Se lesionó Neymar: ¿sincericidio fatal?
Por Ulises Castaño
Justo antes del partido con Colombia, Neymar, ícono del firulete, reconoció la actual supremacía del éxito sobre el buen juego, el cual en el caso brasileño, además, no es simplemente el juego, sino el mítico “jogo bonito”. Lo largó así nomas, con su típica espontaneidad y sin dudarlo, acaso con la seguridad del profeta en su tierra, y aún a riesgo de poner en jaque una tradición futbolística que si bien lo incluye, también lo excede.
Sin embargo, también es verdad que la dicotomía que Neymar establece es, como mínimo, algo caprichosa, ya que a aquello que el crack relega a un segundo plano lo llama “espectáculo”, lo cual establece una gran diferencia. Después de una definición tal, cualquiera estaría tentado a suscribir las palabras de Neymar. Pero insisto, la dicotomía “éxito o espectáculo” en lugar de “éxito o buen juego” y sobre todo viniendo de Brasil, es engañosa, y pareciera evidenciar antes una imposibilidad que una elección por convencimiento.
Que ironía, el Neymar que conocemos, el jugador desequilibrante que vimos en los partidos del grupo, empezó a diluirse de octavos en adelante, justamente cuando los partidos empezaron a ser a vida o muerte, a suerte o verdad, a todo o nada, a cara o cruz, o como mas te guste. Mas ironía, ¿quizás mala suerte?, Neymar no solo se perdió futbolísticamente desde octavos. Al perseguir el éxito por sobre el juego, sumado en este caso a la acción temeraria del jugador colombiano y la actuación incomprensiblemente permisiva del árbitro, la figura y emblema del equipo brasileño terminó por quedarse afuera del mundial.
Ante la gravedad de lo sucedido y el reclamo de algunos jugadores, al parecer la FIFA volvería sobre el video para evaluar una sanción que no se produjo durante el partido, como en el caso Suárez. No obstante, tan difícil resultará determinar si el jugador colombiano lo hizo a propósito como si lo sucedido es una suerte de castigo divino por el sorpresivo y extraño sincericidio de Neymar.