ATILRA: "Diezmaron a una generación brillante que quería un país mejor"
Comunicado del gremio
El día 24 de marzo es una fecha de profunda significación para los argentinos en general y para Atilra en particular. Y así como en cada rincón del país se recordó y se rindió tributo a las víctimas del terrorismo de estado, también la Organización hizo lo propio con los suyos en el acto realizado en el Centro Educativo Tecnológico (CET), en la ciudad de Sunchales, dado que entre los 30.000 desaparecidos se encuentran los compañeros Pedro Antonio Juárez, Pablo Daniel Ortman, Claudio Humberto Nardini, Raúl Antonio Cassol, Oscar José Dominici y Juan Carlos Galván, trabajadores lecheros de SanCor Córdoba –directivos e integrantes de la comisión interna del sindicato–, secuestrados durante el peor régimen dictatorial que sufrimos los argentinos.
El acto, en el participó un gran número de concurrentes, dio inicio con la entonación del Himno Nacional y la colocación de ofrendas florales al pie de cada uno de los seis robles que testimonian la presencia permanente, con el nombre y el cargo que cada uno de los seis compañeros tenía en la estructura del sindicato.
A continuación se escuchó un mensaje enviado por Mirta Noemí Pace, activa participante de la causa por los DDHH y esposa del desaparecido compañero Pedro Antonio Juárez, secretario general de Atilra Córdoba. El mensaje, cargado de emoción, instó a no arriar las banderas de lucha y dignidad y a recordar permanentemente lo que pasó para que no vuelva a ocurrir.
Seguidamente Héctor Luis Ponce, Secretario General del gremio a nivel nacional se dirigió a los presentes:
«En nombre de la Memoria de los compañeros desaparecidos les agradezco profundamente el hecho de que estén presentes hoy con nosotros. La verdad que este es un momento, cómo lo decía Mirta Pace, de profunda reflexión. León (Gieco) canta que todo está guardado en la memoria. Y hoy como todos los 24 de marzo nos vemos en la obligación y tenemos la responsabilidad de ahondar el compromiso que mantenemos con la memoria de los compañeros que quisieron una patria distinta y por eso, debemos ayudar, es nuestra obligación, a que la semilla que ellos esparcieron florezca en jóvenes nuevos.
Esta reflexión que permanentemente hacemos se entronca con no borrar de la memoria colectiva del pueblo argentino lo que pasó en aquella nefasta etapa que vivió nuestro país desde el año 1976 a 1983, donde se instauró la dictadura cívico-militar más atroz que viviera Argentina en toda su historia.
Y hago especial hincapié en decir que fue una dictadura cívico-militar, porque hubo una parte importante de la sociedad civil que fue cómplice, accionista y partícipe necesaria de los resultados nefastos que vivió la sociedad de aquella época. Fíjense ustedes que no estoy haciendo un análisis de variables económicas. Estoy hablando nada más y nada menos que de la vida, estoy hablando nada más y nada menos que del bien más preciado que Dios nos dio.
Por eso tenemos memoria y no olvidamos los centros clandestinos de detención. Por eso tenemos memoria y no olvidamos las detenciones que se realizaron. Por eso tenemos memoria y no olvidamos los vuelos de la muerte que se produjeron. Por eso tenemos memoria y no olvidamos cómo flagelaron a los compañeros que pensaban distinto. Por eso tenemos memoria y no olvidamos el secuestro de bebés. Por eso tenemos memoria y no olvidamos que esta fue una dictadura cívico-militar unida por intereses perversos desde el punto de vista económico y corporativo, que diezmaron a una de las generaciones más brillantes que tuvo nuestro país.
Señalamos que desde el campo de los trabajadores tenemos muchas cosas para decir, fundamentalmente porque el 48 % de los desaparecidos fueron trabajadores y empleados, el 21 % fueron estudiantes y el 18 % profesionales. Claro que tenemos muchas cosas para decir, porque los compañeros desaparecidos todos los días nos golpean la puerta de la conciencia para que no los olvidemos y para que la memoria de ellos sea el cimiento de una Argentina mejor, que merezca ser vivida por todos en absoluta libertad y democracia. También, no quiero pasar por alto el hecho de que la parte diezmada de nuestra sociedad por el terrorismo de estado, estuvo constituida por jóvenes. Prácticamente más del 80 % de los compañeros desaparecidos tenían entre 16 y 35 años de edad. Juzguen ustedes entonces si es que realmente no fue diezmada toda una generación que soñó con un país distinto.
Les decía que siempre recordamos que el golpe de estado fue producto de una confabulación militar con poderosos segmentos de la sociedad civil. Quiero manifestarles especialmente esto por cuanto recientemente en una reunión realizada a instancias de la Subsecretaría de Lechería de la Nación, en el ámbito del Ministerio de Agroindustria, donde participó la representación empresarial de la industria lechera y estuvo también presente la representación de los productores a través de las mesas de lechería y las entidades rurales a nivel nacional, una parte del sector industrial les pidió a los presentes que los ayudaran a aniquilar a Atilra.
Bien. Esto no solamente nos lo han dicho compañeros que participaron de esa reunión y que no piensan como quienes requirieron ese tipo de acción, sino que también lo expresó APLA, la Asociación de Productores Lecheros de Argentina, en una carta pública. Quiero hacer hincapié en este punto, para que nos quede claro a todos. Cuando se habla de esta manera, cuando se habla de aniquilar a una organización democrática y constitucionalmente constituida, tenemos que hablar claramente que ese tipo de sector reaccionario solo utiliza al estado de derecho para valerse de determinadas herramientas que en absoluto son democráticas.
Por eso creo en la importancia de tener memoria y saber que a la democracia hay que custodiarla, y que los derechos que se conquistan si no los custodiamos se pueden perder. Así, insisto, como es muy importante la memoria, es muy importante que sepamos que más allá de estar viviendo en democracia, también existen, dentro del ámbito de la democracia, intereses que tratan de destruir a aquellas instituciones que hacen algo por la gente, como son las organizaciones sindicales, y, por supuesto, como es el caso de Atilra. Por ello, seguramente hay sectores que no quieren que las organizaciones sindicales brinden salud, que no quieren que las organizaciones sindicales se ocupen y se preocupen no solamente por su membresía sino por los integrantes de toda la comunidad brindando educación en forma gratuita. Por esto también les decimos a los compañeros que debemos estar alertas, porque indudablemente no tenemos que repetir lo que ha ocurrido en el pasado, para que no tengamos que lamentar nuevamente los flagelos del pasado.
Algunos años atrás, Armando Tejada Gómez, un militante de la política pero fundamentalmente un militante intelectual del mundo de las letras, se puso en la piel de uno de los compañeros desaparecidos y entre otras cosas nos interpelaba diciendo: ´Dejen la memoria ahí/ donde se olvida el olvido./ Para que el verdugo sepa/ que donde vaya, lo sigo.// No importa que yo no esté,/ soy un silencio testigo./ Si soy recuerdo y recuerdas/ no olvides que no hay olvido.// Cuando las madres pregunten/ qué fue de nuestro destino,/ no se olviden de acordarse/ que ahí comienza el camino´.
Para nosotros ahí, en los compañeros desaparecidos, comienza nuestro camino. Para no olvidarnos y para no olvidarlos nunca, para que nunca más ocurra. Por los compañeros desaparecidos, por su memoria: ¡ahora y siempre! ¡ahora y siempre! ¡ahora y siempre! Gracias compañeros.»
Hay quienes cuentan que vieron a Pedro, Pablo, Claudio, Raúl, Oscar y Juan Carlos sonreír desde sus rostros emplazados en el Paseo de la Memoria del CET Atilra. No sería descabellado, sobre todo si se tiene en cuenta que los compañeros desaparecidos tienen muy claro que a partir de la memoria, su lucha no ha sido en vano.