Organizaciones populares en cuarentena: “Nos fuimos reinventando para seguir estando presentes”
Por Escuela Popular San Roque | Ilustraciones: Ailén Goyanes
* El siguiente artículo contiene lenguaje inclusivo (x) por decisión de los/as autores/as
Al momento de escribir esta nota contamos 126 días desde que comenzó a regir la medida de ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio) por el Covid-19 en la provincia de Buenos Aires. Desde la Escuela Popular San Roque y la Radio Pocas Pulgas entrevistamos a diferentes trabajadorxs de 15 organizaciones comunitarias de barrios populares de la zona noroeste del Gran Buenos Aires pertenecientes a la RAE (Red de Organizaciones Comunitarias y educativas), Red de Centros Educativos Comunitarios y Red El Encuentro, todas nucleadas en InterRedes (*). En medio del trajinar cotidiano nos compartieron miradas y sentires sobre cómo están atravesando esta etapa en cada uno de sus espacios y en conjunto con la comunidad. Queremos que conozcan la tarea monumental que llevan adelante cientos de organizaciones comunitarias que, basadas en la presencia y la ternura como principios políticos pedagógicos, buscan preservar un piso de dignidad humana en un contexto inédito.
“Nos fuimos reinventando día a día para seguir estando presentes”
Alejandro. Educador del Centro Caacupe, San Fernando.
Frente a todas las necesidades, frente al miedo y la incertidumbre ante una pandemia que nadie sabe cuándo ni cómo va a terminar, las organizaciones comunitarias se reinventaron al calor de su presencia y su escucha atenta a las cambiantes necesidades de las familias que participan en ellas. Con la parálisis del principio a cuestas, caminando a tientas y haciendo experiencia, fueron modificando -por completo en muchos casos- sus funcionamientos habituales para poder estar presentes de una forma cuidada, tanto para los equipos de trabajo como para las familias.
Todxs lxs entrevistados coinciden en señalar el “estar presentes” como el rasgo distintivo de sus organizaciones. Al unísono resaltaron que la presencia de lxs educadorxs comunitarixs no se reduce al solo estar físicamente, sino a “todo lo que implica estar, con una escucha atenta, una empatía. Es ese intento de conectar con un otrx que está vivenciando el contexto en el que vive” sintetiza Rocío de Niño Dios (Rincón de Milberg). Y agrega que “implica tener una doble mirada, de cómo estamos cada unx, y a la vez poder mirar y escuchar y estar con esx otrx y estar atentos a esa necesidad y también a eso que el otrx reclama, o lo que el otrx tiene ganas de hacer, no solo definir que van a necesitar comida... Es estar en esa escucha atenta de poder percibir eso y no a lo que cada unx nos parece”. En el mismo sentido argumenta Gisell del Centro Ceferino (San Fernando), al afirmar que “nuestra presencia física, emocional y simbólica a través de la palabra, a través de saber que estás, tiende el lazo y abre el puente entre el no ser que muchas veces la sociedad les marca, por cuestiones sociales, familiares, barriales, y el ser. Nosotros buscamos que puedan ser desde ellos y ellas mismas. Esto incluye trabajar por sus derechos, promoviéndolos, conociéndolos, transformándolos en garantes. Para generar el lazo social que no muere con una intervención, que queda prendido. Todos los días buscamos encender esos fueguitos que van a quedar prendidos ahí. Y cuando ellos toman su propia voz, ahí es cuando siento que la tarea está hecha”.
A partir de este principio político y pedagógico tan poderoso de la presencia, desde un primer momento y de forma mancomunada cientos de estas organizaciones fueron haciendo frente a la emergencia sanitaria, alimentaria y social sosteniendo tres pilares fundamentales: el vínculo humano, la propuesta pedagógica y lo alimentario entregando viandas, alimentos y mercadería. Para esto último, incluso, buscando los recursos necesarios para incrementar la cantidad de raciones por la creciente demanda. Porque, como señala Sabrina del Centro Santa Maria (San Isidro) -y habla por todxs lxs entrevistadxs- “aparecieron muchas familias nuevas que vieron que estábamos dando mercadería y se empezaron a acercar para recibir ayuda”. En general, los números se duplicaron o triplicaron. Hacer frente a esta demanda creciente las obligó a recrear de forma continua la búsqueda de estrategias novedosas y la construcción colectiva de herramientas y recursos que permitieran adaptarse y poder llegar a todxs lxs vecinxs.
Para esto fortalecieron tanto los propios espacios de reflexión sobre la práctica al interior de los equipos de trabajo como el trabajo en red a nivel territorial. Como cuenta Fernando Neo del Centro de Educación Complementaria “La Loma” (Olivos), si bien “la vida institucional se ha modificado tratamos de mantener esquema similar de reuniones a lo que se venía manteniendo antes. Tenemos reuniones de turno entre los docentes de cada turno mañana y tarde. Tenemos reuniones de coordinación y reuniones de equipo de orientación con los maestros, reuniones de jóvenes y reuniones de coordinación general o de programa. Tratamos de mantener el esquema por más que cueste apostando mucho a fortalecer el vínculo interno ya que es muy importante trabajar las relaciones entre nosotros. Charlar como la va llevando cada uno para poder tener presente las realidades de todos”. Asimismo, la gran mayoría plantea como lo hace Sabrina que “estamos trabajando mucho más en red con otro centros. Con redes donde participamos pero tal vez no era tanto el intercambio”.
Sin dudas, como nos cuenta Gisell del Ceferino (San Fernando) “el primer gran cambio fue perder la presencialidad: eso fue lo que más resintió el funcionamiento del centro.” Porque como agrega Alejandro, educador del Centro Caacupé (San Fernando) “la esencia de la educación popular reside en el contacto con lxs niñxs y las familias en el día a día. Al cortarse eso, fue un shock muy grande… una parálisis, un “y bueno, ¿ahora qué? y ahora la nada, el vacío”. Pese a los primeros momentos de zozobra y parálisis vivido por casi todxs, las organizaciones fueron reencontrando su “sur” y reorientando su tarea. Como aclara Gisell “tuvimos que pensar una línea de continuidad sin estar presentes físicamente, sabiendo que ellxs lo están necesitando. Siempre hubo que sostener desde una pedagogía de la presencia, ahora más”. Así surgieron, por ejemplo, los llamados cotidianos y los relevamientos: trabajadores y trabajadoras comunitarias en contacto periódico con las familias, con los niños, niñas y jóvenes, llevando registro de la situación alimentaria, sanitaria, emocional, escolar, económica, el acceso a herramientas tecnológicas y demás variables, que permitieron tener un panorama preciso de las necesidades de cada familia y seguir brindando un acompañamiento lo más cercano posible. Procesando esos llamados en relevamientos para cruzar datos duros, cuantitativos, con el saber más cercano, sensible e íntimo de la realidad de cada familia.
Como ya señalamos, muchas organizaciones además, optaron por apoyarse y fortalecer las redes barriales. Patri, del Centro Comunitario Para Todxs Todo (San Miguel), nos cuenta que: “hace años trabajamos en red con las instituciones del barrio: la salita, las escuelas, los centros comunitarios, la casa de la mujer y los merenderos. A medida que avanzó la pandemia, nos fuimos organizando para poder responder a las demandas del barrio. Se sumó muchísima gente a pedir sustento alimentario, ropa, frazadas, pañales, y se aumentó muchísimo la cantidad de viandas que entregamos. Compañerxs de la red están tomando registro de esto para poder responder mejor.”
En todos los casos, los equipos de educadorxs tuvieron que reagruparse en función de lxs compañerxs que estaban habilitadxs para sostener las tareas (cuidando a muchxs que pertenecen a los grupos de riesgo); reacomodar físicamente los espacios, para trabajar de forma cuidada respetando los protocolos sanitarios vigentes y recibir de forma segura a las familias; y reformular la propuesta pedagógica, adaptándola a la modalidad virtual o a distancia, y capacitándose, además, en el uso de dispositivos móviles, redes sociales y herramientas digitales.
Agradecimientos para lxs compañerxs Fernando Neo de La Loma (Vicente López), Luz de Creser (San Martín), Pablo de Los del fondo (Tigre), Sergio Vargas de Crecer y Nuestro Lugar (San Fernando), Patri de Para Todos Todo (Barrio Obligado, San Miguel), Marcela del Rodolfo Coronel (Cuartel V, Moreno), Lucy del Lagarto Juancho (Barrio Vucetich, José C.Paz) Mimi del Gallo Rojo (Barrio Obligado, San Miguel), Alejandro del Centro Caacupé (San Fernando), Gisell del Ceferino (San Fernando), Rocío del NIño Dios (Rincón de Milberg), Sabrina de Santa Maria (San Isidro), Yani de La Casita (Vicente López)
(*) InterRedes, es una Red de Redes, compuesta hoy por 6 Redes: Red El Encuentro, Red Andando, Coordinadora de Jardines Maternales de la Matanza, RAE (Red de Organizaciones Educativas y Comunitarias), Colectivo de a Pie y Caritas San Isidro. InterRedes integra 210 organizaciones sociales y comunitarias, con fuerte trabajo territorial en el Conurbano Bonaerense, en las que participan 21.250 niños, niñas, adolescentes y jóvenes. 2500 educadores comunitarios están a cargo de las tareas necesarias para sostener los centros y las redes.. Trabajan articuladamente desde hace más de 25 años con niñas y niños desde bebés hasta jóvenes en contextos de pobreza. Es el objetivo fundacional de la InterRedes la incidencia en la Política Pública de Infancia, adolescencia y juventud a través de acciones en articulación con el Estado Provincial y Nacional. Vienen desarrollando procesos significativos que han dado como resultado la reformulación del programa de Unidades de Desarrollo Infantil, consolidando una modalidad de atención a la infancia, la adolescencia y juventud que se caracteriza por la integralidad, la participación y el protagonismo de la comunidad en los diversos aspectos de la vida de los centros.