Siete años sin Nestor Kirchner: el hombre que le devolvió la diginidad a la política
Por Fernando Latrille
A siete años de la pérdida de ese gran militante se puede decir sin temor a equívoco que Néstor Kirchner ha sido el mejor presidente que tuvimos exceptuando a Perón y a su compañera la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Y de esa manera es recordado. Consciente de la historia, de haberla leído e interpretado al menos, y a sabiendas que no existió ninguna izquierda revolucionaria fuera del peronismo que realizara cambios sustantivos en el país, las transformaciones más profundas del país han sido concretadas por Juan Domingo Perón, por Néstor Kirchner y su compañera Cristina Fernández de Kirchner.
Hace unos años el extraordinario actor ramallense Federico Luppi-que lamentablemente nos dejara hace unos días- en declaraciones al programa radial de Matías Martín expresó una gran verdad al decir: “…Kirchner llegó a la presidencia argentina en un momento determinado cuando el país ardía por los cuatro costados y encontró sin medios de movilidad a un país con las piernas gangrenadas a punto de cortárselas, él las sanó y el país echó andar”.
A Néstor Kirchner nadie pudo frenarlo, él se encargó de terminar con la impunidad rechazando las condiciones que intentaba imponerle el diario La Nación que proponía la amnistía y la idea de Eduardo Duhalde de plantear la impunidad, tal como lo relató el propio ex Presidente en un reportaje cedido a Telefe antes de las elecciones del 28 de junio de 2009: “A los 48 horas del triunfo, me visita gente muy cercana al doctor Duhalde y me ofrece declarar la constitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Yo había asumido con debilidad, me habían votado por el 20, 22 por ciento de los votos, y pedí que esperaran, que me dejaran capitalizar a mí esa norma. Después hicimos otra cosa, por supuesto".
La valentía de Néstor Kirchner en enfrentar a poderosos que pretendían la impunidad, de no doblegarse ante los promotores del olvido es clave para resaltar, recordar, y tener en cuenta, para saber cuándo la palabra justicia comenzó a retumbar y perturbar a tanto genocida suelto, que creían y ansiaban que llegaría el final de sus vidas con absoluta impunidad. Eso se lo debemos a Néstor Kirchner, y la prueba más clara de eso fue la declaración realizada por el genocida Videla a la revista española Cambio 16. Para los militares, aseguró, “El momento peor fue con la llegada de los Kirchner”.
Muchos creen que Néstor Kirchner se enfrentaba a los medios de comunicación. Néstor Kirchner no se enfrentaba a los medios, se enfrentaba al poder permanente. Como dice la escritora y periodista María Seoane, existen dos poderes: El poder inquilino (quien gobierna por cuatro años) y el poder permanente (que es quien manda por siempre, los grupos económicos empresariales). Siempre el poder político, desde la presidencia de Perón hasta la llegada de Néstor Kirchner, estuvo doblegado, controlado, por ese poder permanente (los grupos económicos empresariales y multinacionales dueños de los grandes medios de comunicación). En la actualidad con Cambiemos ese poder permanente es el que está en la Casa Rosada.
De esa manera la política, los gobiernos que elegíamos en las urnas, cambiaban algo para que todo siga igual. Gobernaban para los dueños, para ese poder permanente. Néstor Kirchner rompió con eso, le devolvió la honradez a la política que dejó de subordinarse ante los grupos de poder. Dejó de ser la esclava, la sirvienta del FMI, recuperó la independencia y le dio identidad a la política. La recuperó para bien, para que vuelva a ser lo que tiene que ser: la posibilidad de transformar a la sociedad, de hacerla más justa.
Fue así, que rescató del infierno a la política y al país también. Buscó esa identidad que habitaba en las Madres y Abuelas como en los demás prestigiosos organismos de derechos humanos nunca reconocidos hasta el momento que él asumió como Presidente. Permitió que tras la anulación de las leyes del perdón (la vergüenza alfonsinista más grande de nuestra historia conjuntamente con los indultos del menemismo) que los juicios a los genocidas se lleven adelante como se desempeñan hoy a lo largo y lo ancho del país gracias siempre al impulso de organizaciones u organismos de derechos humanos que incluso, ante el retroceso actual impuesto por Cambiemos, siguen bregando para mayor verdad y justicia.
Néstor Kirchner, catalogado por la oposición, los grandes grupos económicos de poder, como el “crispado”, “confrontativo”, como si tales adjetivos fueran pecado, hizo lo que nadie, que la política recupere su rol, que el poder inquilino gobierne esos cuatro años y no esté a las órdenes del poder permanente. La política que llevó adelante, que no significaba cambiar algo para que todo siga igual, sino cortar de raíz con la impunidad fue duramente criticada por ese poder permanente que no estaba dispuesto a ceder. Su actitud de gobernar en serio el país la calificaron como “crispación”, a su pasión para que el país salga de la injusticia, se recupere de la crisis, exista nuevamente el trabajo, fue criticada, demonizada, una y otra vez por los medios hegemónicos que responden al poder permanente.
Fue así que aparecieron los entusiastas del diálogo, los que tratan de que la política no confronte, porque lo que desean es gobernar para ese poder permanente, para ellos mismos, como lo hace Cambiemos. Ahí no hay “crispación”, no hay “enojo”, porque solamente la “crispación”, el “enojo”, uno lo puede tener cuando no tolera la impunidad de los genocidas sueltos. Cuando no tolera que los que pierdan sean los trabajadores. Se enoja y se crispa cuando se timbea el dinero de los aportantes laburantes, y es ahí que uno se enoja y se enfrenta al poder del mercado, se recupera el sistema previsional y se incluye a más jubilados; cuando desea que los chicos reciban una asignación por el simple derecho de ser niño. Eso lo “crispó”, eso lo “enojó”, lo hizo “confrontar”, porque entendió que la política no debe cambiar algo para que todo siga igual.
Néstor Kirchner le devolvió la dignidad a la política, le devolvió la dignidad a muchos argentinos, y sobre todo las esperanzas. Cambiemos está pulverizando a la política y todo lo que hace son negocios, por eso, ante tanta desesperanza, el recuerdo de Néstor está más vivo que nunca.