Mapuches punk: la lucha desde la lengua
Por Analía Ávila
En 2006 Agustina Paz Frontera era una estudiante de Comunicación que en sus vacaciones por el sur de la Argentina y Chile se propuso recopilar material para su tesis de investigación sobre la cultura mapuche; le interesaban en especial un grupo de jóvenes urbanos que hacían punk, rap y heavy metal en mapudungún (lengua mapuche). El gesto de la escritora fue transformar ese texto en una crónica y abrir así una puerta a lectores que de otra forma no se hubieran acercado a esta problemática. Mezcla de diario personal y viaje iniciático, con pinceladas antropológicas, y sobre todo con mucho rock, Una excursión a los mapunkies fue publicado en 2013 por Pánico el pánico y reeditado un año después por Doble Zeta.
Agustina relata cómo fue el proceso de escritura: “El texto original era académico pero en el contexto de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA, en la que se incentivaba a construir conocimientos de modos menos encorsetados que la idea de lo monográfico y toda la parafernalia de la investigación en ciencias sociales.Cuando fue una tesina tenía menos escenas y más desarrollo teórico pero el tono era similar: una estudiante que viaja a conocer y termina puesta en crisis, mapuchizada, pero también con demasiadas preguntas acerca de qué es una identidad, peleada con las esencias pero amigada cuando el fin es defenderse de los enemigos. El texto engordó y adelgazó, perdió citas, aunque dejé algunas para construir al personaje, glosé algunas entrevistas para que fluyera mejor la lectura. Y ganó en anécdotas, escenas, personajes, la subjetividad de la narradora, hay muchas cosas que pasan en la crónica que no se referencian en "lo que pasó". La crónica como género permite esas transgresiones”
En su viaje la autora visitó radios de la comunidad mapuche, conoció medios de comunicación alternativos, entrevistó artistas y dirigentes. En Chile participó de un festival de música y poesía, no sólo como periodista sino que convivió con los grupos, pogueó, bebió y coreó los temas de las bandas. Así desfilan en su crónica el colectivo de jóvenes mapuche We Newen (Fuerza joven) que rapean en mapudungún y en español, con letras que denuncian al imperialismo, a los estados chileno y argentino y a la falta de solidaridad. “Nosotros mapuchizamos la poesía y el hip hop transformándolos en herramientas modernas para la lucha de nuestro pueblo”, dicen en su web. Por su parte los VI Kantun Mapu son retratados como “la pata psicodélica del rock mapuche, los Doors con poncho”; tocan canciones propias y adaptaciones de las letras de Violeta Parra o de la poeta mapuche Rayen Killen. Y los Pu kutri Ñuke que hacen punk, hip hop y hardcore y cerraron una de las noches del festival al grito de “La tierra te pide que no des ni un paso atrás”.
Consultada sobre qué concepto o idea fundamental cambió en ella después del viaje, en su mirada de la cultura y la identidad mapuche, Agustina asegura: “La importancia de la lucha desde la lengua. El conflicto alrededor de cómo nombramos las cosas se vuelve central especialmente en las formas de vida de una cultura y un pueblo amenazado por todos los flancos. Porque lo que está en juego es la lucha por el territorio pero en términos totales, en cómo nos relacionamos con el entorno que habitamos, en cómo vemos y narramos ese vínculo dinámico que tenemos con el mundo, la naturaleza, los otros y otras. Eso también es lo que determina donde se pone el alambrado. Están en juego dos modos opuestos de nombrar y habitar: el modo que ya conocemos como occidentales judeocristianos patriarcales y otro modo que se adivina en el mapudungún. Podemos luchar dentro de las instituciones, podemos ser autonomistas, lo que no podemos jamás es descuidar la lucha por la lengua. Esta idea que yo me traje de aquel viaje que fue hace ya diez años me acompaña en los contextos de otras luchas, de otras diversidades. Cómo nombramos las cosas instaura un mundo, nos coloca corporalmente en él. Y comprender que así como las leyes se cambian, las lenguas también.”
La autora nota que hay un interés renovado por el libro y lo festeja como modo de ingreso al conocimiento del pueblo mapuche, pero piensa que la mejor manera de interiorizarse es hablando con ellos, participando activamente de sus construcciones y acompañando. “Ellas y ellos somos nosotras y nosotros, no es algo que pasa en el campo cuando la policía reprime, no existen sólo cuando compartimos una foto terrible en facebook, tenemos más que aprender”, concluye.
Agustina Paz Frontera es Licenciada en Ciencias de la Comunicación y Magister en Periodismo documental. Publicó también el libro de poesía La central del sentir (Nulú Bonsai, 2014). Actualmente forma parte del colectivo Ni Una Menos, trabaja en el armado de un portal de noticias latinoamericanas y da talleres de escritura todo el año.