Lucha contra el cáncer en América Latina: de Red UNASUR a Red Latinoamericana y caribeña
Por Sergio Ferrari, desde Berna, Suiza (*)
La salud de los pueblos debe estar por encima de las contradicciones institucionales regionales. La lucha contra el cáncer no puede estar condicionada por las crisis políticas de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). Confrontar al cáncer cervicouterino en América Latina es un objetivo esencial de todo el continente y exige una nueva estrategia para conseguirlo.
Estos fueron algunos de los principales ejes que enmarcaron la Reunión de Expertos de América del Sur, América Central y el Caribe, de la última semana de octubre del 2018 en Río de Janeiro, Brasil. La misma fue convocada para revisar y definir la implementación del Plan de Acción para la Prevención y el Control del Cáncer Cervicouterino (CCU) para el periodo 2018-2030.
Solo un mes antes -entre el 23 y el 27 de septiembre- el Consejo Directivo de la Organización Panamericana de Salud había aprobado dicho Plan, dándole un aval decisivo a la propuesta elaborada por la Red de Institutos e Instituciones Nacionales de Cáncer (RINC) para América del Sur.
El máximo organismo continental de la salud -que hace parte de la Organización Mundial de la Salud- hizo un llamado a los Estados miembros a que “prioricen la prevención y el control del cáncer cervicouterino en la agenda nacional de salud pública”. En términos más amplios, recomendó también a los Estados a que amplíen “los servicios de salud según las necesidades y con un enfoque centrado en la persona, teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos un gasto público de 6 por ciento del PIB para el sector de la salud es un punto de referencia útil…”
Crisis de UNASUR y una alternativa coherente
El encuentro de octubre promovido por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en la ciudad carioca buscó clarificar un nuevo modelo de cooperación regional que pueda sostener y asegurar un mayor impacto en la lucha contra el cáncer cervicouterino.
Como trasfondo del cónclave de Río de Janeiro estuvo presente la decisión de evitar el debilitamiento o incluso la desaparición de uno de los programas faros de la Red de Institutos e Instituciones Nacionales de Cáncer (RINC), fundada en el 2011, por la UNASUR.
Luego de siete años de trabajos y logros sostenidos, la RINC y su Plan a favor de una “Región Libre de Cáncer de Cuello Uterino” vivió en carne propia las consecuencias directas de la crisis política que atraviesa esa instancia de integración regional.
En 2018, los gobiernos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú decidieron suspender su participación en UNASUR. Consecuencia de una nueva etapa política en la región marcada por la llegada al poder de administraciones de derecha. Los que reemplazaron a gobierno progresistas en varios países, quienes, en mayo del 2008, al fundar UNASUR, buscaban reforzar la integración sudamericana incluyendo planes de salud que priorizaban la lucha contra el cáncer.
“Esa salida de varios Estados de UNASUR paralizó inmediatamente todas las actividades de la Red, ya que los ministerios de relaciones exteriores de dichos países prohibieron seguir desarrollando cualquier actividad relacionada con la Unión”, explica el periodista y comunicador Walter Zoss (foto), quien entre el 2012 y 2018 se desempeñó como gerente ejecutivo de la RINC UNASUR.
Subvaluada en la agenda geopolítica prioritaria regional, UNASUR perdió vigencia y con ello, muchos de los programas de referencia en el plano de la salud y de lucha contra el cáncer.
Los firmantes de la Declaración de Río de octubre pasado decidieron refundar RINC, asegurándole una proyección y estrategia más continental que sudamericana, dotándola de un nuevo nombre: Red de Instituciones Nacionales de Cáncer de América Latina y el Caribe (RINC-ALC). Busca asegurar la continuidad del trabajo de la antigua y paralizada RINC UNASUR, pero con una nueva perspectiva geográfica más amplia.
Además, se comprometieron a implementar el Plan Regional de Control del Cáncer Cervicouterino elaborado por la antigua RINC, a través de una Plataforma Tecnológica de Asistencia Técnica (PlaTeAT), juntamente con el Plan de Acción de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para la etapa 2018-2030.
Y, lo que constituye un hecho fundamental que le da fuerza a la nueva estrategia: contando en esta etapa con el apoyo técnico de la OPS y los Estados miembros en la implementación del Plan de Acción.
A pesar de todo… pasos positivos
“Decisiones muy importantes para asegurar la continuidad del trabajo contra el cáncer. Esta nueva colaboración continental entusiasma a muchos actores ya que abre nuevas perspectivas y oportunidades”, enfatiza el periodista suizo-brasilero.
“La nueva Red desarrollará sus actividades en estrecha relación con instituciones nacionales dedicadas al cáncer y con la OPS”, enfatiza. “Implica una visión hacia adelante, de futuro”, subraya. “Retoma una forma de intercambio horizontal que habíamos practicado hasta ahora, a través del cual los países con mayores fortalezas en un aspecto del trabajo lo compartían con los otros que ponían a disposición, cuando podían, otros saberes”.
Se había construido en esos siete años de existencia, un ejemplo de colaboración regional que no se encuentra en otras partes del mundo y por eso era esencial mantenerlo y continuarlo, puntualiza Zoss, quien fuera durante todo ese periodo un puntal esencial de la implementación de la RINC.
El impacto del CCU sigue siendo dramático en el continente. Según la misma RINC, de las 500 mil mujeres que padecen anualmente ese tipo de cáncer en el mundo –de las cuales la mitad fallecen por esa causa- el once por ciento se ubica en América Latina.
Según expertos en la materia, el CCU es el tumor que refleja con mayor crudeza la desigualdad social y de género en la salud. Afecta a mujeres de todas las edades, en particular provenientes de las clases sociales más pobres, expuestas a diferentes situaciones de vulnerabilidad. Las tendencias futuras son preocupantes. Según el Centro Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC/OMS, según sus siglas en inglés), en caso de no realizarse acciones efectivas, la tasa de mortalidad por CCU va a continuar aumentando a nivel planetario y se proyecta que en 2030 en torno de 300 mil mujeres morirán a causa del CCU en los países de medianos y bajos recursos, casi un 50 por ciento más que la tasa actual. Con el agravante que, en términos de salud pública, es una enfermedad que se podría erradicar, si se promovieran los planes preventivos necesarios.
De ahí la importancia esencial que los avances logrados a partir de las propuestas promovidas por RINC-UNASUR no se desvanezcan y sean continuados y potencializados por la RINC ALC, explica Zoss.
Plataforma Tecnológica de Asistencia Técnica
Entre las prioridades futuras, la PlaTeAT (Plataforma Tecnológica de Asistencia Técnica), concebida originalmente en la etapa anterior de la RINC -montada con el apoyo de sectores privados y organizaciones internacionales- podría jugar un rol clave en la nueva estrategia promovida a nivel continental.
Prevista como una plataforma virtual, compuesta por herramientas dinámicas, interactivas y simples para usuarias y usuarios, busca mejorar en tiempo real las prácticas profesionales y facilitar el acceso a la información sobre el cáncer cervicouterino.
Facilitando la sistematización del conocimiento y experiencias disponibles en el continente para consolidar los sistemas de información y monitoreo existentes. Estará estructurada a partir de cursos de capacitación virtual; foros de intercambio y centro en línea de recursos.
Este proyecto, que se venía elaborando desde hace un tiempo en la Red, ocupó un lugar especial en las reflexiones del encuentro del 23 y 24 de octubre del 2018 en Río de Janeiro, precisa Walter Zoss. En el mismo, se expusieron los avances concretos en su proceso de instalación.
Según las actas del cónclave brasilero, “la Fundación del Cáncer de Brasil viene acompañando la elaboración del Plan Regional de Control del CCU de RINC. En asociación con la Fundación IBM ha desarrollado, sin costo para los países, la PlaTeAT para el CCU”. Basada en el intercambio de experiencias e informaciones, se planteó en dicho cónclave, que luego de una fase de testeo del uso será disponible para el empleo en los diversos países.
Además de la implementación de la plataforma, los expertos presentes en esa reunión carioca, acordaron seguir trabajando en tres grupos de trabajo regionales (Centroamérica, Países Andinos y América del Sur) para fortalecer las cooperaciones bilaterales en asuntos y proyectos de interés común. Adicionalmente el intercambio de información y experiencias a nivel técnico en lo regional y subregional. Así como continuar la reflexión sobre la estructura, con una secretaría técnica, la cual necesitará de apoyo financiero para gestionar acciones y proyectos, términos de referencia y formas de trabajo en conjunto en la nueva Red. Ese apoyo debería venir de países miembros, de organismos internacionales, de fundaciones y actores privados, es decir, de la comunidad internacional en su conjunto y en su expresión más amplia y variada.
“Una perspectiva de futuro que refuerza nuestra convicción siempre vigente que el combate contra el cáncer cervicouterino debe seguir siendo una prioridad esencial en la lucha integral contra el cáncer en el continente y en el mundo”, concluye Zoss.
(*) En colaboración con el Bulletin Suisse du Cancer.