Una mirada crítica a la política económica del kirchnerismo
Por Juan Manuel Ciucci
APU: En el libro diferencia tres kirchnerismos, ¿qué características tendrían cada uno?
Matías Kulfas: De manera sintética, y haciendo hincapié en los aspectos económicos, si el primer kirchnerismo (2003-2007) representó el predominio de la macro –caracterizado por un escenario de superávits gemelos, elevado tipo de cambio real, fuerte recomposición de la rentabilidad empresarial y paulatino estímulo a la demanda interna con una combinación entre política fiscal y de ingresos-, el segundo kirchnerismo (2008-2011) intentó (con un éxito parcial y severas limitaciones) compensar el menor impulso macroeconómico con respuestas institucionales y desde la política fiscal y productiva. El tercer kirchnerismo (2012-2015) marcó la crisis de ambos enfoques: con un escenario macroeconómico en franco deterioro y las limitaciones acumuladas en las capacidades de la política económica y productiva, la economía argentina se sumergió en un proceso de estancamiento económico donde la promesa inicial de “profundizar el modelo” debió mutar a la menos ambiciosa y épica de “aguantar el modelo”.
Durante el tercer kirchnerismo los indicadores sociales y laborales dejaron de mostrar mejoras significativas, el sector manufacturero inició un proceso de ajuste y el nivel de actividad mostró notables oscilaciones que determinaron una tendencia de largo plazo al estancamiento y una reducción de PIB por habitante. Se trató de un proceso signado por la combinación entre las limitaciones de la política industrial, las deficiencias de la política energética, inconsistencias en la gestión macroeconómica y un cambio en el escenario internacional, donde finalizó la fase de auge mundial de los productos básicos, afectando las ganancias del sector agrario y modificando completamente los planes de inversión en el sector petrolero, particularmente revirtiendo las expectativas abiertas en la explotación de combustibles no convencionales en el yacimiento de Vaca Muerta.
El deterioro de la situación económica durante el tercer kirchnerismo y las limitaciones de la política económica son datos insoslayables a la hora de explicar la victoria electoral de Macri en las elecciones de fines de 2015. Naturalmente, no es el único factor; pero las explicaciones que centran su análisis exclusivamente en el papel de los medios de comunicación, o en el “engaño” electoral perpetrado por la Alianza Cambiemos, no tienen en cuenta aspectos muy importantes.
APU: En varios puntos menciona la falta de planificación, ¿cree que es esa la máxima crítica que puede hacerse a la política económica del kirchnerismo?
MK: Probablemente sí. Al principio Néstor Kirchner era muy reacio a presentar planes económicos. Decía que la sociedad estaba cansada de planes, y seguramente tenía razón. Pero después de la salida de la crisis y del exitoso bienio 2003-2005, se hacía cada vez más necesario pensar a largo plazo, estudiar los mecanismos para sostener el esquema macroeconómico, si bien era esperable que los superávits fueron reduciéndose y el tipo de cambio real proseguiría apreciándose, pero fundamentalmente era un excelente momento para repensar la política productiva. Algo de esto se planteó en el plan productivo en 2007, pero fue un intento que no prosperó. Peor aún, la política energética generó nuevos problemas: dificultades para incrementar la oferta a la altura con el fuerte crecimiento del consumo energético en industrias y hogares y un creciente impacto fiscal, que además no tuvo una buena aplicación en términos distributivos. En 2008 se crearon nuevos ministerios que no supieron cambiar la política productiva y eso hizo, entre otras cosas, que se deteriorara el balance externo. Creo que con otra política energética y con una política de desarrollo productivo y tecnológico más innovativa, los problemas que se presentaron después de 2011 no habrían existido, al menos no en la magnitud en que se manifestaron.
APU: ¿Por qué indica que el kirchnerismo es un punto de quiebre en la dinámica distributiva?
MK: Es interesante la pregunta porque hoy hay mucha gente que sostiene que los gobiernos kirchneristas han sido una máquina de generar pobres y otras frases de ese tipo. El cambio de tendencia en los indicadores sociales respecto a lo observado durante el último cuarto de siglo XX, ha sido notable. Argentina era, hasta mediados de la década de 1970, uno de los países de mejor distribución del ingreso de América Latina, con niveles de pobreza y desempleo relativamente bajos. El deterioro durante el último cuarto de Siglo XX fue notable. Un ex economista de la CEPAL, Beni Kosacoff, que conoce mucho sobre la región, ha dicho que Argentina fue, en esas últimas décadas del Siglo XX, el mayor laboratorio de regresividad social de la región. Por eso digo que durante los gobierno kirchneristas el cambio fue notable y se revirtió la tendencia regresiva que se venía registrando. La pobreza bajó más de 30 puntos porcentuales, la distribución del ingreso se hizo más equitativa y volvimos a tener tasas de desempleo de un dígito. Lamentablemente, las limitaciones de política para cambiar el perfil productivo hicieron que se llegara a ciertos límites para seguir profundizando los logros y avanzar más. Como dijo hace poco Daniel Schteingart, cambiar el perfil productivo es la madre de todas las batallas contra la pobreza. No hay manera eliminar la pobreza si no tenemos una estructura productiva con un mayor perfil innovativo y generando mayores complementariedades y vinculaciones productivas, aprovechando el amplio tejido territorial y con mayor presencia de nuevas PyMEs. Te agrego que una nueva matriz distributiva requiere una nueva matriz productiva. Pero aún con esta limitación que menciono, los avances fueron notables. La pobreza cayó de manera consistente hasta 2013. No al nivel que informaba el INDEC, que la medía mal. Pero sí fue notable la caída. Y fue una pena no haber podido aprovechar ese escenario para generar nuevas políticas industriales que probablemente hubieran permitido continuar reduciendo la pobreza y evitar sufrir restricciones de divisas y otras dificultades macroeconómicas.
APU: ¿Cómo analiza el énfasis en el consumo que llevó adelante el kirchnerismo, y que hoy es criticado desde sectores afines?
MK: Creo que fue algo acertado en algunos aspectos y criticable en otros. Por un lado, debo decir que es un error conceptual plantear como aspectos dicotómicos al consumo y la inversión o, en otros términos, a la idea de que se crece impulsado por el consumo o se crece impulsando la inversión. La ampliación del mercado de consumo es un factor que incentiva la inversión. Pero con eso no alcanza. Si no hay una buena política de estímulo para ampliar la oferta productiva en algunos sectores que presentan limitaciones, combinando buenas políticas macroeconómicas con incentivos sectoriales allí donde se considere necesario, el incremento del consumo se traduce en un aumento aún más notable de las importaciones. Esto fue lo que pasó en nuestro país. Por otra parte, creo que en ocasiones se recurrió a recetas facilistas y algo banales, pensando el bienestar popular en términos de la capacidad de compra. Eso viene del sueño americano y me recuerda un poco a la pauta imitativa de consumo de los países centrales de la que hablaba Raul Prebisch hace más de 50 años. Incentivar la expansión del parque automotor en lugar de planificar un buen sistema de transporte, cómodo y seguro, para los trabajadores, es un ejemplo de lo que estoy hablando. Pensar que la felicidad del pueblo depende de comprar más bienes y servicios lleva a políticas equivocadas donde no se ubican adecuadamente los incentivos.
APU: ¿En cuánto cree que el legado del kirchnerismo limita el ajuste que intenta llevar adelante el macrismo?
MK: Hay ejemplos en ambas direcciones. En algunos aspectos, creo que no hubo una adecuada comunicación hacia la sociedad o errores en la formulación e implementación, lo cual ha llevado a que los cambios se hayan estado revirtiendo a gran velocidad. Esto se ve con claridad en las áreas que tienen que ver con la denominada Ley de Medios y también en cierto sentido con parte de las políticas en materia productiva dentro del aparato estatal, como Fabricaciones Militares o Arsat. En otros, como la ampliación de la protección social e inclusión previsional, creo que el abordaje fue más coherente y mejor explicado, y los límites para el gobierno de Macri están más marcados.