“Una continuidad de las políticas culturales depende de seguir exigiendo que se profundice”
Por Juan Ciucci
APU: Se ha presentado este nuevo Foro, ¿qué expectativas tiene y qué evaluación hace de los realizados hasta ahora?
Ricardo Forster: El Foro, que va a tener lugar entre el 6 y 8 de julio en Tucumán, es el cierre del camino que empezó el año pasado en el NEA, siguió después por Patagonia norte, Córdoba, Cuyo, Mesopotamia, y tiene que ver con los foros hacia la nueva independencia. Son foros donde hemos tratado de discutir desde una mirada federal la complejidad de la travesía de la Argentina como Nación, política, ideológica, cultural. Tratar de abrir la mirada, romper las monotonías, los dogmatismos. Pensar la complejidad de la trama de las tradiciones que han conformado la vida social, política e ideológica de nuestro país.
Cada foro tuvo su especificidad y el tucumano también va a tener una perspectiva regional y federal pero también latinoamericana, enlazándolo con la experiencia del Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad que es el otro gran programa de la secretaría. Estamos con mucha expectativa, va a ser un foro muy potente, con presencias muy significativas de la vida política y cultural de América Latina de estos años. Va a haber mesas con temáticas interpeladoras, de género, memorias de las mujeres que luchan, problemáticas de los pueblos originarios, discusiones sobre América Latina, las experiencias culturales de los gobiernos populares, debates sobre política en este contexto de época. Los foros apuntan a eso. Como siempre nos vinculamos con las universidades nacionales, se realizará en un teatro que es muy parecido al Cervantes. Tenemos la expectativa de que venga muchísima gente de la región y con la fuerte participación de la Radio y la TV Pública.
APU: Estamos a un año del Bicentenario de la Independencia ¿Cómo se está discutiendo, qué expectativas le genera?
RF: Una de las ideas del Foro es el debate entre los Bicentenarios; la Revolución de Mayo y lo que implicó para la sociedad argentina en el 2010, lo que puede generar. Uno pareciera que tiene su corazón puesto en ésta revolución. Por qué la declaración de la independencia significó que el sueño de la unidad de la Patria Grande quedaba relegado. De todas maneras es muy importante, en este contexto epocal, la revalorización de nuestra memoria histórica.
Queremos hacerlo con una revisión crítica de nuestro pasado y cómo cada presente vuelve a dialogar con el pasado, lo interpela, lo sitúa en función de sus propias necesidades. Creo que hoy particularmente la Argentina está pasando por un momento muy fuerte de importancia decisiva de cara al futuro por lo que significa el año electoral y la elección de una nueva fórmula presidencial.
Imaginamos que una cosa sería el Bicentenario de 2016 con un gobierno de matriz popular-democrática y otra si fuese con un gobierno de derecha neoliberal. Son dos maneras de concebir la historia. Imaginemos que el Bicentenario de la Revolución de Mayo hubiese caído en la década de los 90, ¿de qué modo el menemismo hubiera planteado el mundo de la revolución de mayo? Imposible. Uno se pregunta también, con inquietud, en función del debate contemporáneo, qué significa la relación, ideológicamente hablando, con nuestro pasado. Si no es el contexto del presente lo que determina, en gran medida, nuestra recepción del pasado.
APU: Mencionaba como clima de época la participación de los intelectuales en política, algo que a usted lo toca de cerca. ¿Cómo lo analiza y cómo repercute eso en la labor de la Secretaría?
RF: Creo que en la historia o en la vida política argentina ha habido una tendencia anti-intelectualista, que cada tanto aparece. Cando un intelectual se equivoca es una cosa tremenda de ingenuidad política. Cuando un político se equivoca queda como archivo de una memoria difusa. Quiero decir que me parece que es muy importante lo que está sucediendo en Argentina y en América Latina y, en parte ahora, en algunos países europeos. Que es de nuevo la relación entre intelectuales y política, entre mundo de ideas y acción transformadora.
No creo que haya una dicotomía, una zanja que divida unos de otros. No creo que los intelectuales están para pensar el mundo y los políticos, que son de otra raza están para hacer el mundo, hay que trabajar por el entrelazamiento. Hay épocas que devastan a la política y a la crítica de la política. Los 90 devastaron las dos dimensiones: la política quedó reducida al gerenciamiento y la vida intelectual a la vida académica.
En cambio cuando reaparece una potencia transformadora plebeya en América Latina vemos cómo se revitaliza la lengua política y el lugar del pensador en el interior de la propia lengua política. Desde esa perspectiva yo valoro lo que significó el Foro por la Emancipación y la Igualdad. No fue un foro de intelectuales, que hubiera estado bien, pero fue un foro de intelectuales políticos. La mayoría de los que participaron, por distintos caminos hoy son parte de proyectos de transformación en sus respectivos países, siendo gobierno u oposición.
APU: En estos años se habló de la batalla cultural ¿Cómo analiza a futuro con las candidaturas más fuertes tanto de FpV como del machismo, el papel de esta batalla y de la cultura?
RF: Por un lado podemos hablar de industria de la cultura, sin dudas es un tiempo espléndido para la industria audiovisual, editorial, por el apoyo del Estado Nacional que se le dio a la creación cultural. Yo soy de los que no establecen, necesariamente, una relación entre inversión pública y un momento de oro de la creación. Lo importante es que veníamos de un Estado ausente, despojado de todo interés en proteger la creación cultural, sobre todo cuando no tiene rentabilidad en el mercado, a un Estado que construyó políticas culturales y de defensa de la cultura. También ha habido momentos de política cultural muy novedosos; Tecnópolis por ejemplo, creemos que hay una experiencia cultural y política muy rica allí. También el modo de cómo se ha puesto en debate la memoria histórica, creo que es parte de un nuevo tiempo en cuanto a la recuperación de los lenguajes que vienen de nuestro pasado, poder discutirlos abiertamente, también pensamos la cultura como ampliación de posibilidad de quienes nunca la habían tenido.
¿Qué pasará? Creo que de triunfar una opción neoliberal la idea de la cultura será la de negocio, que los poetas, escritores, dramaturgos se arreglen, que la industria audiovisual sea un negocio para pocos. Eso ya lo conocimos y lo imaginamos porque vemos lo que pasa en otras partes del mundo, cómo el Estado se va retirando porque caen las inversiones. Incluso estados con alta participación en inversión cultural, como España, van cerrando sus programas de apoyo cultural. El FpV, que tiene muchas posibilidades de ganar, va a tener una continuidad de las políticas culturales pero depende de nosotros, de lo que el Kirchnerismo ha construido en estos años, la capacidad de seguir exigiendo que se profundice en políticas claves. Creo que después del 10 de diciembre el FpV estas políticas se van a continuar, me parecería muy importante que, independientemente de mi figura, que la Secretaría de Pensamiento Nacional siga recibiendo el apoyo del Estado Nacional. Para que siga expandiendo líneas de trabajo que hemos desplegado y que han sido fértiles.