Esquina lealtad: crónica militante frente a la casa de Cristina
Quiero dejar por este medio mis impresiones sobre la jornada histórica que vivimos este fin de semana.
Debo decir que hace días nos preparábamos para ir a Parque Lezama, ya que nos enteramos que el sábado 27 de agosto se iban a hacer jornadas de apoyo popular a Cristina en las plazas de todo el país. Finalmente, ya siendo el día, nos informaron que la estrategia cambió y nos íbamos a la casa de Cristina. ¿La razón? Larreta mandó a poner vallas alrededor de su residencia. De esta manera ¿esperaba disuadirnos de ir como fuimos toda la semana o buscaba provocarnos? No lo sé, pero logró lo segundo. Y la reacción era ser muchos más que toda la semana.
Entonces nos preparamos con mi compa May Alhucema y Agus Tessa con unos mates y unas carilinas (ese era todo nuestro armamento), y nos fuimos a hacer el aguante a la jefa de nuestra asociación amorosa y compañera. Decidimos ir en auto porque el cansancio de la vuelta iba a ser grande. Cuento ésto porque al llegar a la zona lógicamente nos costó encontrar lugar para estacionar y el dar vueltas nos dió el privilegio de ver la estrategia policial: toda la zona rodeada de efectivos armados hasta los dientes esperando una orden, cientos de motos patrulla en fila sobre la calle Cerrito. Camiones hidrantes aguardaban sobre Av Alvear y Paraná; camiones celda y coches patrulla, en una cantidad exagerada para el lugar, que es de calles angostas y de por sí encerradas. Todas las calles que circundan la casa de Cristina Fernandez de Kirchner cerradas al tránsito. Toda esta policía es de la Ciudad de Larreta.
Ya bajados del auto y en zona Juncal y Libertad lo primero que sentí es lo de siempre que entro a una de las calles más chetas y caretas de Recoleta: otredad. Pero esta vez, los cantos, los bombos y la alegría del Pueblo, perfumados por los carritos de choripán y patys reemplazaban a las caras amargas y llenas de perfume francés que se suelen ver y sentir cuando caminas por ahí. Así que mi primera sensación se transformó en irreverencia con sabor a pequeño triunfo. El mismo placer que sentí hace dos días cuando pasamos por ahí con May y cantamos la marcha peronista un ratito pero luego seguimos trabajando.
La placita de Juncal y Talcahuano estaba desbordada de gente que cantaba, que se encontraba con amigues. Nadie vino en micros. Todo el mundo llegó por sus propios medios. Se notaba que muchos pertenecen a una clase media laburante porteña. Entre los presentes había madres jóvenes con sus bebés, personas mayores con discapacidades motrices que van desde la necesidad de usar un bastón hasta una silla de ruedas. También había mucha juventud y niñes con su familia. Algunas banderas de agrupaciones sindicales o políticas, pero mayoritariamente éramos "los sueltos", como nos dicen a quienes no pertenecemos a ninguna organización política pero siempre fuimos votantes de Cristina y simpatizantes de sus políticas al punto que nos convirtió en fans (abreviación de fanáticos) de CFK.
Menos de una hora después de nuestra llegada (18hs aprox), pasó una señora vecina del barrio con su perrito al grito de "déjenme pasar! Los odio!" Lo que provocó nuestra carcajada. Una manifestante le dijo "el amor vence al odio" y nos seguimos riendo hasta con ternura por la provocación (de más está decir que si alguno de nosotros hace algo similar cuando ellos se manifiestan, nos linchan, pero mirá qué distintos somos).
Unos segundos después se armó un tumulto sobre Juncal y al mismo tiempo un ruido estruendoso de hierros arrastrándose en el asfalto. Algunas personas sintieron miedo y quisieron correr, pero alguien dijo "tranquilos, están sacando las vallas". Era una de las tantas que rodeaban la casa, y el que venía armando alboroto era el gobernador Axel Kicillof que entraba con los dedos en V y cantando a gritos la marcha peronista. Un grupo lo coreaba y otro le cantaba "Axel querido, el pueblo está contigo". Y al canto de "abran paso, llegó la JP del Pingüino, de Chávez de Fidel. La que lleva a Eva en el corazón y a Cristina en la conducción". Pasamos, ya sin vallas, hasta Juncal y Uruguay, y ahí seguimos cantando y festejando el paso triunfal hasta el frente de la casa de nuestra querida líder. Más tarde supimos por declaraciones mediáticas del gobernador, que no fueron los compañeros manifestantes los que movieron la valla, sino la policía de Larreta que estaba de civil entre nosotros , luego de una negociación entre ambos mandatarios, Kicillof, gdor de la Provincia de Buenos Aires, y Horario Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno porteño y jefe de esa policía.
Lo que pasó después fue lo inimaginado pero sí posible. La policía nos rodeó y encerró. Columnas de efectivos con cascos y escudos armaron un cercado medieval en cada bocacalle. A cien metros de ahí un hidrante arrojaba chorros de agua a los manifesantes que quedaron sobre el ala de Juncal y Paraná. Al ver que no podíamos salir armamos cordones de protección humana. Éramos sólo nosotros agarrados de los brazos, frente a un pelotón de soldados listos para una guerra. Los gases nos dificultaban la respiración y visión pero no nos movimos.
"También vimos cómo los y las policías de civil infiltrados en la manifestación, se colocaban sus chalecos"
Así estuvimos, en esa tensa calma, mientras les cantábamos a la yuta que se organizaba y entraban cada vez en más y más columnas. El "che gorila, che gorila, no te lo decimos más, si la tocan a Cristina, qué quilombo se va a arma" era el más cantado junto a la marcha peronista. Pero también empezó el "Larreta, basura, vos sos la dictadura" a ser repetitivo. Hice algunos streamings con mi celular pero luego se cortaron las señales, así que grabé para subir historias más tarde.
Mi compa resfriada desde ayer y por el efecto de los gases de hoy no daba más, pero no se quejaba. Fuimos Agus y yo los que al verla decidimos abrirnos y buscar agua y más pañuelos para ella y para sacarnos el raspor de la garganta provocado por los gases.
El único kiosco que permanecía abierto estaba manejado por un señor compañero que nos asistió, se indignó y solidarizó por la situación. Mientras nos reponiamos vimos que 100 metros más allá habían más vallas. También vimos cómo los y las policías de civil infiltrados en la manifestación, se colocaban sus chalecos. Señal que se iban a identificar para no ser reprimidos. Señal de que iban a reprimir. Me acerqué a uno de ellos y le dije "¿No se dan cuenta que el que queda mal acá es Larreta? No estamos haciendo nada. Es todo pacífico esto. ¿Qué hacen acá? Váyanse". Él me respondió que sólo sigue órdenes y que era mejor que saliéramos hacia el otro lado de la valla. Un camión hidrante se había posicionado para hacer lo suyo en la esquina de Uruguay y Juncal desarmando el cordón humano.
May se sentía muy mal de la gripe (que no es covid si no, no estaríamos ahí), yo sentía ganas de quedarme pero también de irme. Muy contradictorio. Creo que nos pasaba a los tres. Finalmente fuimos hasta la valla y salimos al otro lado. De ese lado nos encontramos con una comarca pacífica tipo Woodstock de kirchneristas de la paz y el amor que querían que les abran la calle para pasar. No eran muchos. Nos quedamos ahí un rato más. Encontramos a nuestra querida amiga Mechy Reinoso. Tomamos mates. Reflexionamos y debatimos sobre lo vivido.
Con esto queda claro que el espacio político se reordena. Que el fiscal Luciani con su pedido de prisión reavivó la llama mística del Pueblo, que adelantó la campaña por la carrera presidencial colocando a Cristina como candidata. Que internamente todos los chongos que creían que Cristina 'ya fue' se van a tener que alinear porque la que conduce es la señora. Que el Pueblo está con ella. Que sin ella, nada. Que el establishment también deberá negociar la paz con ella si quieren seguir haciendo negocios. Que el poder real no la tiene tan fácil porque vamos a seguir en la calle bancando lo que haya que bancar. Por ella, pero también por nosotres, nuestros hijes, la democracia y el futuro de la nación, que somos todes. Y que hay que salir a militar orgánicamente de nuevo...