La Pasión de Beatriz Sarlo (el sueño socialdemócrata)

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INTELECTUALES

La Pasión de Beatriz Sarlo (el sueño socialdemócrata)

26 Marzo 2025

La reciente desaparición física de una intelectual del calibre de Beatriz Sarlo ameritaba más bien repensarla no sólo en función de sus contribuciones insoslayables sino también por considerarla una figura prominente que explica el comportamiento de toda una generación.

Recordemos que su reconocimiento entre la intelectualidad se inicia durante los sombríos años del Proceso de Reorganización Nacional a partir de la revista cultural llamada Punto de Vista. A través de ella se desplegaría cómo sería el nuevo escenario de las ciencias sociales luego de recuperada la democracia. A ella y su grupo (Carlos Altamirano, Teresa Gramuglio, Ricardo Piglia e Hilda Sabato entre varios) les gustaba no sólo referenciarse en la publicación Contorno dirigida por los hermanos Viñas (denominados los “parricidas” del 55 ya que rompieron con la estética y el canon político cultural hegemonizado por la revista Sur) sino, más ambicionabanreconocerse como herederos de la generación del 37. Aquella juventud que había sido incomprendida por la dictadura rosista. Para ellos, las similitudes entre ambos contextos eran notorias: no sólo se repetía el contexto de represión y censura sino que también se sentían incomprendidos como el movimiento dirigido por Echeverría queriendo “traer las luces” de Europa a estas tierras atrasadas. Punto de Vista se ponía a la vanguardia, captando de inmediato el cambio de paradigma que se desarrollaba en Occidente: de esta manera no sólo repensaban el marxismo (renegando aquel pasado revolucionario) sino que también llegaban a Argentina los aportes de Barthes, Foucault, Raymond Williams, Habermas… Todas esas lecturas leídas sagazmente por Sarlo y Altamirano eran pensadas desde esta latitud. En ese sentido, volvieron al mismo problema que habían tenido cuando militaban en el maoísmo durante los 70: que este país colonizado cultural y económicamente estaba adormecido por el fenómeno peronista. Ahora, obnubilados con las lecturas socialdemócratas apuntaban sus plumas repensando la democracia como valor ético y superior. ¿Cómo recuperar aquella democracia liberal y republicana ante germen nacionalista/peronista que aún permanecía en el imaginario y que fuera el principal objetivo de represión del Proceso de Reorganización militar?

Una obra oportuna

Beatriz Sarlo dejaba este plano el pasado 17 de diciembre a los 82 años, cuando días antes salía un trabajo realizado por la Licenciada Sofía Mercader publicado por la Editorial Siglo XXI. El mismo se llama “Punto de Vista. Historia de un proyecto intelectual que marcó tres décadas de la cultura argentina”. Decimos que la obra es oportuna y no porque sirve como homenaje a la figura de Sarlo sino porque su abordaje y análisis refuerza nuestra hipótesis de cambio político cultural establecido durante la transición de la dictadura a la democracia: la negación y hasta la demonización del peronismo. Finalmente, la profecía del Bebe Cooke fue ratificada: el peronismo seguía siendo el hecho maldito del país burgués.

La reseña del libro asume que el trabajo de Mercader “narra la historia de la izquierda intelectual argentina en el último cuarto del siglo XX y la primera década del siglo XXI: una deriva nada casual, sino ligada a las condiciones de la época. Estas páginas son también un rico aporte a los estudios de la prensa impresa, su lógica específica y su dinámica histórica”. Precisamente, el conveniente error de la autora radica en omitir la trascendencia del peronismo durante aquella “dinámica histórica”. Las discusiones de la intelligentzia (de la que Sarlo formaba parte) después de la Revolución del 43 estuvieron circunscriptas sobre el qué hacer con el fenómeno peronista. En ese sentido, entre la Sarlo maoísta y la socialdemócrata no hay diferencias de fondo sino de forma: ambas entendían que había un escollo a superar y así lograr sus objetivos político ideológicos. Ese escollo siempre fue el peronismo, para ellos una suerte de adormecedor de voluntades, fuesen revolucionarias o socialdemócratas.

Mercader en torno al contexto de la dictadura, identifica dos ejes principales negando al latente, el que está en el fondo de la cuestión: puede que aquel proyecto editorial funcionase como reacción ante el embate dictatorial, fenómeno que se desarrolló en diversos países a lo largo del Cono Sur bajo la injerencia/complicidad de Estados Unidos; puede que Punto de Vista buscara discutir con el marxismo leninismo para asumir aquel proyecto fracasado de alcanzar la revolución a través de la lucha armada. Sin embargo, el verdadero problema en ciernes (tanto para el aparato represivo de las Fuerzas Armadas como para la intelligentzia) fue cómo desplazar al peronismo como fuerza tangible y transformadora de las masas. En función de eso, entraron en disputa dos proyectos que resultaron funcionales entre sí: si la dictadura hizo el verdadero trabajo sucio, desapareciendo y persiguiendo al peronismo (con la excusa de aniquilar a la “subversión”) mientras que el posterior proyecto socialdemócrata (de la que el grupo de Punto de Vista fue protagonista) contribuiría a demonizar el pasado, convirtiendo al peronismo como una anomia ante la democracia liberal y republicana. Una anomia que llevaba en sí el germen autoritario, gentileza del nacionalismo. En ese sentido, a Sarlo y su grupo les resultaba de utilidad los aportes de Habermas en torno a la idea de constituir una “democracia deliberativa”. A través de ella se formarían voluntades políticas mediante la discusión libre, abierta y permanente entre todos los participantes en el dialogo político en igualdad de condiciones. El peronismo era corporativista, una democracia social (de masas), donde el individuo estaba sometido. Ergo, el peronismo era autoritario. Y Antidemocrático.

Sarlo y el PEHESA

Sofía Mercader recurre al modus operandi propio de las nuevas ciencias sociales: abordar el objeto de estudio de manera fragmentaria, constelar. Como también (paradójicamente) lo venía advirtiendo Sarlo desde sus estudios sobre el fenómeno posmoderno: no se puede abordar en su totalidad, solo se puede analizar fragmentos, pedazos del problema a conjeturar. Dentro de dicha “historia en pedazos”, Mercader se olvidó de mencionar la importancia que tuvo PEHESA no sólo para Punto de Vista sino también para el proyecto socialdemócrata. El Programa de Estudios de Historia Económica y Social (PEHESA) fue el grupo inicial que desplazaría luego del “Proceso” a la vieja Historia académica convirtiéndose en la nueva historia oficial, la renovación historiográfica. De allí saldría el inefable hijo de José Luis Romero, Luis Alberto; Leandro Losada; Hilda Sabato entre otros donde luego se integraría formalmente Beatriz Sarlo. Aquel Programa se había gestado desde el CISEA, uno de los tantos Centros Académicos Privados que albergarían a los profesionales desplazados de la Universidad pública luego de numerosas diásporas (la más sustantiva fue la que se había realizado durante el Onganiato)

El PEHESA lanzaría su primer escrito, como una suerte de manifiesto, precisamente en Punto de Vista. El artículo se llama “¿Dónde anida la democracia?”, pregunta que carcomía las mentes de todos los cientistas sociales que veían en la recuperación de la democracia una oportunidad de borrar de un plumazo la cultura nacional y popular que había generado exitosamente el peronismo desde la década de los 40. Los nidos democráticos eran aquellos espacios comunes donde los sectores populares desarrollaban acciones políticas sin intervenciones del aparato estatal. No es casual que el corte del trabajo (¿el fin de los nidos?) fuese en 1943.

Mercader en su relato histórico de la coyuntura, resume el momento del triunfo de Alfonsín con la esperanza del cambio que venía con su estela programática y contrasta con la derrota de la formula peronista, donde la autora resalta (como era de esperarse) la quema del ataúd con la bandera de la UCR a cargo del dirigente Herminio Iglesias durante el cierre de campaña. Aquella sola mención que pretende justificar la derrota del justicialismo por ese acto desafortunado (pero que había pasado desafortunado para los asistentes y hasta para la televisión) refiere a la suscripción del relato del canon histórico del que contribuyó Sarlo y Punto de Vista: el peronismo como una política autoritaria, pasional.

Con el triunfo del proyecto socialdemócrata, Sarlo y los intelectuales creía haber conseguido finalmente lo anhelado: la idea a la acción. En Alfonsín y su gobierno habían conseguido, por fin, una figura “ilustrada” que gustaba oír la opinión de “los que saben”. En 1984 integra el Club de Cultura Socialista fundado por José Aricó, ex PC, ex revolucionario y ahora reformista como su discípulo Portantiero, como Beatriz y como la mayoría de aquella intelectualidad de izquierda que soñaba la revolución y ahora soñaba con la democracia liberal, pasando de un salto de Lenin a Juan B Justo. Era, en definitiva, la revalorización del liberalismo política. Como manifestara la revista:

“(…) sólo en un contexto democrático puede expandirse un movimiento social de izquierda que impulse la transformación”

¡Qué gran desilusión fue para aquella intelligentzia que precisamente quien vendría a romper con aquellos ideales socialdemócratas reformistas e impulsara la transformación brutal del Estado fuese un peronista como Menem, precisamente haciendo uso del discurso de un populismo reaccionario, inexplicable para aquellos que estaban inmersos en discusiones intelectualoides!