Encuentro patriótico: organizar la militancia para la liberación nacional
Por Encuentro Patriótico
Situación Internacional
“La verdadera política, es la política internacional”
Juan Domingo Perón
Suele utilizarse a la Pandemia como argumento para justificar cualquier tropelía de las que acometen los que mandan en el Mundo o en nuestro país. Lo cierto es que la pandemia no hizo otra cosa que profundizar y acelerar las inercias que venían manifiestas anteriormente y que redundaban en mayor concentración de la riqueza y mayor financierización de economía en desmedro de la producción real. Marca también una declinación de la hegemonía atlantista y el surgimiento de la multipolaridad.
Multipolaridad es la nueva era que anuncia distintos polos de desarrollo económico, comercial y equilibrios mas estables en lo militar. China y Rusia, el Sur global, las potencias regionales como Irán, Turquía, son expresiones de este nuevo equilibro global.
Ucrania puede ser la primer gran derrota del atlantismo ante el multipolarismo; puede convertirse en la derrota de la vieja táctica de guerra económica en un mundo que mira hacia Asia y el Sur Global despreocupado del dólar y de occidente. La guerra económica es un dispositivo que lejos de anular las capacidades de los países asediados, disparan condiciones que permanecían en latencia y crean nuevas situaciones probablemente irreversibles, la cuestión de la divisa de cambio es un claro ejemplo. Esta táctica que horada la globalización, también lo hace con el dólar como moneda de reserva, medio de pago, unidad de cuenta y moneda global. Es el fin de la hegemonía del dólar que se iniciara en 1971. Las sanciones han redundado en actos de pillaje con robo directo de las reservas soberanas en oro (Venezuela) o divisas (Rusia, Irán) de parte de los Estados Unidos y sus aliados.
La batalla de Ucrania altera el orden económico y geopolítico mundial porque cambia el comercio de energía, se reconfiguran las cadenas de suministros, se fragmentan las redes de pago y los países reconsideran las tenencias de dólar como reserva.
En Nuestraamérica, sumergida hoy en una neo-colonización creciente, los países productores de alimentos y demás comodities, enfrentan una oportunidad enorme de crecimiento económico. Esto los fortalece en cuanto a la posibilidad de pensar una re-creación de un emblocamiento regional autónomo que incorpora nuevamente a Venezuela y a un Brasil que deberá resolverse entre el multipolarismo de su alianza estratégica BRICS o su sumisión al atlantismo. ¡Es una oportunidad inigualable para el Sur!
Entre el amplio haz de dispositivos de condicionamiento político con los que trabaja el imperialismo, tenemos el neogolpismo combinado con golpes tradicionales; la constitución de nuevas derechas de distinto tipo como el pretoriano pentecostés de Bolsonaro en Brasil o Kast en Chile; o la nueva derecha liberal-conservadora empresarial de Macri en Argentina, Lacalle Pou en Uruguay y Piñera en Chile; el lawfare cuando no las persecuciones abiertas e ilegalizaciones o aniquilamiento de líderes populares; el sabotaje destituyente; y finalmente el transformismo expresado en gran cantidad de los liderazgos denominados nuevos progresismos. Decimos que los progresismos se tratan de transformismo por las persistencias neoliberales al interior de cada país, así como una política exterior de alineación automática al Imperio. Los organismos de Bretton Woods son otro vector de sobredeterminación a partir del endeudamiento que le permite al imperio condicionar las políticas de cada país.
Pero a partir de la batalla de Ucrania que viene a instalar de manera inexorable el Multipolarismo, y en la eventualidad de treguas reguladas de este momento de guerra imperial desesperada, entendemos además que nuestra región de no mediar acciones políticas nacionales antiimperialistas terminará en una eventual “nueva Yalta”, consagrada como espacio e influencia de USA. ES pelear o ser esclavos.
El 13% del planeta, básicamente anglosajón, ya no puede dominar al otro 87% del mundo. El mundo unipolar está siendo fatalmente desmoronado.
Situación Nacional
“La verdadera democracia es aquella donde el gobierno
hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo”
Juan Domingo Perón
Argentina aun atraviesa las consecuencias sociales, políticas, económicas y culturales del proyecto neoliberal diagramado por Videla y Martínez de Hoz junto al Capital transnacional y la embajada yanqui. Este proyecto, encuentra su vértice potente en el gobierno de Mauricio Macri, quien restauró el dogma tras doce años de gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. La administración de Cambiemos estructuró un nuevo piso de dependencia y miseria nacional, que condicionaría a los siguientes gobiernos, independientemente de cuál sea su sello partidario.
Una tragedia social cuya profundidad está cristalizada en niveles de desigualdad insoportables, subordinación política a los intereses extranjeros que imponen los grupos económicos que controlan los resortes hegemónicos del desarrollo nacional, entrega de los controles de gobierno a una tecnocracia dispuesta a ejecutar el programa de las minorías económicas y la peligrosa colonización del pensamiento político, son consecuencias de un largo ciclo neoliberal que atraviesa al conjunto del sistema político.
La organización popular y su resistencia en la calle, la fortaleza del acumulado histórico durante doce años de gobierno de Néstor y Cristina Kirchner y una compleja unidad electoral encausada en el Frente de Todos, logró derrotar en las urnas a Mauricio Macri y recuperar el gobierno para una alianza electoral que, más allá de los matices en sus componentes dirigenciales, expresaba las expectativas de la enorme mayoría del Movimiento Nacional.
No hubo que esperar 2 años y medio para verificar que los anhelos y las expectativas populares, que constituían la esencia de un tácito contrato electoral, iban a estar lejos de concretarse con la agenda política y económica impuesta desde el gobierno nacional.
El acuerdo de reestructuración de deuda con las grandes corporaciones financieras que legalizó y legitimó una parte importante del escandaloso endeudamiento externo del gobierno de Macri, culminó con la vergonzosa convalidación de la estafa edificada por el FMI para subordinar los intereses nacionales y asegurar con ello un nuevo estatuto legal del coloniaje.
El enorme retroceso que significa la reprivatización del Río Paraná, la entrega en cuotas de Vicentín a Glencore, la multiplicación de la sangría que significa pagar intereses a los Bancos por Leliqs y pases pasivos, las políticas de aliento a las inversiones externas, el mapa del extractivismo promocionado en el extranjero, son apenas un conteo de una agenda de gobierno que termina cristalizando un crecimiento en las exportaciones que solo se refleja en abultados balances de los grupos económicos y en ingresos bajos en los bolsillos de trabajadores y jubilados.
Como una mancha en la ética y moral militante, aún permanecen prisioneros de la revancha oligárquica Milagro Sala, y otras compañeras y compañeros perseguidos por haber protagonizado un ciclo de conquistas populares durante el gobierno de Néstor y Cristina.
Las tensiones internas del Frente de Todos están lejos de poder encarnar una seria y verificable tensión en el terreno de las ideas. Parecen más, por cierto y en el mejor de los casos, la expresión de las vergüenzas y desvergüenzas con la que vive cada parte del Frente de Todos el devenir de los acontecimientos. En el peor de los casos, las tensiones apenas disimulan disputas en las pretensiones y expectativas de poder de la dirigencia política, con único horizonte en la contienda electoral de 2023.
Es cierto que las tensiones internas encuentran como excusa cotidiana las críticas sobre una agenda de gobierno que evidencia fracaso por donde se la mire. No es difícil encontrar en cada anuncio de política pública la marca de agua que evidencia su diseño en el extranjero, en las oficinas del FMI o en las dependencias de los grupos económicos que saquean el país. Sin embargo, ninguna crítica se orienta a romper dicha estructura de dependencia, sino más bien, a quién la gestiona.
Mientras la política transita una realidad alternativa, cuatro millones de jubiladas y jubilados viven con 32.000 pesos por mes, más de la mitad de la población económicamente activa no tiene un trabajo formal y los ingresos populares apenas alcanzan para aportar a una economía de supervivencia, todo eso en un contexto inflacionario insoportable en el que sólo ganan los mismos de siempre.
La enorme tragedia social en la que vive una porción enorme de compatriotas amenaza con profundizarse, arrastrándonos a una peligrosa crisis de representación política que pone en cuestionamiento no sólo los liderazgos conquistados en un tiempo cercano, sino los fundamentos de una democracia formal que no satisface las necesidades de nadie.
A esta compleja realidad que atraviesa nuestro país le hace falta convicción, militancia, coraje y patriotismo, para que surja de allí una agenda soberana que ponga en el horizonte de las expectativas populares el destino de grandeza de nuestra Patria y la felicidad común como destino colectivo.
La hora de la militancia
“Solamente los fanáticos -que son idealistas y son sectarios- no se entregan. Los fríos, los indiferentes, no deben servir al pueblo. No pueden servirlo aunque quieran. Para servir al pueblo hay que estar dispuestos a todo, incluso a morir. Los fríos no mueren por una causa, sino de casualidad. Los fanáticos sí.”
Eva Perón
Este Encuentro Patriótico nace convencido de que la construcción de una voluntad política colectiva no tiene sentido si no se establece una estrategia de poder. Para no ser un rejuntado que responde a intereses de un individuo, o un puñado de dirigentes, es preciso que cualquier fuerza tenga un horizonte estratégico, un sentido de su práctica, una exposición de sus valores y un esbozo de su programa político.
Nos encontramos aquellos que, desde distintas experiencias, abrevamos en el nacionalismo popular revolucionario. Venimos a aportar nuestro grano de arena, en éste momento de la historia, para seguir enarbolando las banderas de la larga lucha de nuestro Pueblo por la liberación nacional.
La soberanía política, la independencia económica y la justicia social, no son apenas las banderas históricas de aquella revolución inconclusa que sigue significando el peronismo para nuestra historia, constituyen también un horizonte estratégico.
En la gran misión de soberanía que tenemos en éste tiempo, la necesidad de recuperar lo nuestro se hace herida abierta cuando vemos en Malvinas un enclave colonial de los piratas británicos en nuestro territorio. Allí se cristalizan disputas territoriales de un país bicontinental, sin presencia soberana en su vasto y rico espacio marítimo -63% de la extensión nacional-, y se verifica en nuestro mapa que la Antártida y las Islas del Atlántico Sur son disputa presente y pelea de futuro. La recuperación de las islas y el mar, se traduce en la efectivización de nuestros derechos sobre la Antártida.
Urge poner en el centro del debate político el control de los sectores estratégicos del quehacer político nacional para recuperar soberanía. En este siglo XXI, y luego de sufrir en carne propia las nefastas consecuencias de su administración en manos de los grandes grupos económicos que siguen órdenes foráneas, debemos discutir la reconstrucción de las Fuerzas Armadas, las telecomunicaciones, el comercio exterior (acopio y comercialización), la logística y la energía.
En la gran misión de independencia económica se expresa la urgente necesidad que nos marca la hora de nacionalizar el comercio exterior. Unas pocas corporaciones extranjeras son las que exportan la riqueza que produce nuestra tierra y el trabajo de nuestro pueblo. En un tiempo de alza del precio internacional de las materias primas y de alta demanda global de energía, nuestra producción de hidrocarburos y minerales se encuentra absolutamente hegemonizada por intereses extranjeros.
La administración soberana de nuestro comercio exterior y recursos financieros constituyen la vía adecuada para emprender una necesaria planificación económica que transforme este modelo productivo netamente exportador, extractivista y atado a la dependencia al dólar estadounidense, a un modelo de desarrollo nacional, industrial, de economía mixta, recuperando el rol histórico de las empresas estatales argentinas en los sectores estratégicos. Soberanía es crear trabajo digno en todos los rincones de la Patria, con industrialización planificada, desarrollo agrario popular, ocupando con trabajo argentino los territorios hoy explotados por multinacionales extranjeras.
No hay ni habrá futuro posible de justicia social sin una protección de nuestro mercado interno y una política orientada a recuperar los puestos de trabajo perdidos y el salario deteriorado. Tenemos un enorme potencial, como Patria y como Pueblo, si nos disponemos a emprender un proceso de industrialización que sume valor agregado a la producción actual y pueda sustituir el enorme caudal de importaciones vigentes. Hay más de 6 millones de compatriotas que se encuentran sin tarea real en un país en el que está todo por hacerse. Debemos resignificar el concepto de economía popular, haciendo de éste concepto uno que permita multiplicar la riqueza nacional y materializar poder popular en el Estado y todos los sectores productivos, caminando junto al Pueblo hacia la construcción de la Argentina grande que San Martín soñó.
La gran misión de justicia social en éste tiempo es un mandato ético y moral de la militancia patriótica. El dolor social que vive nuestro pueblo, sólo se cura con trabajo y dignidad, con arraigo y vivienda digna, con tierra y producción popular, para diseñar un destino colectivo de buen vivir en nuestra Patria. Ello implica volver a poner en el centro de las preocupaciones de la administración del estado los intereses de las mayorías trabajadoras y darle a las Organizaciones Libres del Pueblo la capacidad de ejercer su rol fundamental dentro de un Proyecto Nacional, para así lograr la tan mentada justicia social y la liberación nacional.
Nos convocamos para pensar colectivamente la Patria que siempre soñamos, liberándonos primero que nada de aquellos debates que sólo intentan disputar cargos ejecutivos o legislativos como si de eso se tratara el Poder. Debemos disputar poder confrontando con una agenda patriótica el posibilismo que se impone como pensamiento único en la desertificación ideológica que atraviesa el Movimiento Nacional.
Pensar el sentido de las banderas a enarbolar requiere un profundo análisis. Configurar un programa que se traduzca en una enunciación de valores y sentidos, no es más que el producto de la práctica de hombres y mujeres que arraigados en las luchas de su Pueblo sienten la necesidad de establecer horizontes que van mucho más allá de los caminos posibles.
Lo imposible sólo tarda un poco más, pero se edifica necesariamente sobre la voluntad de un Pueblo organizado. Nos reunimos para darle profundidad de ideas, potencia territorial y organización popular en la calle para forjar una gran misión patriótica, levantando las banderas de la soberanía política, la independencia económica y la justicia social en éste desafiante siglo XXI.
La Patria es un peligro que florece