Edesur persigue y despide
Carta de un trabajador de la energía eléctrica
Los despidos
El pasado 17 de julio la empresa EDESUR S.A. le envió una carta documento a dos compañeros: Omar Vergara y Daniel Cappellotti. El telegrama hablaba de despido «justificado» y que podían pasar a retirar la liquidación final. ¿Motivos? «Injuria laboral», «falta de confianza». ¿En qué se basaba la responsable de Recursos Humanos para justificar «perdido la confianza» en los compañeros? En que el vehículo asignado a dichos trabajadores tenía un consumo de combustible «incompatible con un uso urbano». Y sólo en el mes de mayo pasado. Anterior y posteriormente el consumo fue «normal».
El vehículo en cuestión (una Renault Kangoo con graves fallas de mantenimiento) se guarda en una cochera a 100 metros de nuestro sector de trabajo. Al vehículo en cuestión no se le hace más peritaje para evaluar esa «anormalidad» que los tickets expedidos por una estación de servicio X que calcula los litros de gas oil cargados con una tarjeta que suministra la empresa y lo coteja con el kilometraje que arroja el móvil. ¿Un error de tipeo en la estación de servicio?, ¿problemas técnicos de la camioneta?, ¿algún tercero en el garage?, ¿la necesidad de un peritaje?. Nada de eso. Despido sin más y a ponernos a demostrar nuestra inocencia.
Porque para el grupo ENEL-EDESUR la lógica es inversa al principio básico de inocencia; aqui muchas cosas son al revés. Aquí todos los trabajadores y trabajadoras somos culpables (vagos, chorros o sobramos. Da igual) hasta tanto demostremos lo contrario. Una aberración.
Los compañeros
El Pela (como llamamos a Vergara) tiene 31 años, nacido y criado en el Docke, de familia lucyfuercista; algo clásico en nuestro oficio, muchos de nosotros tenemos a nuestro viejo que laburó en Segba o a nuestro abuelo que lo hizo en la Italo. El Pelado es papá de dos niñxs chiquitxs, fanático de Boca y del fútbol, tiene una hermosa sonrisa pintada en la cara y es un trabajador intachable.
El Negro (como llamamos a Cappellotti) tiene 61 años, le falta poco para jubilarse. Querido como pocos, siempre dispuesto al laburo, de abrazo fresco y fraterno, de códigos mamados en la vieja SEGBA, enamorado de su compañera y orgulloso abuelo.
Ambos son trabajadores de la parte técnica de la empresa, de una sección que se llama Contralor Redes y que tiene como tarea el mantenimiento preventivo de la red de baja tensión. Son dos laburantes calificados y con años en el oficio. Trabajan en la misma cuadrilla.
El contexto
¿Nos sorprenden los despidos? No. Duelen pero no sorprenden. Tampoco son los primeros. En los últimos cuatro años EDESUR logró aumentos en las tarifas en algunos casos llegando al 3000%. El servicio siguió siendo el mismo, no hubo una inversión acorde en el mantenimiento en las redes de baja y media tensión, las ganancias fueron giradas al exterior, y comenzaron un raid de cortes por falta de pago a pequeñas empresas, a casas de familia, a cooperativas o a empresas autogestionadas por sus propios trabajadores.
Al interior, la ofensiva patronal contra los y las laburantes fue brutal. Se azuzó el miedo, la persecución a los trabajadores se convirtió en moneda corriente, la presión acerca de objetivos, tiempos y estándares se intensificó. Se aumentaron las tareas, se redujeron secciones enteras, se trasladaron compañeros a otros sectores, se pusieron en venta todas las oficinas comerciales y bases técnicas, se profundizó la tercerización de trabajos bajo convenios colectivos ajenos a nuestra actividad. ¿Más? Hablando de camionetas y combustible, se despidió a todos los choferes contratados (vía no renovar los contratos de tercerización de «cooperativas») y por la módica suma de $500 (SI, LEYÓ BIEN) ahora le sumamos el oficio de conductores a nuestras tareas. En verano somos electricistas y comunicadores de la calamidad energética; somos trabajadoras de mostrador, psicólogas y contenedores de la justa bronca por el tarifazo. Trabajamos con 13.200 V en cámaras de transformación que son bombas de tiempo; trabajamos en turnos rotativos y, luego de seis jornadas tenemos un sólo día de franco.En ese contexto, hace más de un año, volvieron (junto a los perversos «premios por presentismo») los retiros voluntarios. Despidos, amenazas, presiones, paritarias a la baja, una política de disciplinamiento a partir de la persecusión de la medicina laboral, quita de nuestro histórico bono. Al final del camino: el retiro voluntario. Es una lucha de resistencias, de batallas al descubierto y con tiempos y armas elegidas por el enemigo.
Resistir y pararles la mano
Nuestros compañeros despedidos tienen nombre y apellido. Y hoy, todas las trabajadoras y todos los trabajadores de nuestro Sector y de Edesur nos llamamos como ellos. Todos y todas somos Cappellottis y Vergaras.
Pero también son símbolos. En las rondas de mates, en los cortes de calle que venimos llevando adelante frente a la puerta de nuestro sector desde el día posterior que los echaron, en las Asambleas, en las charlas del vestuario o en las chatas, cuando vamos a laburar; el pensamiento, la sensación, la convicción es inequívoca: si no paramos esto AHORA vienen por todo. Vienen por todas y todos.
Y no queremos ni podemos permitirlo. Nos jugamos mucho. Sabemos las dificultades del país, de la cantidad de puestos de trabajo que se vienen perdiendo semana a semana. Sabemos los malabares que hacen miles de familias para poder llegar a fin de mes. En el ámbito de nuestro laburo sabemos de los tarifazos, del apagón nacional y regional que sufrimos hace menos de dos meses, del pésimo servicio.
Sabemos de nuestra pasividad, de nuestra infinita paciencia y de nuestra falta de gimnasia para enfrentar enemigos tan poderosos. Y sabemos que para poder pararles la mano, vamos a necesitar dos cuestiones: resistir organizados y la solidaridad de muchos y muchas.
En nuestro Sector de Alberdi y Lacarra estamos desde el día 18/7 en estado de alerta y de Asamblea permanente. Y desde el día 18/7 estamos movilizados en la puerta de nuestro trabajo denunciando la prepotencia patronal, recreando una familia lucyfuercista que necesita estar unida, solidaria y en la calle. Sabemos que no alcanza, que necesitamos más. Esperamos, mientras tanto, las rondas formales de negociación y diálogo. Pero la esperamos movilizados y alertas. Los invitamos a interiorizarse de nuestra lucha en la página de Facebook y de reproducir esta carta entre sus amigos, familia, compañeras de trabajo.