se piensa a sí mismo como el gran comisario del continente, que viene a ordenar el patio trasero; es una especie de virrey de derechas que quiere mostrar ante Obama y ante los líderes de Occidente, que él tiene autoridad y maneja”.
La trama de prensa
Sostuvo D’Elía, luego de refutar a Blanck, que las estrategias mediáticas en su contra, junto a otras (entre las que contó el reciente allanamiento judicial al domicilio del líder brasilero Lula Da Silva), son “el anuncio de que han decido avanzar en la demonización y en su proyecto”. Advirtió: “probablemente en unos días, Fernando y yo estemos presos, pero en realidad van por Cristina (Fernández de Kirchner)”. Pero “se olvidan que hay un pueblo”, espetó y le sumó: “se olvidan que a Cristina la despidió un millón de personas”, dicho lo cual, recordó el Argentinazo del 19 y 20 de diciembre del 2.001.
“Su plan no cierra sin represión, sin cárcel, sin persecución”, “somos gente de paz, trabajadora, no creemos en la violencia como salida” y “el pueblo es como el agua, tarde o temprano encuentra su cause en la historia y no hay tirano que lo detenga”, había sostenido, peronistamente, Luis D’Elía poco antes que Fernando Esteche aseverara que los dichos de Stiuso forman parte de una “maniobra del gobierno nacional, que involucra a altos personajes del gobierno nacional, como Lilita Carrió, Laura Alonso y Patricia Bullrich”, a las que definió como “Brutus en el sentido cesariano, como aquel que pensó que matando a un senador resolvía la cuestión de la dominación y provocó todo lo contrario”.
“Todos estos personajes tienen otros patrones, que tienen que ver con la CIA; que está probado, como Nisman, que eran parte de una misma banda” y “reportaban a la embajada norteamericana”, dijo el líder de Quebracho para luego puntualizar que a las palabras de Stiuso “sólo las pueden creer los fascinados en términos de la psicología, aquellos que necesitan una respuesta, no la verdad, simplemente una respuesta, para sosegar su inquietud”.
Esteche recordó que el extinto fiscal circulaba “en un auto de la CIA” y que la bala asesina fue disparada por “un arma que se la prestó un servicio de inteligencia”. “Nada tiene que ver la verdad mediática con la verdad histórica”, fue su didáctica expresión para enfatizar después: “Laura Alonso probadamente es empleada de Paul Singer”.
Además, puntualizó que el despliegue de este drama político de visos internacionales se da para que la ciudadanía no perciba la “entrega nacional que están haciendo en el Congreso entre los macristas y los traidores” y, señalando a Nisman, que “la muerte no santifica”. “Nisman, Beraja, Menem, Corach, Stiuso, son los que produjeron el encubrimiento a la AMIA”, latigó y recordó que el espía estuvo “35 años haciendo operaciones de inteligencia, espiándonos”.
El principal difusor televisivo de Clarín, Canal 13, estaba entre los medios presentes. A la pregunta de ese canal de TV sobre por qué el tan vilipendiado Stiuso fue, también, parte de los servicios de inteligencia de los gobiernos kirchneristas, D’Elía soltó esta explicación: “la política está ligada íntimamente a la correlación de fuerzas”, recordando que “nuestro amado Néstor Kirchner accedió al poder con el 22 por ciento de los votos” y que “fue el kirchnerismo el único de todos los gobiernos de la democracia que con, Cristina Fernández de Kichner, tuvo la valentía de cortar la cabeza de la víbora”. Describió a este como “un gesto deslumbrante de Cristina” y postuló: “malo sería que Macri volviera a darle a Stiuso el lugar que había perdido, creíamos que para siempre, en la democracia de los argentinos”.
La trama de la muerte
Fernando Esteche dijo no tener “ni idea” sobre el trágico final de Nisman. “No sé si se suicidó, no sé si lo mataron”, fue su énfasis al respecto. Pero dio la nota: “no me cabe duda que su muerte es consecuencia clara de la denuncia que le hicieron hacer”.
“En la medida que Stiuso sea la fuente de la verdad, no vamos a saber nunca qué pasó con la AMIA, con la Embajada ni con Nisman”, sostuvo y le sumó una frase sin aparente destinatario: “pusimos las gallinas en manos del zorro”. “Esta maniobra está en el marco de una batalla de los que dominan el mundo, que pretenden la depredación y el saqueo”, adujo y dio a entender que desde el lado de los Nisman, los Stiuso, los Lagomarsino, los CIA y los clarinistas en esa batalla, los tiros vienen “a favor de los del caos y de la guerra”.
La trama de Medio Oriente
Desde que grandes medios de comunicación argentinos se sumaran al coro internacional dedicado a vilipendiar al Estado iraní (como a veces al pueblo y la cultura iraníes), hablar de Irán en la Argentina es hacerlo de la AMIA y la Embajada de Israel en Buenos Aires. Quizá en respuesta a esa relación, D’Elía, antes de hacer su defensa del país asiático, habló de los atentados terroristas contra esas instituciones: “si hay algo que se merecen los familiares de las víctimas de la AMIA es memoria, verdad y justicia”.
“El expediente AMIA está contaminado de política internacional, que no tiene nada que ver con la memoria, la verdad y la justicia”, remarcó después, resaltando que él, cuando preguntara al canciller de Irán si los iraníes tuvieron responsabilidad en el atentado, recibió del funcionario esta tajante respuesta: “tenemos una relación de 100 años con Argentina”. En ese plan, enumeró que Irán fue el segundo socio comercial argentino en Asia durante los gobiernos de Perón, que cuando la guerra iraní contra Irak (a la que denunció fraguada por los Estados Unidos) la Argentina de Raúl Alfonsín fue el principal proveedor de armas de Irán y que “lo que sería la avenida Corrientes de Teherán, se llama Avenida Argentina”.
“Irán formó parte de un operativo de demonización”, recalcó el líder de Miles y que hoy, mientras tras los acuerdos del G5 más uno (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia más Alemania) las naciones occidentales se preparan a “destrabar el embargo contra Irán en los bancos de Estados Unidos y europeos por 185 mil millones de dólares”, el nuevo presidente argentino tiene un “reloj que atrasa”, por lo que está pensando, como Donald Trump, en un esquema de guerra fría”. Y diferenciándose de este candidato a presidente de los Estados Unidos por el Partido Republicano, vivó a unos de los candidatos demócratas: “ojalá que gane Bernie Sanders”.
Al periodista de Clarín que desde el matutino había mentido sobre él, D’Elía le dedicó esta invitación: “andá a la mierda Julio Blanck”. Y una acusación: “sos amigo del imperialismo, de la oligarquía, del sionismo”. A Stiuso lo definió como “operador del sistema internacional” y, menos desafiante y más irónico, ilustró a los presentes recordando que el general Perón había tenido reuniones en París con el Ayatollah Khomeini, en las cuales el argentino le había compartido alguno de sus métodos al iraní. “Khomeini aprende de Perón a conducir el movimiento islámico con la cinta grabada”, dijo en ese sentido. Y volvió a dirigirse al periodista de Clarín: “Blanck, sueño con poner una foto, acá, de Khomeini con Perón”.
Y a la luz de sus experiencias de vida en ese país, reivindicó a Irán desde la diversidad religiosa y dijo haber estado él mismo “rezando en las sinagogas judías de Teherán” y compartiendo con las minorías zoroastriana y católica de ese vasto territorio en Medio Oriente. “No nos dejemos embaucar”, recalcó.
La trama de miedo
Si Esteche había dicho, advirtiendo sobre la próxima visita del presidente estadounidense a nuestro país, que “la presencia de Obama en Argentina atenta contra el tratado de no proliferación nuclear”, nada raro tiene entonces su afirmación previa: “tengo miedo de caer preso”. “No soy un gallito cocorito, pero aceptaré el destino que me toque”, declaró afirmando que “lo único que ha guiado nuestros pasos es la justicia” e informando a los argentinos: “sepan que no contamos con guita de empresarios y no nos da vergüenza decir que a veces pedimos guita para que nos hagan el aguante de ir a alguna marcha”.
Dijo Luis D’Elía: “venimos de la escuela donde el miedo es un tema de debate permanente”. Ello lo llevó a reflexionar sobre su intervención coronaria, de la que mostró la herida en mitad del pecho. “O te operás o te morís”, le habían dicho los médicos. “Le estaba mirando los ojos a la muerte”, había pensado. Pero había resuelto: “si me tengo que morir, que sea en la ruta”. “Preferimos morir peleando”, dijo el dirigente, memorando sus tres días de trabajo con Fidel Castro, con quien habló del Granma en la Alegría del Pío. Entonces manifestó: “eso es lo que tenemos que tener, las de Fidel en la Alegría del Pío, las de Néstor el día que asumió”. Y pidió “pintar en todos lados, ‘luche y vuelve’”.