Crónica sobre la reinserción en la Unidad Penitenciaria 42 de Florencio Varela
Por Tomás Lerner
A contramano del odio, los estigmas y los prejuicios alimentados día a día por los grandes comunicadores, los funcionarios públicos y las ficciones de televisión, en el Pabellón N° 3 de la Unidad Penitenciaria 42 de Florencio Varela las personas privadas de su libertad dedican gran parte de las horas de su encierro a reflexionar en conjunto acerca de cómo volver a vincularse con la sociedad cuando recuperen su libertad. Lo llaman "reinserción social del preso para el preso", porque surge de la iniciativa de ellos mismos ante la falta de cupos que hay para los talleres y programas que brinda el propio Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), consecuencia de la sobrepoblación y la falta de recursos que tienen hoy todas las cárceles del SPB.
Comenzaron hace 3 meses con los talleres de "Filosofía y Literatura" que impulsó uno de los jóvenes detenidos que había participado de una experiencia parecida en su estadía en la UP N° 23. El taller consiste en un espacio de 3 horas por día donde el grupo comparte lecturas que van vinculando con sus propias vivencias e historias de vida. Fue a partir de este espacio que se replantearon los códigos y las conductas dentro del pabellón, trazaron una nueva formar de convivir y comenzaron a moverse para mejorar un poco las condiciones de vida dentro del encierro, entendiendo que son "el último eslabón de una cadena de injusticias” y que enfrentarse entre ellos mismos era ser “funcionales a un sistema perverso” que los condena más por su pertenencia social que por sus delitos.
A raíz de estos encuentros fue que decidieron pasar a la acción aprovechando las aptitudes y el potencial de los compañeros del Pabellón. A través de los talleres de marroquinería y carpintería realizaron una importante donación de bancos, mesas, carteritas, mascaritas y otros elementos a distintos comedores y centros comunitarios, entendiendo que esta es “la mejor manera de subsanar los errores que cometieron en el pasado”. También comenzaron a realizar talleres de braille y panadería, y están empezando a entrenar rugby a partir de la llegada de dos “espartanos”.
En este marco, luego de recibir una importante donación de libros por parte de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, decidieron conformar una biblioteca, que en homenaje a su presidenta, lleva el nombre de "Hebe de Bonafini". Lo consideran un homenaje y un agradecimiento a las Madres pero, por encima de todo, una inspiración para ellos ya que en los momentos más adversos “con su lucha las Madres mostraron que se puede enfrentar al sistema y no ser funcionales al mismo”.
Mientras el Gobierno cierra escuelas y exacerba la violencia social y las voces hegemónicas ignoran las tasas de reincidencia, la sobrepoblación carcelaria, las condiciones infrahumanas del encierro y sobre todo las causas sociales que arrastran a cada vez más pibes a la delincuencia, en Florencio Varela desde un Penal crece una nueva luz de esperanza para los que luchamos por construir una sociedad solidaria para todos y todas.