Omar Pacheco y el rompecabezas del horror
Por Miguel Martínez Naón
Pacheco en su momento concedió dos entrevistas para este medio. Hoy, aporto una breve reflexión acerca de estos terribles hechos.
La noticia del suicidio de Omar Pacheco me llegó como una puñalada. Me quedé pensando en él y recordando algunos de los pequeños momentos que viví en ese teatro. Las noches en que pudimos conversar y las entrevistas que logré hacerle. La cantidad de funciones que vi de sus últimas dos obras: "La cuna vacía" y "Dashua" (el tema central de esta última era justamente la violencia hacia la mujer). Siempre en ese mismo espacio teatral y yo siempre maravillado. Tal es así, que un día al preguntarle a una de las actrices si podía ir esa misma noche a ver la función, él mandó a decir por medio de ella: "Miguel puede entrar aquí cuando quiera, siempre está invitado".Lo tomé como un enorme gesto de su alma, como un gran regalo de la vida.
El viernes pasado cuando vi las imágenes de las compañeras escrachándolo no podía creerlo; imposible digerirlo y empecé a detestarlo y me dolía y me indignaba. Desde luego jamás dejé de creer en ellas, en esas denuncias. Es más, les escribí inmediatamente y les ofrecí ayuda desde este medio para que hablaran, para que lo denunciaran. Sobre ellas puedo decir que desde aquel mismo viernes emprendieron juntas un camino justo, necesario y sanador. El único fin de un escrache (un escrache verdaderamente digno como este) es conseguir justicia, no venganza. La institución judicial no las oye.
Los imbéciles que hablan en los medios y las redes y repiten que ellas no hicieron ninguna denuncia penal, son unos cínicos, saben que no hay manera de denunciar jurídicamente los toqueteos, las manipulaciones, todo ese tipo de violencia íntima. Es incomprobable. Cada uno de los testimonios que exponen estas compañeras forma parte de un gran rompecabezas lleno de violencia y perversión.
En los medios también se animan a sugerir que hubo "inducción al suicidio" y finalmente están victimizando a quien fue el único gran responsable de semejante horror.
Ahora ya está. Todo esto que yo describo no impide que me duela. A las compañeras seguramente también les debe doler mucho, fueron sus alumnas, ¿no? Trabajaron durante años en ese teatro, armaron una cooperativa, se formaron con él, ensayaron, estrenaron sus obras. Algunas hasta aportaron dinero. Una de ellas (hija de desaparecidos durante la dictadura) aportó el dinero de la reparación histórica para la construcción del teatro. Fue desplazada y ninguneada por su maestro.
Tampoco lo escracharon con el objetivo real de que se suicide. Fue decisión de él, supongo que lo hizo porque no pudo hacerse cargo de semejante daño. Qué sé yo. Me quedo con un fragmento de la última entrevista que le hice, algo paradojal, por cierto, pero que finalmente me recuerda a otro montón de gente (artistas, sobre todo) que no pudieron sostener ni su ética ni su discurso, y que, por cierto, ahora que lo recuerdo, la mayoría de ellos terminaron estrellando su cabeza contra la pared, no sin antes destrozar a otro montón de seres en su camino.
Ahí va:
"el hombre está como adormecido, de alguna manera baja banderas y claudica fácilmente, no estoy solo porque aquí hay un grupo de gente que está sosteniendo ideas, con una convicción y una presencia y un altruismo que se ha perdido en general. Nosotros somos producto de una férrea formación, trabajamos mucho en la formación del hombre, del actor, en la convivencia cotidiana, en algo distinto, en confiar, en la verdad, en una búsqueda ideológica donde sentir que los problemas más importantes que consideramos nosotros, también son universales: el genocidio, la violencia en masa, el ultraje a la mujer, todo lo que tiene que ver con esta vida que nos han hecho padecer esta gente. Nosotros nos resistimos a eso, y luego da un resultado que es esto, un estreno, que a la vez es un pretexto de seguir viviendo de esta manera, de seguir formándonos, de tomar un mate, de crecer"