Superliga macrista: crónica de una privatización anunciada
Por Martín Massad
Mauricio Macri le debe al fútbol mucho más de lo que le ha dado. Sus tres presidencias al frente del Club Atlético Boca Juniors le sirvieron de trampolín para su carrera política, que lo llevó primero a ser diputado nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2005-2007), luego a Jefe de Gobierno del mismo distrito por dos períodos (2007-2015) y en la actualidad a Presidente de la Nación.
Desde sus épocas como máxima autoridad del club de la ribera, Macri mantiene su obsesión por transformar a los clubes de fútbol en sociedades anónimas. En el año 2000 impulsó un proyecto que permitía las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) en el fútbol. Fue rechazado de forma contundente en la AFA con un resultado de 38 a 1 en contra (el 1 fue de Macri). A pesar de aquella derrota, el deseo de que los clubes tengan dueños no ha desaparecido y con Cambiemos al mando del ejecutivo las posibilidades de que esto suceda han cobrado más fuerza.
El actual gobierno se ha caracterizado, por lo menos hasta ahora, por ser gradualista en las medidas más antipopulares que ha llevado a cabo desde que asumió en diciembre de 2015. Pasadas las elecciones de medio término y con la ola amarilla en amplio crecimiento habrá que ver si el gradualismo se transforma en medidas de corte drástico para el perjuicio de las mayorías populares. Y el fútbol es lo popular por antonomasia.
¿Cómo es el proyecto?
El proyecto de ley que prevé la reforma de los artículos 33 a 45 del Código Civil y Comercial, tiene como imagen el proyecto de ley 283/03, que contó con media sanción en 2003 en el Senado y habilita la posibilidad de que una asociación civil celebre un "contrato de gerenciamiento" o bien un "contrato participativo de inversión y desarrollo".
Como antecedente figura la Ley 25.284 de Fideicomiso o "Régimen especial de administración de las entidades deportivas con dificultades económicas".
Superliga y adiós al Fútbol Para Todos, un indicio
A partir de la fecha pasada de la Superliga del fútbol argentino (como se denomina ahora al campeonato de Primera División) la posibilidad de ver los partidos de manera gratuita ha desaparecido. Ahora quienes quieran ver los encuentros en vivo deberán pagar 300 pesos más al abono de cable (un mínimo de 1000 pesos en total), o deberán conformarse con ver los goles en las repeticiones o escuchar los partidos por radio.
Esta re-privatización de la televisación del deporte más popular en nuestro país va en sintonía con las ansias del oficialismo de privatizar aunque sea en parte a los clubes. Nuevamente el gradualismo aparece como prueba de ensayo, para ver hasta dónde la sociedad argentina está dispuesta a tolerar las reglas del mercado. Hasta ahora, la mayoría de los clubes viene resistiendo a las ansias privatistas. Con este propósito han esgrimido argumentos basados en la función social que cumplen las instituciones deportivas que tienen al fútbol como su mayor fuente de ingresos o han puesto el eje en el sustento de otras disciplinas a partir del mismo. Ahora el gobierno apunta a hacer un mix. Con esta idea, las SAD convivirían de “manera armónica” con las sociedades civiles sin fines de lucro, como hasta ahora las conocemos.
Distintas voces se han alzado a favor y en contra de las SAD. Entre las voces opositoras se destaca la de Rodolfo D’Onofrio, presidente de River, quien en su momento argumentó que "las sociedades anónimas no garantizan que vayan a cumplir bien el papel social que tenemos los clubes. En River, por ejemplo, tenemos un montón de actividades deportivas que son deficitarias económicamente y que se mantienen gracias al fútbol y son actividades que sacan grandes deportistas y ayudan a chicos a salir de las drogas, a estudiar, a crecer". Matías Lammens, presidente de San Lorenzo, sostiene la misma línea.
En la vereda opuesta y en sintonía con el Ejecutivo, el presidente de Boca, Daniel Angelici, argumentó: "Es una posibilidad para algunos clubes, pero por supuesto no para Boca, que está muy bien administrado y no necesita ninguna asistencia. Cada club evaluará a través de sus socios qué es lo que tiene que hacer".
El presidente Mauricio Macri presenta la creación de las SAD como un paso adelante hacia varias mejoras alrededor del fútbol. En más de una oportunidad el ex presidente de Boca manifestó que este cambio va a "permitir que el fútbol argentino entre en una nueva era".
Antes del ballotage de las últimas elecciones para presidente de la AFA, Macri bajó su discurso entre los electores y dejó en claro que el gerenciamiento será una “posibilidad” y que los socios de cada club decidirán sobre el futuro económico e institucional de cada entidad. Las posibilidades de elegir se diluyen si se tiene en cuenta la libertad que el mercado ejerce en la economía de nuestro país, sumado a las difíciles situaciones económicas que viven los clubes por los altos costos de mantener a los planteles y los malos manejos de sus dirigentes.
El club es de los socios
Esta consigna entonada en ciertas ocasiones en las que la potestad del hincha se sintió vulnerada es digna de tener en cuenta ante una futura embestida de algunas empresas que pretendan apoderarse de los clubes. La resistencia será siempre necesaria para que los clubes no sean solo un cierre de balance con beneficio exclusivo para sus hipotéticos dueños. Para que esto no suceda, el control de las cuentas por parte de los socios es una difícil pero necesaria tarea. De lo contrario, la posibilidad de vaciar las magras cuentas de los clubes será sencilla y dejará las puertas abiertas para el desembarco de los gerenciadores. Con un estado chico y ausente en lo que ha cuestiones sociales se refiera, los clubes quedarán a merced de empresarios ávidos de mayores negocios.
Los socios siguen siendo los más perjudicados . Las cuotas de los clubes han sufrido aumentos en los últimos tiempos y las entradas a los estadios son cada vez más onerosas. Sumemos a esto los adicionales que deben pagar quienes van a la cancha los días de Copa Libertadores o Sudamericana y las condiciones que los hinchas deben soportar para entrar a los estadios y estar dentro de ellos.
Cualquiera que esté prendido a la emoción del futbol en nuestro país, sabe, por propia intuición o evidencia, que muchos de los dirigentes se han llenado los bolsillos y han dejado a los clubes en bancarrota. Hoy la situación de las instituciones transita un camino financiero complicado. Esto lleva a que los jugadores que empiezan a brillar en el torneo local sean vendidos con muy pocos o tal vez ningún partido en primera división. El desembarco de las SAD en los clubes agrandaría el negocio dejando a merced del mercado la pasión y el sufrimiento de los hinchas. La posibilidad de que esto suceda no es muy lejana, tal vez más cerca de lo pensado. Solo una dirigencia férrea y el consenso de los socios podrá impedir que los clubes dejen de ser de ellos.