Primer informe sobre la información
Por Norman Petrich
Corrían los primeros años de la década del 60
A mano, en condiciones poco óptimas como puede ser el estar detenido en la cárcel provincial y por entonces franquista de Lérida, un audaz y joven Manuel Vázquez Montalbán empieza a pergeñar Informe sobre la información. Tres años después de su aparición en 1963, este libro que inauguraba un tipo de escritura social de postguerra hecho por un autor prácticamente desconocido se agota. E influencia a las nuevas generaciones.
Transcurriría una década más y Vázquez Montalbán se encontraría ante la ardua tarea de confrontar a ese joven y corregir esos textos para una segunda edición de un libro que sigue vital y vigente.
Tal vez porque desmenuza la situación que lleva a ese hombre de mitad de siglo XX a ser un entelequia que comprende y toma como verdadera exigencia el “estar enterado de lo que pasa”; lo hace rodeado de un progreso que por primera vez en la Historia brinda esa “posibilidad” a través de la inmediatez de una pantalla pero enfrentándose a la paradójica situación de que los hombres en general están muy lejos de la verdad, de la realidad profunda. Es decir, existen inmensas posibilidades de “saber” pero generalmente están vacías de contenido.
Cuando un lector se enfrenta a un hecho cotidiano a través de los grandes medios de comunicación lo que recibe es un producto elaborado que ha sido coordinado por tres factores de producción: el capital, los elaboradores intelectuales (sarcásticamente utiliza la opción “o periodistas en el sentido más amplio de la palabra”) y los técnicos que han usado las máquinas que pone a disposición el capital. Y este producto elaborado tiene problemas y condicionantes en torno a su elaboración como cualquier otro dentro del sistema. Con un agravante: la industria informativa tiende al control de la verdad a base del control de los instrumentos de difusión, las máquinas que las transmiten y los hombres que la elaboran.
Es decir, la información es una criatura burguesa
No informa masivamente quien quiere informar sino quien puede porque compra los medios necesarios. La información es una búsqueda de control de la verdad para suministrarla de acuerdo con los intereses de la clase social que detenta el poder económico y político.
Luego de un exhaustivo estudio de la historia de la información, el catalán se introduce en su infraestructura con un cuadro de la situación más cercano a la realidad del siglo XX pero que, cambiando algunos factores, uno se pregunta si no puede ser traspolado a nuestro presente, marcando la continuidad de una futuridad que fue pergeñada por el capital ya en esos años.
Las grandes potencias de ese siglo tuvieron bien pronto agencias informativas. El acceso a lo que ocurría para los años 70 sólo estaba permitido a estas grandes agencias que pertenecían a cuatro países. Es decir que el 90.7 % de la población mundial no tenía otras fuentes para su criterio que la verdad suministrada por 5 agencias. Lo que equivale a que 3.000.000.000 de seres humanos podían estar viviendo en una mentira colectiva.
La aparición de Internet en la superficie del problema parece haber revertido esa ecuación pero el proceso redistributivo de la verdad, el nuevo conocimiento que hemos aprehendido del uso y abuso de nuestros datos volcados a las redes por los grandes poderes a través de los nuevas tecnologías habilita la pregunta de si ese control no ha hecho más que profundizarse.
En cuanto a la prensa escrita, la concentración sigue siendo clara a través de un medio que los argentinos hemos nombrado mucho en los últimos años: el papel prensa.
La producción y distribución mundial de este material era uno de los problemas más graves que tenía la empresa periodística privada ya para esos años.
La monopolización del mismo dejaba como resultado una injusta distribución mundial de su consumo. Uno deduce de esa forma que informar resulta una empresa cara y para solventarla aparece la piedra filosofal: la publicidad comercial.
La publicidad utiliza a los medios informativos como medios de presión sobre la opinión pública y se convierte, por el sólo aporte económico, en un factor de presión sobre la información. Una empresa aislada puede ejercer poca presión sobre un medio informativo. Pero como las grandes campañas sólo se las permiten empresas importantes relacionadas a través de los bancos, un problema con dichas empresas podría significar un problema en amplios sectores de la industria.
Así llegamos al punto crucial de la información en nuestra era: la concentración
Se pretende exclusivizar la producción para exclusivizar el mercado y de esa manera se van armando los condicionantes: la información en pocas manos impide voces disonantes y lo mejor es que se realiza en nombre de la Libertad.
Para ello fue fundamental, en esa época, el ingreso de la radio y la televisión de la mano de la publicidad en el control informativo. Hoy día podríamos decir que ese lugar se fue corriendo a las redes sociales pero doblando la apuesta ya que no es necesaria que la noticia sea verdadera sino que, en la forma que se la formule, lo parezca. Y su rápida replicación es un instrumento necesario para esa transformación. Es más, si naciera una noticia que confirme la falsedad de la anterior dependerá de una réplica igual o mayor para lograr una contraposición o, en la inmediatez de estos días, nunca habrá existido para la gran mayoría.
Es decir, han cambiado los caminos y la rapidez de llegada de la información pero no la estructura que la controla. En este marco se puede comprender la función de los trolls. Pero ya sea a través de un ordenador o de un televisor, para Manuel Vázquez Montalbán queda clara la rotunda obscenidad con que la imagen va a ganar y dominar el carácter espectacular, persuasivo, comercial e ideológico de la misma.
La operación de leer permite el forcejeo intelectual, la reflexión, la discrepancia, la relectura. El video editado y viralizado no. Por lo menos necesita que todos eso procesos nombrados sean rápidos. No quiere decir esta afirmación que la lectura quede en lugar de lo positivo y el “tele ver” en el negativo. Pero si puede concluir el autor que no sólo se busca controlar la opinión, encaminarla, potenciarla, algo que para esos años considera como prehistoria, sino que es posible “destruir la conciencia crítica de un pueblo”. Y otra vez la futuridad soñada por el capitalismo en esos días se parece mucho a este presente.
La información audiovisual tiene su reemplazo para cada género literario. Y como culto a lo factual y a lo evidente concluye que la literatura es sustituible, y al poder realizar ese procedimiento decreta su muerte por consenso popular. El telespectador, el consumidor de virales y memes sin un mínimo de duda sobre el producto que recibe, destruye su conciencia crítica, su voluntad de lector y de pensador simplemente porque no lo necesita.
Es así como los medios informativos, en los 70 en manos de países imperialistas y hoy podríamos decir de las grandes corporaciones multinacionales, ejercen influencias en países insuficientemente desarrollados para desviar su objetiva condición antiimperialista y justificar sus malas condiciones con latiguillos como “son poco trabajadores, sin espíritu de superación, individualistas, de gobiernos corrompidos y pueblos bobalicones”.
La escritura de este párrafo es un acto de macrismo explícito firmado por un catalán medio siglo antes.
Manuel Vázquez Montalbán fallece en la primera década del siglo XXI. Es decir, llegó a ver los cambios geopolíticos producidos tras la caída del muro de Berlín y percibir los cambios introducidos por Internet, aunque las nuevas posiciones informativas, a través de las redes sociales, se generaron en estos últimos años. Hubiese sido muy interesante una nueva reescritura de este libro que integre estas nuevas futurizaciones. Pero uno intuye que la velocidad de propagación que tiene una noticia en estos tiempos se sostiene por esa estructura generada desde mitad del siglo anterior que tan bien describe en su Informe.
Pero los resultados de las PASO abren varios y hermosos interrogantes: si hablamos de manipulación mediática y vemos que 48 horas antes del escrutinio, Clarín y otros medios oficialistas, además de brindar un blindaje a la figura del presidente hablaban de una brecha de 2 puntos y acortándose ¿Cómo un alto porcentaje de la población votó por la oposición? ¿Será que tanta manipulación produce una reacción en aquel ciudadano que reconoce en la información que se le ofrece dicha operación? ¿Eso abre un campo de crecimiento para los medios alternativos? Veremos.