Marta Gómez: "En la Argentina se entiende la relación directa entre resistir y arte"
Por Noni Arzamendia
Foto: Lucía Barrera Oro
En una mañana atípica de paro general, la cantante colombiana Marta Gómez, Sole (su press tour manager) y yo, nos encontramos en Palermo en un bar orgánico llamado Casa Munay. Lo elegí porque me imaginé que le iba a gustar el estilo del lugar. No me equivoqué. La sonrisa luminosa que le salió de los ojos al entrar al espacio me dio la pauta de que se iba a sentir a gusto y que íbamos a tener una charla amena entre las plantas, el arte latinoamericano saludando desde las paredes, la música tranquila y el olor a pasteles caseros deliciosos.Marta es de por sí una mujer agradable, como su voz, como las letras que emanan de sus canciones, desde las que se siente el pulso de la tierra nuestra, mezclada con ritmos afro, indígenas, jazz o pop a los que nos suele acostumbrar, y que la colocaron entre las grandes músicas de la región, junto a Susana Baca, Totó la Momposina o Tania Libertad.
APU: ¿Contenta de estar en Buenos Aires?
MG: Súper feliz
APU: ¿Esta es la visita número...?
MG: Ay, no sé, perdí la cuenta (risas). Como la 12. Amo Argentina.
APU: ¿Y qué te trae por acá?
MG: Me trae una gira nueva que se llama “Un silencio que llegó de lejos”, que es a dúo, sólo bajo y voz, con Andrés Rotmistrovsky. Él es porteño, tocamos mucho juntos, hace como 15 años, en tiempos de la universidad, lo hacíamos en un grupo, pero dentro de eso, hacíamos una canción a dúo. Andrés toca el bajo muy diferente de lo que es un bajista, él es como un guitarrista. Y se dedica a hacer dúos con cantantes. De hecho, el proyecto “Para la guerra, nada” (2014), lo empecé con él y luego fue creciendo. Y la verdad es que esta gira no fue idea nuestra, sino de un amigo productor suizo que me dijo: “por qué no vienen y hacen un concierto los dos juntos”.
Cabe aclarar que Marta vive hace unos años ya en Barcelona, y que desde salió de la Berklee College of Music de Boston, graduada con honores en 2002, fue acogida por un sector privilegiado de músicos, desde John Mayer a Mercedes Sosa. Su afición por mirar al mundo desde la literatura y el compromiso social para convertirla en música, la lleva a ese lugar del que no hace ostentación alguna, sino que lo vive con naturalidad y sencillez.
La gira argentina abarca 8 fechas y 7 ciudades entre las que se encuentran: Tucumán (30/5), CABA (Teatro Margarita Xirgu, el 31/5 y el 5/6), Rosario, San Juan, Mendoza, Mar del Plata y La Plata.
MG: Entonces, fuimos a Múnich, dimos un concierto y luego dijimos: "¿Saben qué? Hagamos 3 conciertos más". Así planeamos 3 fechas seguidas, de las cuales grabaríamos un disco de acetato (LP). Eso implicó que montáramos un concierto con 20 canciones, en los que incluimos algunos covers. Yo siempre hago mis propias canciones, pero en esta oportunidad tenía el impulso de hacer covers de autores como Piero o Jorge Drexler, además de mis temas. Y realmente fue, por un lado, una aproximación muy única a, por ejemplo, canciones viejas mías, que hace fácil 20 años escribí y que no volví a cantar; y, por otro lado, menos rítmico. De estar acostumbrada a tocar con mi banda, ahora sólo éramos nosotros dos. Y así salió esta experiencia de hacer los arreglos guiados hacia la letra, resaltando mucho la poesía. Entonces quedó muy bonito. Pasamos por canciones que nos gustaban desde la niñez hasta ahora. Desde ese momento tuve la idea de decirle a Julio (su esposo y socio de la productora): “Oye, hagamos una gira con este concierto. Solo los dos”. Así es que no hay banda. A veces agarro la guitarra, pero es casi todo bajo y voz, más los chasquidos del público, que se suman a hacernos percusión.
APU: Salió algo interactivo con los espectadores.
MG: Sí, es algo que la gente me pedía mucho. Hacer sólo voz y guitarra. Y yo diciendo, “no me atrevo, no me atrevo. No me siento cómoda. Es como que ¡quiero a mis muchachos!”. Y pasó que justo vinieron Jorge Drexler y Pedro Guerra a Barcelona y, casualmente estaban solos con guitarra. Salió espectacular. Los escuché y dije: “Ok, me animo a hacerlo. Se puede. No hace falta ser Paco de Lucía para hacerlo”. También depende de la elección de las canciones, por supuesto, pero tanto en el acetato como en vivo quedan muy bonitas. A pesar de que no está la batería y los tambores, se siente que hay una cumbia, por ejemplo. Tienes que oírlo.
APU: ¿Qué tenés con Tucumán?
MG: Yo estuve casada con un tucumano por diez años. De ahí el chisme. Así que tengo a mi familia, que, aunque ya estamos separados, mis sobrinos son mis sobrinos, mis primos también. Aparte amo Tucumán y a los tucumanos, tan orgullosos de su ciudad, de su provincia. Así que yo soy una tucumana trucha, pero orgullosa. Es la tierra de Mercedes Sosa. Cuando la escuchaba de niña la amaba, pero no sabía que era tucumana. Entonces cuando conocí a mi expareja le dije: yo pensé que Tucumán era como un gaucho, porque Mercedes canta, “A mí Tucumán querido, cantaré…” (risas) y me emocionaba mucho. Entonces sí, le tengo mucho amor a esa tierra.
APU: Terminó bien la historia entonces.
MG: Sí, súper bien. Súper bien.
APU: Y ahora estás en pareja con un colombiano.
MG: Sí, un colombiano real, no trucho. (Risas).
APU: ¿Cómo surge el nombre de la gira?
MG: “Un silencio que llegó de lejos” es una frase de una canción de Jorge Drexler: “El museo de las distancias rotas”, y la cantamos con Andrés, por cierto. Me gustó porque, por un lado, venimos de lejos y por otro, el concierto está lleno de silencios. El silencio es una parte esencial de los sonidos y de la música, al que siempre escapamos, como si generara incomodidad. Esta gira es una invitación a la gente a compartir esos silencios. Va a haber silencios porque estamos ante un bajo y una voz.
APU: Te lo preguntaba porque pensaba en eso: en que al estar presentes los silencios de la ausencia de otros instrumentos, hay una invitación también a la intimidad…
MG: Totalmente. Es como si estuviéramos en la sala de una casa. Como si la gente estuviera participando de un ensayo en su living. Para eso hay un trabajo escénico muy lindo, con las luces, con la puesta sobre el escenario, para que la gente sienta que está ahí, en ese proceso del que nunca participa. Hasta hacemos pruebas de acordes en vivo. Lógicamente la gente nunca paga para ver un ensayo, pero sí creamos esa complicidad del “como si”.
APU: Y el Margarita Xirgu es un lugar muy especial para eso. Invita a sentirse como en casa.
MG: Totalmente. Es un encuentro que esperamos se sienta cercano.
APU: Me quedé pensando en el proyecto “Para la Guerra Nada” que mencionaste recién al pasar para contarme lo que hicieron ya con Andrés, y se convirtió en algo tan gigante, que me da curiosidad saber cómo surgió esa idea.
MG: Sí, mira. El tema de la guerra está siempre en mi mente, por ser colombiana, pero como todo ser humano. Hubo una época de mi vida, en la que yo viajaba seguido a cantar a Israel. Sabés que hay un conflicto profundo con Palestina. Pero en ese entonces (yo, una niña de 18 años) no tenía idea de qué se trataba. Y agradecí a mi ignorancia, porque si hubiera sabido de este conflicto, no hubiera ido nunca. Me hubiera quedado con eso y punto. Y creo que ese es un error de los seres humanos. No escuchar al otro. Construir barreras. Como con el tema del aborto, por ejemplo. Estoy a favor y ya. No quiero nada contigo que estás en contra. No me interesa hablar contigo. Nos condicionamos por la religión, por las creencias y así miramos a nuestra realidad, ¿no? El caso es que, con la guerra entre Israel y Palestina, que, por supuesto estoy en contra de la ocupación y del conflicto, mi humanidad me dice “esto está mal”. Pero, por otro lado, Israel es un país hermoso, que oye mis canciones. Entonces, uno se pregunta, dónde están los que no son seres humanos, qué está pasando. Entre más preguntaba, con toda la cautela, me dijeron, que es un conflicto que no se entiende si no eres de allí. Pensé “puede ser que sí, que por eso no lo entiendo”, pero años después me puse a leer y a investigar. Entre más leía y miraba documentales y preguntaba (ese año que inicié el proyecto, 2014, estaba en un momento álgido el conflicto), más me daba cuenta de que la guerra es una excusa. No hay un motivo real, ni religión, ni territorio. La gente habla el mismo idioma, come las mismas comidas, comparte las mismas costumbres e incluso a los israelíes no les gusta ni les interesa vivir en ese conflicto. Es por poder, por dinero, por petróleo, por lo que sea, y los tiene ahí a todos de rehenes. No hay diferencias culturales ni religiosas. Esto afirmaba más mi sospecha de que la guerra es una excusa. De ahí me vino la idea de componer una canción que hable de esto. Claramente estoy en contra de la guerra. En Colombia es lo mismo. En uno de estos documentales que vi, me enteré de que los israelíes inventaron una cúpula magnética que detecta misiles. Ellos están muy orgullosos de ese invento y a mí claro, me pareció una genialidad pensar en cuántas horas y cuántos seres humanos se dedicaron en desarrollar esto y ponerlo en funcionamiento, el campo magnético y demás. A la semana siguiente fui a ver al Circo del Sol, en Barcelona. En una de las escenas, aparece simplemente un niño, elevando una cometa. Al verlo ahí, pensé lo mismo. En cuántas horas estuvo alguien calculando el peso de los materiales y la forma para que una cometa se eleve en el viento. Ahí se me ocurrió la canción: hablar sobre los inventos que existen para la paz, como la cometa, el helado, lo que sea. No vas a morirte si no tomas helado, lógicamente, pero hubo alguien ahí, haciendo las pruebas de los sabores y los elementos hasta lograr algo que nos hace felices. Así se me ocurrieron unos versitos, que le dije a mi marido, “estoy muy contenta porque me salió una canción para superar esta molestia que tengo con la guerra y qué bueno: sacarme, decir lo que pienso”, y cuando él la oyó me dijo, “¿y por qué no aprovechamos que está todo esto del Facebook y las redes, y los chats y lo lanzamos a los amigos para que participen. Amigos tuyos, como Piero o quienes se quieran sumar, que ellos sumen sus letras? En sí es muy sencilla la estructura, y pensar en cosas como para el viento una cometa.” Entonces le dije, “bueno, ¡vamos a proponerlo!”. Así que les mandé la canción por privado a mis amigos y empezaron a decir que sí. Piero, por supuesto dijo que sí de inmediato. Enseguida se empezaron a sumar más y más artistas a jugar con esta idea. Terminaron como 200 personas mandando su video. Ahora son más de tres mil. Ya nosotros perdimos el control. No podemos ni editarlo, así que lo dejamos abierto para que lo suban directamente. (Sonríe feliz). Justamente estábamos en proceso de paz ese año en Colombia, así que los colombianos abrazaron rápidamente a esta canción. Fue una cosa muy bonita. Justamente en ese momento el gobierno les pagó a unos artistas para hacer una superproducción carísima que no pegó. Entonces los productores me llamaron por el fenómeno que se había producido para preguntarnos si podían usar nuestra canción. Fue bonito ver cómo desde Pedro Aznar, Víctor Heredia con León, hasta personas que no conozco, estudiantes de colegios, se sumen para hacer esta canción.
APU: Hay una esencia en tus canciones que tienen que ver con la mirada social o hasta una función pedagógica.
MG: Totalmente. Para mí no hay otra forma de ser artista. Tiene que haber unas ganas por lo menos, de cambiar. Para mí todo es válido. No busco que a todo el mundo le guste, lógicamente, pero lo que me nace tiene que decir algo. Incluso la música que yo escucho tiene que decir algo. Es raro que oiga a una canción sólo por su ritmo. Aunque no sepa lo que está diciendo, como en el caso de las canciones africanas, pero tiene que transmitirme una relación con el tejido y con lo social.
El año pasado Marta se unió a Pedro Guerra para hacer una canción sobre la trata de mujeres, llamada “Un Día”. La obra de Marta Gómez está caracterizada por ser un manto de paz sobre los conflictos, siempre pensando en tejer desde el amor, tanto redes sociales, como canciones. La canción está incluida en el álbum número 15 de la artista, llamado “La alegría y el canto” y fue nominada al Grammy Latino, como mejor disco folk. También fue incluido en el documental “El Proxeneta”, de la española Mabel Lozano.
APU: Los silencios, ¿a dónde te llevan al componer?
MG: Creo que le tenemos mucho miedo a los silencios. Yo los amo. Los busco y compongo en los silencios. Tengo la suerte de ser de una generación precelular, y de haber viajado 10 horas en autobús o en avión sin nada, ni siquiera un discman. En esos grandes silencios de vuelos eternos he compuesto mis canciones. Y eso se nos ha robado en esta era. Si no tienes wifi, estás con una película, o mirando fotos en el celular. Y le tenemos miedo a esos silencios, lo cual es fatal, porque de ahí salen las ideas, los pensamientos y la creación.
APU: Es inevitable preguntarte: ¿cómo ves al movimiento de mujeres acá en Argentina y en la región, tanto como por las ciudades que frecuentás?
MG: Una de las razones por las que adoro a Argentina es por la manera de estar luchando siempre por cosas. No es casualidad que hoy haya un paro, por ejemplo. Antes pensaba que siempre me tocaba cuando venía, pero no, es porque siempre están luchando. Varias cosas me gustan: Lo primero es que haya una lucha constante (que obviamente es mundial) pero siento que aquí es más fuerte que en otros países de Latinoamérica. Siempre se quiere protestar por las injusticias, pero estamos esperando que otro vaya y lo haga. Pero las marchas que se ven acá no existen en otros países, y claro que el movimiento de mujeres en este contexto es maravilloso. Veo en el tema del aborto algo tan inmenso que no vi en otro lugar del continente.
APU: En Brasil se está gestando algo muy bueno.
MG: Pero son grupos más reducidos. “Las locas”, como las llama el machismo. Acá veo algo mucho más fuerte.
Cuando vine a Argentina por primera vez, fue el mismo día que se decretó el “corralito”. Ese 19 de diciembre tenía un concierto. En Colombia nos pasó lo mismo a los 10 años. Pero acá fue muy fuerte. A los dos días se fue el presidente. Se logran cosas.
Lo otro que me gusta es que la protesta está ligada al arte. Buenos Aires es la ciudad del mundo a la que más gente va a ver espectáculos. Yo no hago en Colombia lo que hago aquí. En Barcelona no puedo. Ni yo ni Silvio Rodríguez. Los que acá hacen 10 Gran Rex, hacen uno allá. Lo hablamos con Jorge Drexler a esto. Lila Downs tampoco hace 8 funciones ni en México ni en Colombia. Sólo aquí. Entonces, la resistencia política está impregnada de arte. La gente no se distrae fácilmente. Pueden ir a un concierto, pero también van a una marcha. Creo que en Argentina se entiende la relación directa entre resistir y arte. Y mi manera de hacer arte es resistir. Yo nunca estuve en una compañía grande de discos, ni me han puesto en la radio. Pero estoy aquí y la primera fecha del Xirgu ya está agotada. Es maravilloso. La gente va a un concierto aún en tiempos de crisis. Y no es casual eso. No es porque me quieren hacer un favor, sino que siento que vienen a encontrar algo que los va a ayudar en esa resistencia. Algo vamos a pensar y no nos vamos a distraer. Yo pienso esto y a lo mejor no es algo consciente. Porque uno podría escuchar en YouTube, pero no es lo mismo. La gente quiere venir a encontrarse.
El movimiento de mujeres es increíble. La organización. La claridad. En este momento está plagado de jovencitas que no van a marchar por marchar. He estado ahí y puedes hablar con cualquiera y preguntarle por qué está en la marcha y te lo responde con una claridad asombrosa. Yo no sé si son conscientes de la maravilla que están gestando. Y también te encuentras con mujeres que están ahí porque lo aprendieron de sus abuelas, de sus madres. Son el ejemplo acá en Argentina. Para nosotros, los de afuera, son un referente. Esta identidad política es súper fuerte.
El problema que encuentro, y que es algo del ser humano en general, como lo hablamos antes, es que tendemos a tomar partidos. El pañuelo celeste no habla con el pañuelo verde. Creo que podríamos estar mucho más abiertos a un diálogo general, sobre todo en la lucha feminista. Siento que ahí es necesario que haya rabia, y es necesario que haya rabia. Pero hay un punto en que gana esa rabia. Somos más fuertes en la rabia y no nos sentamos a hablar. Creo que en el día a día, más allá de las leyes, estoy segura de que nos encontraríamos. Yo, por ejemplo, tengo ahora el pañuelo verde. Viene otra persona con el pañuelo azul, y ya no me va a hablar. Y yo tampoco. Porque ya estamos asumiendo nuestras posiciones. Ella asume que yo soy una asesina y yo asumo que ella es no sé, una ignorante. Y no. Si nos sentamos a hablar, sin llegar al enojo, seguro nos vamos a poder sentar a hablar. Es muy raro que yo sea una asesina y es muy raro que ella sea una persona que no puede ver más allá. Simplemente que en su mundo hay otros sentidos. Sí, a lo mejor hay mujeres adoptando niños. Pero hay 800 mil que no. Hay mujeres que están abortando y otras miles que no. Es la realidad y es muy duro asumir esa realidad. Yo tengo el ejemplo de mi tía. Ella ya falleció, pero era monja. Éramos muy cercanas. Pero su pensamiento era tan cerrado que no podíamos hablar de esto. En España, por ejemplo, se encontraron fosas comunes en conventos donde hay miles y miles de bebés que fueron producto de las violaciones de los sacerdotes hacia ellas y no se sabe de esto. Se oculta. Y son cosas que no se quieren ver tampoco, o que no se quieren saber. Yo no puedo mirar para otro lado, pero ella no lo podía asumir. Era más fácil decir “vamos a salvar una vida”. Se necesita una sangre más fría para sentarse a decir, ok, quieres hacerte un aborto, cómo vamos a hacer.
Por eso creo que hay que hablar, como humanidad, aunque nos cueste o no nos den ganas de ceder. Pero también veo en las marchas mucha violencia. Por ejemplo, en Barcelona, nos ha pasado de ir a la marcha, yo con mi hijo a upa y al lado mi esposo, y que nos vengan a increpar chicas diciendo “que lo cargue él, que lo cargue él”. No conocés mi realidad, no sabés que yo me la paso viajando y que el amo de casa es él, y que lo que quiero es estar con mi hijo en esta marcha con él arriba mío, transmitiéndole algo. El que está con el niño cada día es Julio y yo quiero estar hoy con mi hijo. El mensaje que le estamos dando a Julio es “vete de aquí”, o “eres un mal papá”, y no conoces la realidad de cada uno. Lo mismo con el día de la Mujer, decir “bueno hoy no le hago la merienda a mi hijo, hazla tú”, pero él la hace todos los días. No es lo mismo que decírselo a mi papá, que es una familia tradicional y conservadora, que él ese día tenga el gesto de hacer un arrocito, que a estos hombres que hoy son nuestros compañeros y tienen el feminismo mucho más internalizado, y esta es la realidad de muchas mujeres. No de todas, claro. Todavía nos falta un montón, pero la realidad mía y de mi amigo es que están todo el día cuidando, lavando y planchando igual o más que sus compañeras. Entonces, al año siguiente Julio me puede decir, sabes qué, yo no quiero ir a la marcha y que tampoco vaya Ale, por qué Ale tiene que escuchar esto. Yo hablo mucho con una caricaturista y humorista que se llama Lola Vendetta, sobre esto. Que es diferente criar a un niño de una niña, aunque no quieras. En el último libro ella hizo una viñeta de Ale y mía en la que él me dice: “Mamá, ¿por qué los hombres somos malos?” Esto fue real, fue una pregunta que me hizo y sobre la que charlamos, en el por qué a lo largo de la historia los hombres ejercen violencia sobre las mujeres. Y esto está bien, el visibilizar la violencia, pero también hay que pensar en que los niños ahora sienten como, por ejemplo, mi hijo que vino y me dijo: “Mami, por qué yo soy malo, por qué mi amiga dice que porque soy hombre soy malo”. O su amiguita que hace karate puede venir a pegarle, pero él no, porque las chicas, “girl power”, pero el chico es un abusador. Por eso digo, es difícil, pero hay que sentarse a hablar, ya no desde la rabia, sino se va a dar vuelta la cuestión. Sería lindo que cierto feminismo pueda bajar las armas un poco y mirar a los ojos al otro. Seguro nos podemos sorprender. Ya lo decía el Pepe Mujica, nadie quiere abortar. Nunca te diría, “vamos a celebrar que vas a abortar”. Va a ser horrible, vamos a llorar y todo porque no es fácil, pero es una decisión que se debe respetar y seguro que si nos sentamos a dialogar se va a entender esa realidad, y no nos vamos a quedar en el tú eres la asesina y yo soy la buena, de un lado, ni el yo soy la inteligente y tú eres la ignorante, del otro.
Tal vez en un tiempo, tengamos una canción de Marta Gómez para lograr ese diálogo.
Marta Gómez (Colombia)
presenta
“Un silencio que viene de lejos”
>> concierto íntimo junto a Andrés Rotmistrovsky <
VIERNES 31 de MAYO, 21hs (AGOTADO)
MIÉRCOLES 5 DE JUNIO, 21hs (NUEVA FECHA!)
Xirgu Espacio UNTREF, Chacabuco 875, CABA
Anticipadas en PLATEANET: https://bit.ly/2Hgmkmg