"El tipo de cambio no está atrasado"
Por José Cornejo y Nahuel Placanica
AGENCIA PACO URONDO: La idea es charlar sobre un concepto que se escucha bastante últimamente: competitividad ¿De qué estamos hablando?
Alfredo Zaiat: En términos generales se refiere a cómo producir más con menor esfuerzo. Esto se vincula con materias primas, insumos y trabajo.
En mejor o perjuicio de la competitividad intervienen diferentes factores, diferentes variables a tener en cuenta. Podes afectarla si tenés muchos impuestos o porque el tipo de cambio no es precisamente competitivo.
APU: Por lo general la sensación que nos queda es que es un concepto espada de la patronal utilizado para tirar la puja distributiva para abajo...
AZ: Claro, si en el análisis de competitividad solamente se analiza la variable salarios como costo, esa lógica es en función de perjudicar los ingresos de los trabajadores. La competitividad debe ser canalizada en función a otras variables. Por eso, la creación de la Secretaría de Competitividad viene a romper un poco con ese concepto de la economía convencional, es decir, del neoliberalismo. En la competitividad entran diferentes factores: la logística, impuestos, tipo de cambio, acceso al financiamiento, no es sólo el tema salarial.
APU: Otro de los caballitos de batalla de la patronal con respecto a la competitividad era la demanda de devaluar la moneda ¿La moneda argentina perdió competitividad?
AZ: Siempre a partir de qué punto se analiza. El tipo de cambio hoy en Argentina no está atrasado. Sí pasa que en algunos sectores tienen problemas de competitividad vinculados con el tipo de cambio porque los precios internacionales no aumentaron, o en algunos casos hasta bajaron. Otros tienen problemas de competitividad relacionados a la logística, el transporte o los impuestos. Por ejemplo, la producción frutihortícola del Alto Valle de Río Negro.
Pero otros sectores no tienen problemas de competitividad por tipo cambio, por ejemplo: la soja o la exportación de insumos como los productos de Techint o los de Albat.
Cuando se habla en términos generales sobre la competitividad del tipo de cambio, en última instancia hay que saber que a lo que se apunta es a beneficiar a los sectores más rentables para que tengan rentas extraordinarias.
Se le suma una particularidad a la economía argentina. Quienes hablan del tipo de cambio y plantean una fuerte devaluación también están buscando un beneficio para los sectores que acumularon muchísimos dólares, tanto aquí como en el exterior. Por consiguiente, les implica un aumento patrimonial medido en monedas domésticas, derivando en última instancia en la posibilidad de comprar después activos a precios depreciados.
APU: ¿Te parece que la idea de los tipos de cambios diferenciados puede funcionar?
AZ: Es que hoy pasa eso, hoy tenés diferentes tipos de cambio. No es que existe sólo un dólar. Cuando se aplican retenciones y hay niveles de retención diferenciados para el trigo, para la soja, para el maíz, para el girasol, para los productos industriales, para los productos regionales, ahí ya te determina un tipo de cambio efectivo diferente. Hoy ya existe este tipo de cambio diferenciado.
Me parece que hay un asunto ahí que lleva a la confusión en el debate sobre el desdoblamiento del tipo de cambio. En última instancia, creo que muchos de los que están pidiendo ese desdoblamiento están buscando una fuerte devaluación.
APU: Volviendo sobre el concepto de competitividad: ¿Se puede entender la recuperación de YPF en el marco de mejorarla?
AZ: Claro, porque si vos tenés que importar combustibles porque no producís, no explorás, no explotás, no invertís, esa economía tiende a perder competitividad. Vinculado esto al acceso a combustibles tanto por precio-cantidad como, obviamente, por precios accesibles. Cuando importas, dependes del precio internacional de esos combustibles y dicho precio es muchísimo más elevado que el que podés conseguir en relación con lo que podés producir a nivel local. Cuando lo producís tenés precios locales y, si bien existe un precio internacional, vos podés aplicar precios locales y por consiguiente, mantener una brecha de competitividad hacia la industria.
El paso siguiente es que el Estado debe negociar con los sectores beneficiarios de estas mejoras para inducirlos a inversiones, a determinar precios locales accesibles para la población y garantizar el abastecimiento.
APU: ¿La inversión en desarrollo tecnológico tiene que ver con la competitividad de las empresas o está más relacionado a la productividad? ¿Competitividad y productividad son conceptos que se vinculan?
AZ: Son conceptos que se vinculan, están interrelacionados. No hay recetas mágicas ni aspectos que, de un día para otro, te permitan obtener resultados inmediatos y fabulosos. La Argentina, en los últimos años, ha empezado un lento pero sostenido proceso de inversión y desarrollo en tecnología. Teniendo en cuenta décadas de atraso y destrucción de aparatos y estructuras vinculados con el desarrollo, es un sendero abierto para mejorar la competitividad y la productividad de la economía. Ahora bien, si uno pregunta si ya están los resultados, la respuesta es no. Recién en los últimos años se ha emprendido este camino y los resultados se van a ver, obviamente si esto se sostiene, en el mediano plazo.
APU: Días pasados hablaba con un sindicalista industrial y le preguntaba sobre el tema de la competitividad ya que estamos en épocas que se empiezan a dar los primeros pasos en paritarias y nos decía que para él la idea de competitividad o del mercado internacional no tenían mucho sentido por la guerra de precios, que había que pensar en acuerdos bilaterales. ¿Cómo ves esto?
AZ: No sé si todo es excluyente, hoy inicialmente tenés una guerra de monedas. Precisamente cuando hablábamos del tema de la competitividad, los países centrales están apostando a mejorar su competitividad con la depreciación de la moneda, Estados Unidos es el caso más emblemático. Hoy lo que sucede es que tenés excedentes de producción por las crisis y recesiones que se producen. Por consiguiente, afecta a los precios porque tratan de colocar sus productos en los mercados emergentes, las potencias emergentes de América Latina y Asia. Ahí tenés las políticas de administración de comercio exterior para frenar ese ingreso de productos, productos de liquidación en función a la crisis que se está viviendo.
No es una política liberada como la guerra de monedas, es una política de necesidad frente a las crisis y recesiones que viven esos países. Es importante que los países como Argentina, tenga conciencia de esos dos factores, la guerra de monedas que existe y el dumping, que pueden afectar los mercados locales. Por un lado tenés la política de administración de la moneda extranjera -lado cambiario- y por el otro una política de administración de comercio exterior para enfrentarse a esos dos desafíos.
APU: El tema de la inflación, la acumulación año tras año de niveles inflacionarios más allá del número final que uno considere que es ¿Afecta la competitividad de la producción?
AZ: No inicialmente. Creo que algunos sectores han aumentado la competitividad en términos generales. Si uno observa esas variables interrelacionadas de la productividad de la economía argentina –no hay datos de 2012- hasta el 2011 tenía una tasa acumulativa del 5% anual y eso tiene que ver también con esa inversión fuerte que aumenta la competitividad. El tema precios hay que analizarlo, ver cuáles son las fuentes de las tensiones inflacionarias, intervenir. Es un problema el de los aumentos de precios –insisto una y otra vez- en el rubro alimentos y bebidas. Ese es el punto esencial.
También, para un sector de la sociedad, que le aumente el precio de las cocheras –que han aumentado mucho- debe ser molesto, pero pensando en la mayoría de la población, es mucho más importante el rubro alimentos y bebidas.
APU: ¿Y por qué se da ese aumento?
AZ: Hay 5 fuentes de tensiones inflacionarias y ninguna de ellas es la que, tradicionalmente, dice la ortodoxia: no hay desborde monetario ni fiscal y no es por culpa de los salarios. Esto no implica que se pueda emitir alegremente, que se pueda tener un déficit fiscal incontrolable, eso no es así, tiene que haber una consistencia en políticas monetarias y fiscales y en la Argentina ha habido, en los últimos 10 años, una política consistente en esas áreas.
Las 5 fuentes de tensión inflacionaria son:
La devaluación: Argentina, pese a lo que se sostiene, está devaluando su moneda pero lo hace a partir de una política de administración del tipo de cambio y con ajustes muy pequeños pero, en última instancia, devaluación al fin. Otros países de la región que se ponen como ejemplo no devalúan sino que aprecian su moneda y actúan como ancla inflacionaria.
Los mercados monopólicos u oligopólicos: Para este sector, que hace abuso de su posición dominante, tiene que haber políticas específicas. Una de ellas debe ser –y es- el congelamiento de precios para después pasar a una política más sofisticada de administración de precios, lo que implica analizar la cadena de valor de cada uno de los sectores y analizar los costos de cada uno de los eslabones de esta cadena productiva.
La puja distributiva: La tensión entre el salario y el capital, no sólo el salario, ese es el punto esencial para diferenciarlo del discurso ortodoxo. Es la tensión entre estos dos factores donde las empresas buscan maximizar ganancias y el trabajo busca mejorar el poder adquisitivo de sus ingresos la que produce tensiones inflacionarias.
Los precios internacionales de las materias primas y de los alimentos: Éstos han subido y se mantienen en niveles elevados. El problema de la inflación llamada “importada” por esta causa es un problema internacional. La FAO permanentemente ensaya informes vinculados al tema y cómo esto afecta a los países.
La estructura productiva heterogénea o asimétrica: Esto lleva a cuellos de botella en algunos sectores y por consiguiente, a subas de precios. Esto requiere de un proceso de más largo plazo que apunte a mejorar esa estructura productiva, obviamente con mayores inversiones, diversificando la producción y haciéndola más compleja.
APU: ¿Hasta dónde se podría avanzar en esto sin afectar los intereses de los trabajadores, es decir, que no sea una variable de ajuste hacia el sector del trabajo, para mejorar la competitividad?
AZ: Creo que hay un factor fundamental que es la inversión, tanto pública como privada y cómo se orienta el excedente de la economía argentina –que es mucho- hacia el desarrollo nacional. Para eso, ese excedente tiene que estar orientado a la inversión de capital reproductivo y de esa forma, se va a un sendero, no sólo de crecimiento económico sino de desarrollo y progreso que mejora la competitividad. Para que eso tenga una base fuerte tiene que haber desarrollo de la educación para formar los técnicos que puedan participar de la ampliación de la sociedad productiva, inversión en tecnología y una mejora en todo lo que hace a la logística de comercialización.