El oficio de ser árbitro
Por Matias Cusach, Juan Caicedo y Luis Rodríguez - ETER
“El proyecto en sí con respecto a las cárceles se ideó hace mucho tiempo cuando fuimos junto a varios jugadores a hacer un evento en la cárcel de Ezeiza y un pibe me dijo que si le podía conseguir trabajo. Era de la zona de Lomas de Zamora y estaba próximo a salir”, empezó Oliveto. Y prosiguió: “En ese momento se me vino a la cabeza que en el fútbol uno tiene muchos conocidos, incluso teníamos muchos amigos a quiénes preguntar para conseguirle trabajo y empecé a recorrer todo Lomas de Zamora para encontrarle laburó al pibe. En ningún lado lo aceptaban porque estaba preso… entonces me puse a pensar que si a los que están presos, cuando salen, no les dan trabajo, van a volver a robar, ¿si no cómo viven?. Ahí se me ocurrió que de árbitros en la liga de fútbol amateur pueden trabajar sin necesidad de antecedentes policiales”.
De allí nace el proyecto. Oliveto empezó a tocar puertas e ir a instituciones políticas durante un año y a ninguno le interesaba. Hasta que se cruzó con quien era el secretario de deportes de la Ciudad de Buenos Aires, Alejandro Rodríguez. Le gustó la idea y la insertaron a “Deporte por penales”, un proyecto que desde la Secretaria venían realizando. Se inició en la unidad 9 de La Plata durante tres años, luego tuvo un paso por la 35 y 36 de Magdalena a lo largo de un año y se cerró en la 28 de Olmos hasta que cambió el gobierno.
“Se trata de un curso de nueve meses, dos veces por semana, con diploma y todo. Los egresados –cuando salgan, obvio– estarán habilitados para dirigir partidos de ligas locales y hasta de los torneos Argentino B y C”. Afirmó Oliveto.
Durante el programa pasaron alrededor de 150 presos, en los cuales se encontraban los que iban a pasar el tiempo y otros que se acercaban a escuchar de fútbol. “Una vez uno de los pibes nos preguntó cuánto se podía ganar en el arbitraje. Le dimos una cifra estimada y él respondió que eso lo hacía en cinco minutos. Los demás compañeros lo sacaron del curso”, agregó el ex árbitro entre risas mientras recibía su café.
Dos sobres de azúcar y rechazando la galletita de cortesía, el ex árbitro de cabellera canosa, rockera, con rulos, habló de las piezas fundamentales del proyecto: “La primera es que ellos evadieron la ley. No consideran la “ley” como un modo de vida ya que no la aceptan y en el curso de arbitraje hay que interpretar que el reglamento es una ley y que la tenés que cumplir. Lo segundo que debes hacer es trasladar lo que dice la norma y llevarla a la vida sabiendo que hay leyes que tenés que aceptar y cumplir. Esto es un aprendizaje para ellos mismos y para cambiarle la cabeza y decirles que tienen que aceptar las reglas de la sociedad así como se aceptan las reglas en el fútbol”
“Al principio es difícil romper el hielo, pero el mundo del fútbol lo hace más fácil. Estamos en un país netamente futbolero y sabes que vas ayudar porque para ellos aprobar el curso les implica reducir la pena”, contó Oliveto.
Ya con la taza vacía, Oliveto habló de la “manzana podrida”: “Hay tipos que no tienen solución. Estando en la cárcel es difícil. Hay pabellones de máxima seguridad, los evangélicos, los delincuentes comunes y de la clase más baja de la sociedad”, agregó Oliveto, dando a entender que son personas sin retorno, y polemizó: “Están más seguro adentro que afuera, en estos tiempos les tienes que prender fuego y quemarlos vivos es el única solución”.
¿Existe algún interés del gobierno por reanudar el proyecto?
Ahora me llamaron asesores del gobierno de Vidal para que le mande el proyecto pero no sé si no hay plata o no hay voluntad. A mí lo que me interesa es que lo hicieran a nivel nacional. La idea es regentarlo desde Buenos Aires o visitar una vez por semana cada penal para ver cómo va. Hay gente para hacerlo y dentro de las cárceles hay muchas personas que si vos le das la posibilidad hacían el curso, cómo sucedió en estos cuatro años que estuvimos con Belatti. Se ve que por lo menos la parte social no les interesa. A mí tampoco me gusta estar tocando las puertas, sin una respuesta.
¿Obtuviste algún beneficio monetario?
A mí no me interesa la plata ni sacar provecho con esto. A mí me interesa la difusión. Es una de las tantas políticas menores que pueden haber para dar soluciones a este problema que es la reinserción en la sociedad de los que salen en libertad.
¿Cómo fue tu experiencia?
Fue bárbara. Sabes qué le estás devolviendo algo, no solamente al fútbol que te dio tanto, sino también a la sociedad. Darle una herramienta a una persona para que se puedan manejar en la vida como para empezar un nuevo ciclo en condiciones para insertarse nuevamente en la sociedad. Ahora, con el cambio en la provincia de Buenos Aires, el Gobierno no le da mucha bola a la función social.
¿En tus cuatro años de docente qué estudiante te sorprendió?
El pibe que me sorprendió tiene perpetua, pero era uno de los mejores árbitros. Si hubiera estado en libertad lo mandaba a probarse en AFA. Una vez me llamó desde unidad para contarme que cuando le dan salida transitoria hace un programa de radio y dirige torneos cerca del penal. Y lo que recauda se lo manda a la familia.
“Nosotros hablamos solamente de fútbol, muy rara vez alguno contaba por qué estaba adentro”, expresó Oliveto. Algunos sí confesaban cuando ya lo vieron por segunda vez, al año siguiente, por el penal 9. Uno de los casos que más recuerda es el de un ex preso que le contó sobre su caso. Era un chico que se había recibido de árbitro y cuando salió se puso una mini empresa para imprimir camisetas. Para solidarizarse, Oliveto le encargó tres. Fue el primer trabajo que tuvo.
Alzó la mano y pidió la cuenta. Y mientras, Oliveto contaba que siempre le resultó bastante simple llevar adelante el proyecto ”porque se necesitaban cosas básicas como un aula, un pizarrón y un reglamento para darle a cada uno de los internos”. Cada cárcel cuenta con una cancha de fútbol para entrenar, y era ahí donde se ponía el curso en práctica. Se realizaba un partido con la colaboración de los otros presos quienes hacían de jugadores. “Al principio los practicantes se llevaban el silbato a la boca con miedo. Son situaciones difíciles hasta que se decidían a meterse los huevos al hombro y posicionarse. Era más una cuestión de personalidad y no todos la tienen. Acá adentro son tipos que vos sabes por qué están ahí y después no podes echar al que es el líder del pabellón al pitar falta.”
“Adentro te das cuenta que hay mucha gente que quiere cambiar, y ese es el mensaje. Me siento muy bien con la iniciativa y aún los padres de varios de esos chicos me agradecen a través de las redes sociales. Sigo esperando la oportunidad del Gobierno para retomarla”, cerró Oliveto con su idea, invitó el café y se fue caminando con un cigarrillo en la boca.