“El fútbol me ayuda a dejar el pasado atrás”
Por Melina Erbes Ortíz , Javier Creado y Nicolás Cejas – ETER
“No hay nada peor que la cárcel”, aseveró con voz firme Nahuel Oviedo, pero con los ojos perdidos. Sentado sobre un banco de la Plaza 25 de Agosto ubicado en el barrio de Villa Urquiza contaba reprochándose sus experiencias. Su mirada intentaba olvidar lo que su mente le recordaba.
Estacionó su flamante Citroen C3 en una de las calles de Villa Devoto. Era “un trámite”, eso le habían dicho sus amigos del barrio. Cargaban las cosas y se iban. Esperó dentro del vehículo no más de 5 minutos. Para él, fueron más. Casi al mismo tiempo en que llegaron sus compañeros apareció la Policía. Oviedo no tuvo reacción. No hubo tiempo para arrepentimientos ni cambios de planes. Estaban perdidos.
Aquel episodio ocurrió en 2011 y le costó varias horas detenido en una comisaria de la zona. Hacía pocos meses que había debutado en la Primera de Huracán y cargaba sobre sí muchos sueños como futbolista que no quería echar a perder. Por primera vez temió por su futuro.
“Sentí que mi vida estaba arruinada. La junta de barrio fue mala consejera, me di cuenta tarde”, reconoció el delantero. Pero esa noche nefasta significó más aún.
Dos años después, el jugador que aún militaba en las filas del Globo estaba volviendo de un boliche en el auto de un amigo cuando se encontró con dos personas más. Como los conocía, se detuvo a charlar con ellos. Pocos minutos después, era llevado otra vez esposado.
“Esos chicos que crucé le habían robado a una mujer policía de la Metropolitana. La cana creyó que yo los ayudé a ocultarse en el auto. Me incriminaron. Querían culpar a alguien y caí yo”. Se abrió una causa bajo el título “Robo en banda con tentativa de homicidio”, los antecedentes de 2011 renacieron con fuerza ante la ley y Oviedo fue encerrado en la cárcel de Ezeiza. “En ese lugar se mueren las expectativas de vida, no se lo deseo a nadie, solo quería que fuera domingo para ver a mi vieja”.
¿Qué fue lo que te ayudó a mantener tus expectativas?
Estar en contacto con mi familia y el fútbol, sin dudas. Entrenaba dos veces por semana y era el único momento en el que me olvidaba de dónde estaba.
En la cárcel de Ezeiza existe un seleccionado de fútbol. Para el 9 “Quemero” eso significó la salvación. Durante los tres meses que estuvo tras las rejas solo disfrutaba de los días de entrenamiento, pese a que nunca llegó a competir. “Jugaba para no perder ritmo y además por diversión, cuando tenés la pelota entre los pies no pensás en nada más”, contó.
¿Cómo fue la relación con el fútbol después?
Pude seguir con mi carrera. Antonio Mohamed, el técnico en ese momento, me llamó el primer día que salí para decirme que me iba a tener en cuenta. Por suerte mis compañeros del fútbol me acompañaron a mí y a mi familia, y eso me ayudó a seguir. Muchos medios hablaron pavadas para llenar espacios, pero por suerte el tiempo puso todo en su lugar.
Huracán quedó atrás cuando Frank Kudelka se hizo cargo del club y renovó el plantel, pero Nahuel Oviedo no se dio por vencido: actualmente juega en San Telmo y sueña con volver a Primera. “Cuando veo a chicos que están en situaciones parecidas a las que estuve yo, intento transmitirles lo que me pasó y servirles de ejemplo. Me arrepiento de muchas cosas”, ratificó con voz firme nuevamente, pero su mirada ya no lucía perdida. “Trato de rehacer mi vida con el fútbol y con goles, es lo único que me ayuda a dejar el pasado atrás”.