"Compañeros - La noche de 12 años": cuando la resistencia humana derrota la tortura cotidiana
Por Sergio Ferrari (*), desde Friburgo, Suiza
Luego de estrenarse en 2018 en la Muestra de Venecia, ganar el premio del público en el Biarritz América Latina, y, a inicios de febrero, el Goya al mejor guion adaptado, Compañeros- La noche de 12 años entró a Suiza por la puerta grande del Festival de Cine de Friburgo (1). La noche del sábado 23 de marzo fue su gran protagonista al ganar el Premio del Público, el Especial del Jurado y el otorgado por el Jurado Ecuménico.
Compañeros proyecta la etapa dramática de la historia uruguaya de los años ‘70, marcada por la dictadura y por una de sus facetas más brutales: la represión carcelaria contra los opositores.
En sus dos horas de duración -de una intensidad y emotividad sin par- reconstruye el sistema represivo, basado en el aislamiento casi total que soportaron en distintos centros clandestinos tres de los nueve dirigentes del Movimiento de Liberación Tupamaros, detenidos durante doce años (1973-1985).
Considerados por los militares uruguayos no como presos políticos sino como rehenes de guerra, Mauricio Rosencof, (interpretado por Ricardo Chino Darín), Eleuterio Fernández Huidobro (Alfonso Tort), y José Pepe Mujica (Antonio de la Torre) se confrontan a un régimen de los más inhumanos impuestos por dictadura latinoamericana alguna. El guión fue recreado sobre la base del libro Memorias del Calabozo (1993), escrito a cuatro manos por Rosencof y Huidobro.
“Nací en 1976, tenía apenas nueve años cuando los presos recuperaron la libertad en Uruguay. Me acerqué a esa historia sobre todo para descubrir esa etapa…” y no con certezas concluidas. Lo concebí como un viaje, aunque no de turismo. Sabía que sería un duro periplo hacia el pasado. El aislamiento a largo plazo destruye los puntos de referencia temporales, espaciales, de existencia, para los detenidos. El pasado, el presente, la realidad, sus sueños, todo se mezcla en sus cabezas, explica Álvaro Brechner (foto 2).
Al centro: el ser humano
El hilo rojo de la película, que la última semana de marzo sale a las salas comerciales en Suiza y Francia, lo constituye el combate por la sobrevivencia y contra la locura. “No pretendí hacer una obra sobre la dictadura. Puse en el centro la resistencia humana en esas condiciones límites en el contexto de un régimen dictatorial”, explica Brechner.
Busqué confrontarme con el salvajismo de las condiciones de vida que soportaron. Y traté de entender cómo hace una persona para no perder su esencia humana, cuando se le impide la comunicación, se le censura todo intercambio y se le prohíbe el uso del lenguaje, es decir, cuando es reducida a una condición casi animal, se interroga Brechner.
El joven realizador, que reside actualmente en España, recuerda el proceso previo que llevó años de reelaboración histórica de los hechos, implicó largos diálogos con los tres militantes y sus familiares, así como incontables entrevistas con psicólogos, psiquiatras, neurólogos, militares y especialistas en el tema.
Paradójicamente, y a pesar el régimen de terror, la premisa/condena de los dictadores “de aquí saldrán locos” se reveló inexacta. Décadas más tarde, los tres Tupamaros jugarían roles importantes en el mundo de la política y de la cultura de ese país sudamericano. En particular José Mujica que asumiría la presidencia del país entre 2010 y 2015.
Una ficción… casi real
La excelencia de la actuación de los protagonistas (incluyendo también, entre otros, a Silvia Pérez Cruz y César Troncoso), la calidad de la música omnipresente y el manejo artístico de las luces -con numerosas y complejas escenas filmadas en espacios lúgubres- sobresalen en esta coproducción española, argentina y francesa.
“Fue impresionante la entrega del elenco”. En particular, de los tres actores principales, excelentes y generosos, que asumieron situaciones límites: como adelgazar hasta 15 kilos durante el rodaje y actuar en escenarios y condiciones extremadamente difíciles, recuerda el director.
Apropiándose de sus roles, asumiéndolos integralmente, y dándole a esta ficción la fuerza de la realidad. Incluso en un marco psicológico durísimo, ya que sentimos que con el avance de la filmación “se nos fue pegando la maldad, en la medida en que nos acercábamos a la esencia del peor rostro del ser humano. Era como que el dolor nos iba comiendo la vida”, confiesa Brechner.
Quien con particular emoción recuerda la escena final. “Cuando la filmamos hubo una vibración particular. Los extras, el equipo, no podían contener las lágrimas. Y la gente que llegó a las inmediaciones se lanzó a entonar las consignas de aquel entonces, con la emotividad propia de rehacer esa historia, más de 30 años después”, subraya
“Si esto que vemos no es la realidad, me pregunto, entonces qué es la realidad”, se interroga Brechner. Acotando que “todos los que participaron de este proyecto salieron transformados -y exhaustos- al terminar la película”. “Sentimos en carne propia lo duro de este ejercicio que nos permitió tomar conciencia con qué facilidad los hombres pueden incurrir en hechos bárbaros”, acota.
¿Perdón o venganza?
Pocos días después de su estreno en septiembre pasado en la Muestra de Venecia, en Italia, fue exhibido en varios países sudamericanos. “Su proyección en Uruguay fue muy significativa. Desató memoria, historia y emociones. Lo que es normal cuando se tocan realidades que están a flor de piel. Sin embargo, se equivocan quienes piensan que un filme puede resolver la historia de un país y las heridas potencialmente abiertas”, subraya.
Y, al mismo tiempo, Compañeros abrió interrogantes sobre cómo cada ser humano -por ejemplo, Huidobro, Rosencof y Mujica- se ubica frente a ese pasado, frente a cuestiones esenciales como las del perdón y el rechazo a la venganza individual.
Uno de los tres militantes me dijo, concluye Brechner, “que más que una cuestión de perdón, se trata de entender que hay ciertas cuentas en la historia que posiblemente nadie las va a pagar. Y es una decisión muy personal cómo posicionarse ante esa constatación”.
(*) En colaboración con Swissinfo.ch.
(1) El principal premio del Jurado de la 33ra. edición del FIFF fue atribuido a la película Las Niñas Bien (The Good Girls), de la realizadora mexicana Alejandra Márquez Abella. El palmarés completo puede consultarse en este enlace.