Causa Coronda: "Fue extraordinaria la resistencia cotidiana de los presos políticos"
Por Daniel Dussex
El periodista Sergio Ferrari, radicado en Suiza, arribó a Santa Fe. El motivo de su visita a nuestra ciudad es en calidad de testigo en el juicio por delitos de lesa humanidad, ocurridos durante la última dictadura cívico militar en la cárcel de Coronda. Él también fue un detenido político en ese penal. Ferrari es licenciado en Historia y Antropología, responsable de comunicación y prensa de la ONG "E-Changer", periodista acreditado ante las oficinas de las Naciones Unidas, en Ginebra y redactor del periódico suizo "Le Courrier" (además es colaborador habitual de AGENCIA PACO URONDO).
APU: ¿Cuánto hace que estás radicado en Suiza?
SF: Llegué con el derecho de opción a Suiza el 28 de diciembre de 1978. De la Jefatura Federal de Buenos Aires me llevaron a Ezeiza, esposado hasta la escalerilla del avión. Una semana antes, estaba en Ezeiza (tenía mi boleto de avión) y como último ejercicio de tortura, en particular hacia mi familia, me retuvieron mucho tiempo en una celda en el aeropuerto de Ezeiza y me hicieron perder el vuelo de Swissair a Suiza. Me regresaron a la Federal y una semana más tarde, tomé finalmente el avión a Suiza.
Cada preso político a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, sin causa jurídica en su contra tenía el derecho de solicitar la opción para salir del país (en el lenguaje de los directores de la cárcel “expulsión”). Se había decidido entre las organizaciones recurrir a esta posibilidad aunque era hipotética. En mi caso y la de mi hermano Claudio, también detenido, la solicitamos varias veces y nos fueron denegadas.
APU: ¿Cómo fue la experiencia vivida en el penal de Coronda? ¿Qué marcas te dejó?
SF: Sobre el régimen cotidiano de horror y de intento de destrucción físico, psíquico, moral e ideológica de los detenidos hay muchas páginas escritas. Un régimen de horror, fríamente programado y elaborado en tanto laboratorio a imitar en otras cárceles. El objetivo era, como lo expresaron los sucesivos directores, que nosotros saliéramos muertos o locos de la prisión.
Fue extraordinaria la resistencia cotidiana de los presos políticos de Coronda, en particular del pabellón 5, el considerado como de los “irrecuperables”. Miles de métodos y formas de oponernos desde adentro de las celdas a las medidas destructivas hechas sistema. Insisto, unidad, solidaridad humana, sin diferencias políticas, con una coordinación política única de nuestro pabellón, un ejemplo de calidad de lucha y de apuesta a convertir la fraternidad diaria en antídoto contra la destrucción decretada por el enemigo.
Nadie salió de Coronda sin huellas. Algunos de nuestros compañeros (San Martín, Ormaeche, Voysard) no salieron con vida. Otros muchos, salieron con graves desequilibrios psicológicos. Con depresiones irresolubles incluso causa de muertes , como en el caso de mi hermano Claudio.
APU: ¿Qué te motivó a venir desde Suiza para declarar personalmente en el Juicio Oral y Público a 40 años de los acontecimientos que se están juzgando?
SF: Varias razones me motivaron a venir a declarar "in situ" y no aceptar la vía de la video cámara desde la embajada argentina en Berna.
La primera, entender este ejercicio de memoria, un privilegio que se nos brinda como parte del colectivo El Periscopio, para realizar un aporte (pequeño, pero significativo) a la reconstrucción de la memoria.
Pensando que un fallo correcto en este Juicio puede constituirse en una referencia jurídica para otras situaciones sensitivas. Hasta ahora, si no me equivoco, no han existido en Argentina, causas de este tipo, que sancionen a los responsables de la tortura diaria “institucional” ejecutada en las cárceles en general.
También, poder aportar con más energía, en tanto testimonio directo, la voz de los que no están. En particular mi hermano Claudio, cuyos dolores y sufrimientos post-cárceles acompañé, tratando de contenerlos, pero sin lograrlo. Por él y por todos los compañeros muertos en Coronda o destruidos por ese régimen de horror, mi pensamiento principal, reconocimiento y honor eterno. Fueron los que más sufrieron sin haber desertado ni claudicado.
Poder vivir todo esto con parte de ese maravilloso colectivo El Periscopio, compañeros de lucha, hermanos de por vida, es también una motivación adicional decisiva. Si pienso en el enorme trabajo que desde meses impulsan, especialmente los compañeros santafesinos del colectivo, los abogados y abogadas, cualquier esfuerzo personal, como un viaje de más de 10 mil kilómetros para declarar, no es más que una anécdota. Pero no podía renunciar a estar presente.
APU: Como periodista de temáticas internacionales ¿cuál es el valor que representan los juicios por delitos de Lesa Humanidad que se prosiguen en Argentina?
SF: El Juicio de Coronda sobre el que escribí varios artículos ampliamente difundidos en Suiza, Europa y medios latinoamericanos, moviliza un enorme interés. He recibido decenas de preguntas, pedidos de contactos, ampliaciones, clarificaciones. Los espacios de publicación de esos artículos fueron significativos.
La semana pasada dí una entrevista larga en la Radio Friburgo, de Suiza. El 13 de abril daré una entrevista sobre la audiencia y el juicio en el periódico suizo Le Courrier. Hay dos o tres medios que me ha insinuado su interés de cubrir el veredicto luego de conocerse el mismo el 11 de mayo.
Los derechos humanos en general, Argentina en tanto experiencia única a nivel de sanación de responsables de una dictadura en particular, convocan un renovado interés. Lo del Juicio de Coronda refuerza ese interés y atención en el plano internacional.
APU: Lo llevo a lo que ocurre en Brasil: ¿Cuál es tu mirada respecto de la detención de Lula Da Silva?
SF: Lula y el Partido de los Trabajadores han acompañado y sostenido el nacimiento mismo del FSM (Porto Alegre 2001) y los FSM posteriores, principalmente los realizados en Brasil. El 16 de marzo pasado, la presencia del ex presidente Lula da Silva convocó, en el Estadio de Pituaçu, en el marco del último FSM a unas 20 mil personas reunidas en torno a ese evento internacional.
Se lanzó allí un comité internacional de solidaridad con el ex presidente, a sabiendas que era muy probable que Lula fuera enviado a la prisión por el proceso jurídico en marcha contra él. Las reflexiones actuales son de muy diverso tipo. En primer lugar, es necesario recordar que una de las figuras políticas más importantes y representativas de la política contemporánea –no sólo brasilera sino continental- es acusada por parte de un sistema político y judicial profundamente involucrado en grandes asuntos de corrupción. Paradójicamente, sus acusadores, casi en su mayoría, tienen responsabilidades mucho mayores que él mismo en los mecanismos de corrupción.
La acusación busca, en particular, impedir la candidatura activa de Lula a la presidencia en las próximas elecciones de octubre de este año. Lula, según diversas encuestas, es el candidato que hoy cuenta con mayor simpatía electorales y si las votaciones se realizaran hoy ganaría cómodamente la presidencia. La inhabilitación del candidato Lula está a la base misma de esta movida judicial.
Es sumamente preocupante todo este proceso que ha culminado con Lula la en la prisión. Un paso más de profundización del golpe parlamentario - institucional que sancionara en abril del 2016 a la ex presidente Dilma Rousseff y le costara su puesto el 17 de abril del 2016, dos años atrás, casi exactamente, de esta nueva arremetida contra Lula.
Más allá de los problemas generalizados y reales en cuanto al financiamiento de la vida política en Brasil (así como en muchos otros Estados del mundo), que lleva a envolver empresas privadas con pagos de campañas, la actual ofensiva contra Lula, como él mismo lo indica, es una sanción a un programa de Gobierno que él dirigiera y que hizo que 28 millones de brasileros salieran de la pobreza extrema. Es la revancha de sectores ultra reaccionarios, que más de una vez se sintieron humillados por esas medidas de justicia social impulsadas por su Gobierno (2003 a 2011).
La derecha política-jurídica brasilera está jugando con fuego. La popularidad y reconocimiento de Lula y su situación de detención podrían provocar reacciones populares en las próximas semanas y meses de repercusiones incontrolables. Es esa derecha y su ofensiva la única responsable de la situación que puede desencadenarse en Brasil.