El Salvador, por dentro
Por Diego Kenis
Walter Osmar Mejía Navarrete es actualmente asesor en Gestión Integral del Ministerio de Gobernación de El Salvador. Hasta hace poco más de un año se desempeñó como gobernador político del Departamento de Cuscatlán, en el centro del país. Lo designó en 2009 el por entonces recién electo presidente Mauricio Funes.
Ese año, con el triunfo electoral de Funes, llegó a su objetivo una larga lucha política del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN). Nacido en 1980, el FMNL se constituyó en principio en un órgano coordinador de las organizaciones político militares que mediante la lucha armada enfrentaban a la dictadura salvadoreña. A una de ellas, la Resistencia Nacional, se incorporó Mejía Navarrete en 1983. En 1992, el FMLN firmó un pacto de paz con el gobierno, se convirtió en un partido político y comenzó disputar poder en las urnas. Casi dos décadas más tarde, llegó el triunfo: el pueblo eligió a Funes, y el nuevo presidente designó a Mejía Navarrete gobernador de uno de los catorce departamentos en que se divide el país.
Por su trayectoria, el hoy asesor del Ministerio de Gobernación salvadoreño es una de las voces más calificadas para trazar un panorama de la política de su país. A él consultó la AGENCIA PACO URONDO pocos días después de las elecciones de renovación presidencial del 2 de febrero último. En los comicios, el candidato del FMLN Salvador Sánchez Cerén derrotó por casi diez puntos al de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) Norman Quijano. Pero, al no llegar el ganador al 50 por ciento de los sufragios, el cargo de presidente para el periodo 2014- 2019 se definirá en una segunda vuelta prevista para el próximo 9 de marzo.
¿Cuál era el escenario político de El Salvador al llegar a las elecciones? ¿Cómo definiría al gobierno y la oposición salvadoreños?
Tenemos un país que viene de una guerra y de una post guerra en donde no hubo transición, un país en que el 2009 por primera vez en su historia como república se tiene un gobierno de izquierdas, un país que al estar dolarizado y depender directamente de la economía de Estados Unidos es golpeado directamente por la crisis mundial. Llegamos a las elecciones con un país fuertemente polarizado heredado desde la época del conflicto armado.
Este gobierno se ha caracterizado por apostar a favorecer a los grupos sociales con mayor vulnerabilidad económica, los grupos más desfavorecidos, más pobres producto de veinte años de neoliberalismos de derechas. Aún en medio de la crisis se focalizaron y redistribuyeron los subsidios al gas, a la energía eléctrica, al agua, etcétera, ya que antes los subsidios eran generalizados tanto para el millonario como para el más desfavorecido de la sociedad. Se trabajó mucho en la recuperación del agro, ya que durante veinte años este fue prácticamente abandonado, teniendo el país que importar alimentos para la población. Es a partir de 2012 que por primera vez no se importan frijol, maíz y otros granos, ya que las buenas cosechas bastaron para abastecer a la población. Ha habido avances importantes en la salud al expandirla hasta los últimos rincones, con unidades especializadas y se construyeron hospitales nuevos y reconstruyeron otros. Hay avances importantes en educación con apoyo en uniformes y zapatos a todos los estudiantes del nivel básico y la alimentación. Y así una serie de beneficios sociales que le dan el mérito a este gobierno de ser el primero que más invierte en el área social en toda la historia. La oposición, al perder el poder por primera vez, se ve fragmentada y lo que ha quedado es a atacar ferozmente las políticas sociales tildándolas de despilfarro. Llega con un candidato al inicio de la campaña muy fuerte pero en la medida que la campaña avanza se descubren un sin fin de casos de corrupción de ARENA y hasta de ex presidentes, y se viene desmoronando esta candidatura. Además de un error en la conducción de la campaña al sólo lanzar ataques institucionales, políticos, personales y, criticas vacías y sin ofrecer propuestas claras de solución a los grandes problemas del país y su población.
¿Qué lectura realiza de las elecciones del 2 de febrero? ¿Qué es lo que nos dicen los números?
Lo que interpreto es que la población más pobre ve con agrado los programas sociales, que les han beneficiado y que han venido a mitigar en parte su grave situación social y económica. Ven con confianza un periodo de cinco años más en el gobierno. Además, leo que la campaña sucia que ferozmente lanzó la derecha ya no hace mella en la población, ya no se creen esas campañas de miedo. Los números nos dicen que la izquierda ha avanzado en el país: se ganaron trece de los catorce departamentos, se sacó una ventaja de diez puntos lo que se traduce en más de 250 mil votos, algo nunca visto en la historia del país, lo que consolida al FMLN como primera fuerza política y que estuvo muy cerca de lograr el triunfo en primera vuelta.
¿Cuál es el escenario probable ante lo que implica una segunda vuelta electoral, con ya sólo dos fuerzas en pugna?
Creo que bajará el nivel de votación y que la izquierda ganará en la segunda vuelta. Es muy difícil remontar casi 300 mil votos, que aunque no digo que sea imposible sí mantengo que es poco probable que la derecha lo logre.
De consolidarse el triunfo en esa segunda vuelta, el proyecto de gobierno se verá fortalecido. ¿Obtendrá fuerza política como para profundizar el modelo? ¿Cuáles son, a su criterio, las asignaturas aún pendientes en materia política, económica y social en El Salvador?
Claro se verá fortalecido, pero esto está amarrado a las elecciones de diputados y alcaldes del 2015, para tener una correlación mejor en la Asamblea Legislativa. Concretamente las asignaturas pendientes son el fomento el empleo, que hay que profundizarlo, el tema de seguridad que aunque no nació con este gobierno y han bajado los índices de criminalidad aún siguen perjudicando a la población, y y el fortalecimiento de la institucionalidad del Estado en todo sus niveles.
¿Los EEUU, u otras potencias, han jugado en este proceso electoral? ¿A través de qué medios y apostando a qué?
Bueno, aunque no como antes Estados Unidos siempre juega un papel de influencia en las elecciones no sólo de El Salvador sino de la región, por medio directo de presiones políticas y económicas. Por ejemplo, hay un proyecto de desarrollo de la zona costera del país por más de 500 millones de dólares que ya estaba en su fase final y no ha sido aprobado hasta ver el resultado de las elecciones. Esto indirectamente es una presión y la derecha lo utiliza como que, si gana la izquierda, ese proyecto no vendrá al país.
¿Cuál es el rol que ocupa El Salvador en el concierto de países de Centroamérica y el Caribe?
Sobre todo en Centroamérica el país siempre ha mantenido un liderazgo a nivel político y en décadas pasadas incluso a nivel económico, muchos de los organismos regionales tienen su sede en el país y al ser llave de paso entre el sur y el norte le da una clara ventaja que muchas veces no es bien aprovechada.
En paralelo con la cuenta regresiva a las elecciones, en La Habana se desarrollaba la II Cumbre de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Cariba (CELAC). ¿Qué conclusiones han quedado, para El Salvador, luego de ese encuentro?
Bueno, El Salvador está integrado a este mecanismo desde su nacimiento, se ve con júbilo este esfuerzo independiente del Norte de integración y se apuesta a su fortalecimiento. Vemos que cada día la dependencia del Norte va desapareciendo y que nos encaminamos a una Unidad Latinoamericana no sólo en lo político sino en todos los rubros de nuestros países como lo es la economía, lo social, la cultura, los deportes, la ciencia, la tecnología... Claro habrá que trabajar mucho y con firmeza, porque al dejar de ser “el patio trasero" de los estadounidenses, como ellos nos llaman, habrá presiones para que este esfuerzo de integración no avance.