La partida del loco
Por Ángel Cappa
René era puro talento natural. Era el fútbol del barrio que jugaba porque le gustaba y porque se divertía, y ganaba sobre todo el corazón de todos nosotros. Nos llenó de alegría y de asombro y de ilusión.
Con la pelota escapaba al destino que la sociedad le prepara a todos los pibes pobres: ser para otro. Y se ganaba el respeto y la admiración de todo el mundo. Con una pelota conseguía la libertad que le negaban, y alcanzaba la belleza que le ocultaban.
Muchas veces fue campeón, y hasta campeón del mundo con Argentina, títulos a los que daba menos importancia que un picado en el barrio, porque para él la felicidad era ese momento preciso en el que engañaba a los defensores y al arquero contrario, para meterse con pelota y todo dentro del arco.
Y lo hacía en la cancha mas encumbrada del mundo, y también en el potrero mas atorrante del barrio. La satisfacción para René era la misma. Nos deja y seremos mas tristes inevitablemente. Pero no se podrá ir del todo porque seguirá jugando para siempre en la memoria de todos.