“Hay una persistente política de vaciamiento del Ministerio de Cultura de la Nación”
Ministerio de Cultura de la Nación: más recortes es menos cultura
El 14 de agosto de este año —inmediatamente después de acontecidas las elecciones nacionales PASO— nos anoticiábamos de que Enrique Avogadro había renunciado a su cargo de Secretario de Cultura y Creatividad del Ministerio de Cultura de la Nación (MCN). “El funcionario no será reemplazado sino que sus programas quedarán a cargo de Iván Petrella, que hasta ahora era Secretario de Integración Federal y Cooperación Internacional”, informaba ese día Clarín. “En el Ministerio se habla también de una movida más importante: aunque quedó en veremos, hace rato que circula la intención de reducir el número de ministerios. ¿Cultura volvería a ser una secretaría, como lo fue hasta mayo de 2014? Esta hipótesis circula y la reducción de secretarías la abona. Si así fuera, los rumores hablan de dos posibilidades: que vuelva a depender de Presidencia o que se integre al Sistema Nacional de Medios y Contenidos Públicos, bajo la conducción de Hernán Lombardi”, agregaba el mencionado diario. Casi repitiendo las mismas palabras publicadas en Clarín, al día siguiente el diario La Nación informaba que “está el rumor que indica que se vienen recortes en el área [y] la unificación de Cultura con el Sistema Nacional de Medios y Contenidos Públicos, área que depende de Hernán Lombardi. Sin embargo, en el entorno del ministro de Medios desmienten rotundamente el último escenario. ‘No hay recortes. Nuestra gestión no hizo más que ampliar programas. Tampoco hay un escenario de fusión entre un área de gobierno y otra’, precisó Avogadro. Sin embargo, puertas adentro del Ministerio hablan de achicamiento presupuestario y de proyectos socioculturales creados por la actual administración, cuya continuidad está en duda”.
Contrariamente a lo afirmado por Avogadro (“no hay recortes”), desde ATACA afirmamos que hay una persistente política de vaciamiento del Ministerio de Cultura de la Nación. El objetivo general que persigue la plutocracia que actualmente administra el Estado nacional es achicar la cultura pública (no es casual que el lema de combate de ATACA es —desde que nos conformamos como colectivo de trabajadores— #LaCulturaNOseAchica).
Entendemos que no nombrar a ningún funcionario en reemplazo de Avogadro y pasar la Secretaría de Cultura y Creatividad a la órbita de otra (Secretaría de Integración Federal y Cooperación Internacional comandada por Iván Petrella) es achicar aún más el MCN. Proceso de achicamiento que alimenta la espiral de agigantamiento del achique: la Secretaría de Integración Federal y Cooperación Internacional no sólo es —o, mejor dicho, era, dada la reciente/próxima absorción del área que regenteaba Avogadro— la más pequeña de todo el MCN sino que hasta ayer nomás se encontraba (y se encuentra) en pleno proceso de achicamiento. ¿Por qué decimos que la Secretaría de Integración Federal y Cooperación Internacional está en proceso de achicamiento? Porque hasta el momento en que Avogadro dejó de ser funcionario de alto rango del MCN, se sabía que el ministro Pablo Avelluto le quitará al área de Cooperación Internacional distintos programas que gestionan fondos concursables para la movilidad de artistas e investigadores de la cultura. Estos programas no serían suprimidos sino transferidos para su gestión al Fondo Nacional de las Artes (FNA), un área descentralizada del MCN. El ministro pretende traspasar los programas sin trabajadores —excepto que éstos den batalla y triunfen— y sin los correspondientes fondos dinerarios —salvo que el conjunto de trabajadores del MCN combatan y lo impidan—. ¿Acaso aumentará el presupuesto asignado al FNA? Estamos en condiciones de afirmar que no. Así, el FNA habilitará más líneas de subsidios pero no dispondrá de más dinero, es decir, habrá menos fondos disponibles. Entonces el achique discurrirá por dos vías de fuerte impacto social: los artistas, profesionales, gestores culturales y animadores de organizaciones no gubernamentales —entre otros— dispondrán de menos espacios institucionales adonde solicitar apoyo —y quienes sean beneficiados obtendrán escasa ayuda monetaria—; los trabajadores empleados por/para esos programas serían desfuncionalizados —y, se sabe, no tener tareas asignadas es un buen argumento para despedir empleados—,[1]
Es importante saber que los mencionados programas culturales tuvieron en 2016 y 2017 sus respectivas convocatorias y adjudicación de fondos, becas, ayudas, etc. En muchos casos aún transcurren los procesos de ejecución y administración que son llevados adelante por trabajadoras y trabajadores que cumplen diariamente sus tareas en medio de esta incertidumbre institucional; incertidumbre que conlleva una angustia existencial para cada uno de ellos/as y que se añade a la angustia diaria de saber que sus situaciones contractuales son inestables; inestabilizados/as en su mayoría debido a la precariedad laboral que reina en el Estado nacional desde la década de 1990.
Este achicamiento (menos puestos de trabajo para los trabajadores estatales; menos posibilidades de despliegue —que es también trabajo— para artistas y profesionales y gestores de la cultura porque la torta de subsidios/ayudas/becas a repartir sería aún más exigua) agrandará el proceso habido y en curso de achique cultural: en 2017 y para lo que resta del año el recorte presupuestario en el Ministerio de Cultura de la Nación llegó al 30%. Una lista de “acciones culturales” que desde el 10 de diciembre de 2015 no deja de engordar (y al mismo tiempo enflaquecen los trabajadores): despidos masivos, cierres de programas, subejecución presupuestaria y tercerización de tareas (es decir, negociados) pese a que hay trabajadores no sólo capacitados sino sobrecapacitados que están contratados fraudulentamente por la patronal de Estado (asalariados que no son de planta permanente y “monotributistas” que anualmente deben renovar sus contratos: no son trabajadores eventuales porque las renovaciones contractuales son sucesivas y por lo mismo son trabajadores en relación de dependencia). Respecto de los trabajadores que facturan mensualmente (monotributistas), sus contratos fueron renovados en 2017 sin ningún incremento monetario, lo que es inversamente proporcional a los contratos de nuevos “monotributistas” que ocupan cargos de “coordinación” con honorarios que superan los $30.000.
Como en febrero de 2016, el grito de ATACA reverbera en agosto de 2017:
¡La Cultura No Se Achica!
Asamblea de Trabajadores Autoconvocados de Cultura de la Argentina – ATACA
(La imagen que ilustra esta nota es de diciembre de 2015 y fue tomada de esta nota. Los funcionarios aludidos aquí están allí: entre las personas que están sentadas, el ministro Avelluto es flanqueado por Avogadro —pantalón verde— e Iván Petrella —pantalón gris—).
1 - Si estos trabajadores, que son precarizados, no cumplen tareas, esto significará que “no trabajan”, y si no trabajan son “ñoquis”, diría el funcionario de turno para justificar los despidos. Explícitamente nos referimos a los trabajadores precarizados porque echar a empleados de planta permanente no es tarea sencilla, en cambio a los asalariados contratados por tiempo determinado y a los “monotributistas” simplemente se los “desvincula”: ¡perverso eufemismo ya utilizado por la patronal de Estado a fines de 2015 e inicios de 2016 cuando echó a miles de empleados públicos!