Brasil discute la reforma política
Por Santiago Gómez - Desde Porto Alegre
Las manifestaciones de junio en Brasil, fogoneadas por los medios de comunicación que encontraron en el malestar de los brasileros por los gastos de la Copa del Mundo el pasto seco "pa´ prender", tuvieron como saldo que la Presidenta Dilma Rousseff, lejos de retroceder, levantara el guante y le propusiera a la sociedad brasilera realizar una constituyente exclusiva para reformar el sistema político, como anunció APU en su momento. El Plenario Nacional de los Movimientos Sociales (PNMS) de Brasil, que agrupa a los principales espacios políticos del país, como el Partido de los Trabajadores (PT), la Central Única de los Trabajadores (CUT), el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST), y del que participan más de setenta organizaciones, está promoviendo la realización de un plebiscito que llame a la conformación de una constituyente exclusiva y soberana del sistema político.
Según el PNMS la propuesta de constituyente tiene dos ejes “el primero es el perfeccionamiento de la democracia representativa, con la reforma del sistema electoral; y el segundo es fortalecer la democracia directa y participativa con fiscalización social”. Según informan en los materiales que elaboraron para difundir la iniciativa, “de los 594 legisladores nacionales (513 diputados y 81 senadores) electos en el 2010, 273 son empresarios, 160 componen el bloque ruralista, 66 son del bloque evangélico y sólo 91 son considerados representantes de los trabajadores, del bloque sindical”. Para cambiar el sistema electoral, proponen: enfrentar la imposición del poder económico (en el 2008 las empresas financiaron el 86% del total de la campaña electora, en el 2010 el 91% y en el 2012 el 95%), combatir el oportunismo electoral y enfrentar la subrepresentación.
Además de proponer que las campañas se financien solamente con fondos públicos, para garantizar la igualdad en la disputa, el PNMS propone terminar con el sistema electoral brasilero de votación nominal, porque se vota “un nombre y no un programa partidario, que un conjunto de representantes va a defender”. Este es uno de los puntos más resistidos por los medios de comunicación y los partidos tradicionales. El modelo político brasilero es el estadounidense: llegar a la gestión a través de la televisión y no de la militancia. En las últimas elecciones el diputado federal más votado de Brasil fue Tiririca, un Miguel del Sel, que al menos tuvo la valentía de presentarse en los medios con el disfraz que lo hizo famoso diciendo: “Vote Tiririca, pior do que esta não fica (Peor de lo que está no va a ser)”.
Nada dicen de esto los medios de comunicación argentinos que siempre ponen como ejemplo de país a Brasil. En términos políticos, la situación de Brasil es preocupante. El discurso de la antipolítica difundido en los medios de comunicación por más de cuarenta años, genera que la mayoría de la población crea que política es sinónimo de corrupción. El nivel de participación política es bajísimo y ahí radica el poder de las iglesias evangelistas, las únicas organizaciones con presencia territorial. Difícil encontrar un comité del PT en una favela y sabemos que en política el espacio que se deja vacío es ocupado.