Brasil: “Reforzar la conciencia crítica indígena”
Por Sergio Ferrari (*)
Luego de seis años y medio de vivir en la Amazonia brasilera y de trabajar con las comunidades autóctonas Yanomami, Sylvie Petter inició en abril del año en curso una nueva etapa de su trabajo al servicio de la organización local Secoya que tiene su sede en Manaos. Como cooper-actriz de E-CHANGER y con el apoyo de la organización solidaria helvética Novo Movimento, la enfermera suiza seguirá impulsando-reforzando-coordinando el Programa de Educación en Salud en el periodo 2017-2018.
“Un proyecto que en esta nueva fase es más desafiante y exigente que nunca”, enfatiza Sylvie Petter. No solo se trata de mejorar la prevención de la población autóctona en el área de la salud sino también de dar un salto hacia adelante en la formación política de la misma. Es decir, promover una mayor apropiación de las comunidades de su lucha a favor de la salud y un espíritu más crítico. Reforzar las sinergias y la integración de dichas comunidades en iniciativas más globales de los pueblos indígenas a nivel regional y nacional.
Desafíos mayores dado el escenario geográfico condicionado por las distancias enormes. Para llegar a los municipios más cercanos donde trabaja la SECOYA, es necesario un día entero de navegación en un gran barco por el Río Negro. Santa Isabel do Rio Negro, municipalidad donde se sitúa la sede operativa, está a tres días de barco. Y luego, varios días con embarcaciones más pequeñas para llegar a una quincena de comunidades. El pueblo Yanomami, al que apoyamos, totaliza 26.600 personas distribuidas en una superficie igual al doble de Suiza, explica Sylvie Petter iniciando esta entrevista exclusiva.
P: Luego de estos años de vivir en Manaos y de viajar permanentemente a las comunidades, ¿qué es lo que la motiva para continuar en este proyecto?
R: Hay varias razones. La primera, el deterioro evidente de la situación global de Brasil a partir del golpe institucional y de la llegada al Gobierno del actual presidente Michel Temer en mayo del 2016. La situación de los yanomamis, en el plano de la salud, por ejemplo, transita una degradación acelerada. Y aunque antes no era óptima, ahora es desastrosa. La tasa de mortalidad aumenta rápidamente. Otro argumento para continuar con el trabajo en la Amazonia, es que mi organización coparte, la SECOYA no está totalmente estabilizada, y se confronta a una fragilidad objetiva. En algún momento, el año pasado, existieron incluso dudas sobre si se podría continuar a existir. Y por último, en el plano personal: es difícil desentenderse de esta situación y regresar a vivir a Suiza en un momento, justamente, en que las necesidades de la población yanomami son mayores.
Comunidades fragilizadas
P: Se refiere a un retroceso acelerado de la situación de las comunidades yanomami desde que se produjo el golpe institucional…
R: A nivel de salud es objetivo. Crecen las epidemias, se multiplica la mortalidad. Por ejemplo, a nivel infantil, diversos estudios indican que en tierra Yanomami es 7 veces mayor que la media nacional. Así mismo, el impacto de la malaria llega a niveles inimaginables apenas algunos años atrás. Las medidas positivas que se habían dado para prevenirla no fueron retomadas por el actual Gobierno.
P: ¿La población autóctona está ahora más fragilizada?
R: En efecto. Se constata una mayor vulnerabilidad, sobre todo en cuanto a los derechos a la salud y a la educación; en cuanto a la demarcación de las tierras y territorios indígenas etc. Un ejemplo significativo: a la Fundación Nacional del Indígena (FUNAI), que es el ente que debe velar por los pueblos autóctonos, se le cortó un 40% su presupuesto que ya se venía reduciendo desde el 2009 en adelante. Todo esto agravado por el Proyecto de Modificación Constitucional 55 que busca congelar los gastos públicos para los próximos 20 años. La nominación del pastor evangélico Antônio Fernandes Toninho Costa a la presidencia de la FUNAI y de un general del ejército a la cabeza del sector de promoción de desarrollo responde a los intereses de la bancada ruralista del parlamento (grandes propietarios rurales) y su objetivo de obstruir las vías legales para el reconocimiento de las tierras indígenas. Lo que refuerza el programa de aceleración de crecimiento (PAC) en la Amazonia, es decir los mega proyectos que no tienen en cuenta la sustentabilidad ecológica y social. Todo esto en detrimento de la población autóctona.
Defender los derechos adquiridos
P: ¿Cuáles son los ejes del trabajo en el área salud?
R: La promoción de la salud de parte de los agentes multiplicadores Yanomami, busca disminuir la malnutrición infantil integrando actores de las propias comunidades -maestros, líderes, mujeres. Así como la valorización de las formas tradicionales de gestión del territorio y soberanía alimentaria. Promover medidas de limpieza comunitaria y la implementación de sistemas de purificación del agua. Intentamos también reforzar las capacidades de las comunidades a defender sus derechos de salud, al acceso al agua potable y a exigir políticas públicas que respeten su cultura y derechos en tanto pueblo originario.
P: ¿Y en cuanto a las prioridades de la SECOYA para los próximos años?
R: La situación actual nos fuerza a un objetivo esencial: hacer todo lo posible para que los indígenas no pierdan los derechos adquiridos. Los nuevos proyectos van en la dirección de reforzar la conciencia crítica de los Yanomami; formar agentes multiplicadores interculturales para la defensa de sus derechos y reforzar las redes con diversos actores. Más que todo un trabajo de desarrollo de la conciencia política en el sentido más amplio del término. Los últimos años fuimos actores y testigos. Quisiéramos en el futuro próximo acompañar a las comunidades en su lucha, su denuncia y sus pasos para integrarse más activamente en el movimiento indígena a nivel nacional.
P: ¿La principal razón de esa débil conciencia?
R: A diferencia de otros pueblos indígenas que tienen contacto desde hace 300 o incluso 400 años, las relaciones de los Yanomamis con la sociedad brasilera son relativamente recientes, de no más de 60 años. Trabajamos incluso con una comunidad que viene de Venezuela y que no hace ni 3 años que se ha abierto al contacto. Eso influye para que sean influenciables a los diversos juegos políticos y tengan problemas para tomar decisiones consensuales y coherentes. Fundamentalmente por falta de conocimiento y comprensión de lo que está en juego y por no conocer el funcionamiento de las instituciones y del poder público. Además, en la cultura yanomami es difícil tener la visión de la unión de todo el pueblo. Son poblaciones y clanes que funcionan como núcleos separados.
P: ¿Luego de más de 6 años de trabajo en ese medio, se constatan avances en el área de salud?
R: Hemos avanzado mucho en la prevención. Lo que es limpieza ambiental; lo que se refiere a la purificación del agua. Hemos logrado instalar sistemas de tratamiento de agua con buenos resultados. Y los agentes indígenas de salud han integrado que la prevención es más importante que la mera distribución de medicamentos. Se ve una evolución en la conciencia de confrontar los factores que producen las enfermedades. Sin embargo, se vuelve a agravar el impacto de la malaria, sin que las autoridades respondan a la gravedad de la situación. Eso va más más allá de lo que podamos aportar nosotros desde la SECOYA.
Dos mundos, dos conceptos del tiempo
P: Si tuviera que identificar su principal frustración, o limitación personal...
R: Lo que más me golpea es la concepción diferente del tiempo. En la cultura yanomami existe solo el presente. No es siempre fácil para mí vivir el día al día. Incluso no es fácil, a veces, promover los programas de prevención, que incorporan el hoy y el mañana, sin olvidar lo que se vivía ayer. Hice un paso delante de aprendizaje en los viajes al terreno. Partimos, pero no sabemos cuándo llegamos. Todo puede cambiar de un momento a otro, sea por condiciones climáticas, por cuestiones técnicas de las embarcaciones, por razones logísticas. Es esencial aprender a aceptar eso como realidad; sin estresarse porque el estrés, en esa realidad, no aporta nada.
P: En este contexto cultural tan particular, y en un marco político como el que atraviesa Brasil, ¿cuál es el rol, cuáles son las prioridades de la cooperación y la solidaridad?
R: La solidaridad es esencial, sobre todo en este momento políticamente tan difícil. En el mundo de la cooperación, en el norte, la tendencia es exigir a las contrapartes en el sur objetivos muy claros y la medición de resultados, los impactos cuantificables etc. No siempre en el trabajo con las comunidades indígenas podemos responder a esas exigencias de medida de impacto. Por eso debe desarrollarse un paradigma de cooperación realmente solidario y comprensivo. Que comprenda que nuestro rol es el de acompañar el camino de los Yanomami, a sus ritmos. Incluso aceptar que las comunidades pueden a veces tomar decisiones que nos pueden llamar la atención o con las que no estamos de acuerdo. Debemos aceptar el derecho que tienen al error. El derecho a buscarse. Estamos con ellos acompañando y debemos responderles cuando nos solicitan una opinión u orientación. Pero no es aceptable imponer nuestras miradas que son culturalmente diferentes. No cabe, tampoco, diseñar proyectos que son el resultado de nuestros análisis teóricos en tanto europeos. Para ser solidarios debemos apropiarnos y vivir muy a fondo la verdadera esencia de la interculturalidad. Y respetar profundamente, por ejemplo, las diferencias conceptuales en las nociones del tiempo…
(*) En colaboración con E-CHANGER, ONG suiza de cooperación solidaria, y Novo Movimento, organización helvética de solidaridad con los movimientos sociales brasileros. Fotos: SECOYA