Suiza-Cuba-Suiza, ida y vuelta de aprendizaje mutuo y constante en Medicina
Por Sergio Ferrari (*)
Un centenar de alumnos universitarios de Ginebra, Suiza, han realizado desde 2012 una parte de su práctica en hospitales cubanos, con el apoyo y acompañamiento de la ONG mediCuba Suiza. Desde 1995, y también a iniciativa de esta organización no gubernamental, profesionales de la isla caribeña llegaron a Europa para compartir conocimientos y prácticas. Una ida y vuelta permanente que se completa con otros proyectos médicos especializados que la ONG impulsa en ese país. La formación, el intercambio y una fuerte visión innovadora movilizan esta cooperación original y multiplicadora.
Desde hace siete años, estudiantes ginebrinos de medicina que concluyen su tercer año van a Cuba en el marco de un programa de inmersión en medicina comunitaria. Cada grupo –entre uno y tres, por año- define una temática central: infectología, medicina cardiovascular o formación médica. En general, realizan su práctica en tándem con un profesional local, en un consultorio o policlínica de La Habana. Y a su regreso presentan a su tutor un trabajo de memoria sobre el tema elegido.
“Constituye una experiencia muy rica a nivel profesional y humano”, subraya el doctor Jérôme Pugin, vicedecano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Ginebra, promotor desde sus orígenes de este dinámico proyecto.
Pugin explica que, desde 2014, viajan anualmente, además, a la isla caribeña dos grupos de cuatro estudiantes de sexto año de medicina. Realizan una práctica durante dos meses en el Instituto Pedro Kouri (IPK), de La Habana. Previamente, en Ginebra, abordan teóricamente los elementos esenciales de la medicina tropical. A partir del año en curso, este proyecto incluye, también, prácticas de características similares en la especialidad de cirugía.
“En general los estudiantes vuelven encantados. En tanto jóvenes médicos en formación aprenden enormemente y conocen, además, la dinámica de un sistema de salud poco común, basado en la atención gratuita y que cuenta con una implicación remarcable de los profesionales y el personal en general”, explica el Pugin, quien se desempeña también como jefe del Servicio de Cuidados Intensivos del Hospital de Ginebra (HUG) y hace parte del comité de mediCuba Suiza.
Constituye un intercambio de particular valor profesional, enfatiza el académico. Y si de hacer un balance se trata, “es real que los que aprovechan más de la experiencia son los estudiantes suizos, quienes conocen un sistema de salud diferente que pone en perspectiva otros valores que los de aquí, y en el que la relación humana entre médicos y pacientes ocupa un lugar fundamental”.
Además, descubren “el alto nivel clínico de los profesionales locales. Y tienen la posibilidad de confrontarse con patologías que no se ven muy corrientemente en Suiza”, enfatiza.
Este tipo de proyecto de intercambio de personas y saberes es de gran importancia, sintetiza el doctor Pugin. “Conscientes que una parte de nuestros fondos viene de la cooperación oficial suiza, esperamos que los mismos sean garantizados en el futuro y se pueda asegurar la continuidad de iniciativas innovadoras de esta naturaleza de gran impacto para las dos partes”, concluye el también vicedecano de la Facultad de Medicina.
Cooperación solidaria e integral
MediCuba -miembro de la Plataforma Unité-, ONG que desde hace más de 25 años promueve una cooperación especializada con ese país caribeño, sostiene ese intercambio en paralelo a otras iniciativas, explica Luisa Sánchez González, responsable de la organización en la suiza francesa.
Y si muchos estudiantes ginebrinos hacen su práctica en el IPK -institución de referencia en cuanto a las enfermedades infecciosas-, uno de los proyectos actuales más importantes de esta ONG es el apoyo con materiales de punta y componentes informáticos, equipos médicos, insumos y reactivos, para equipar tres laboratorios regionales. Y descentralizar las funciones del IPK, en lo que concierne al diagnóstico de agentes infecciosos, particularmente con el método de microbiología molecular. Uno en La Habana, otro en Villa Clara, y el tercero, en Santiago de Cuba, explica la licenciada en ciencias políticas, que cuenta con un master en demografía y estudios familiares.
“Es un proyecto global muy innovador, si lo enmarcamos en la realidad latinoamericana, continente donde predominan los servicios de punta centralizados, en las capitales o ciudades más importantes”, subraya. Y de gran repercusión pedagógica, si se considera la cantidad de estudiantes de distintas regiones del mundo -especialmente latinoamericanos-, que se forman en Cuba, quienes encuentran en el IPK la principal referencia en la especialidad de enfermedades infecciosas. Incluidos los estudiantes ginebrinos del último año que realizan ahí sus meses de práctica.
No menos significativo, en esta visión holística de la cooperación que promueve la ONG helvética, completa Sánchez, “es la visita regular a Suiza de médicos y profesores cubanos, para aportar sus experiencias y conocimientos. Y para empaparse de prácticas y avances del sistema de salud helvético que luego podrán multiplicar al regresar a su país”. Estamos convencidos, acota, que “la mejor cooperación es la que involucra activamente a los actores mismos, a los seres humanos”.
“Experiencia maravillosa”
Luana Duvernay, hoy ya graduada en Medicina, participó en febrero y marzo del 2018 -entonces en tanto estudiante de sexto año de medicina de la Universidad de Ginebra-, en una práctica de dos meses en el Instituto Pedro Kouri (IPK) de La Habana.
Punto central del balance de su experiencia, “la apertura de espíritu y la enorme gentileza de la gente. A nivel profesional, fue impresionante constatar la receptividad de médicos y pacientes durante nuestra estadía”.
A pesar de los recursos limitados con los que cuentan, “me impresionó la excelente capacidad profesional. Sin tantas pruebas, ni imágenes, ni aparatos sofisticados, ni computadoras, a partir del diálogo con los pacientes, logran elaborar diagnósticos de gran exactitud”, puntualiza la joven profesional. Tuve el sentimiento, completa, que la “capacidad humana de los profesionales de la salud equipara y compensa la escasez de ciertas tecnologías”.
Vivió esa experiencia –que recomienda a todos sus colegas- como un verdadero intercambio horizontal. “En las más de tres horas diarias, durante las mañanas, que visitábamos a todos los pacientes, los colegas cubanos querían conocer nuestras opiniones y saber cómo se tratarían esos casos en Suiza”, recuerda con emoción.
Hacían prueba, además, de gran realismo. Y nos mostraban la distancia entre el saber teórico –que conocen perfectamente - y la práctica concreta y cotidiana, explica. “Nos decían: en este caso, sería recomendable tal examen complementario o tratamiento especial. Y reconocían que no siempre podían recetarlos por no tenerlos a disposición”, concluye.
(*) En colaboración con la Revista Praxis, de la plataforma UNITE.