"Un montón de cosas por las que Krmpotic peleó y pagó muy caro hoy son socialmente aceptadas"
Por Enrique de la Calle
Carlos Mackevicius nació en Buenos Aires en 1982. Publicó artículos de política, cultura y crítica literaria en medios como Tiempo Argentino, Revista Crisis y Zoom. Fue Director de la Colección Federal de Literatura Contemporánea para la editorial Punto de Encuentro. También, formó parte de la mesa nacional del Movimiento Teresa Rodríguez entre los años 2002 y 2003, y luego fue miembro de la comisión directiva del Sindicato Independiente de Mensajeros y Cadetes (S.I.Me.Ca.) por dos mandatos consecutivos. Actualmente se encuentra investigando sobre la temática de la soberanía argentina sobre el Atlántico Sur.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo nació este libro?
Carlos Mackevicius: Entre cierto sector de la militancia, para finales de los noventa y principios de siglo, corría casi como un secreto la existencia de un tipo llamado Krmpotic. Se hablaba del "croata" con una cautela casi rayana al misterio. Así nació mi curiosidad y creo que ese es el origen de este libro. Después se le agrega a eso cierta vocación de reflexión política sobre el tema. El libro es el resultado de dos conversaciones extensas que tuve con Krmpotic, una en 2013 y otra en 2018, donde cuenta desde sus inicios en la militancia haciendo inteligencia para Abuelas de Plaza de Mayo en 1983; la historia de su padre oficial de la marina croata (probablemente miembro de la organización clandestina nazi Ustasha) y su fuga de un campo de prisioneros en el norte de la Italia de posguerra; su paso por el PRT de la posdictadura; la fundación de la Organización Revolucionaria del Pueblo (ORP); el intento de secuestro del genocida Bergés (conocido como “el Mengele argentino”); sus pedidos de aporte no voluntarios al empresario supermercadista Alfredo Coto; sus casi diez años preso y su activismo carcelario; y un repaso por la década kirchnerista y por el macrismo, de quien declara proféticamente que va a terminar en el basurero de la historia.
APU: ¿Por qué un libro sobre Adrián Krmpotic y la Organización Revolucionaria del Pueblo?
CM: Porque indagando un poco uno puede ver, muy nítidamente, que un montón de cosas por las que Krmpotic peleó y pagó muy caro hoy son banderas socialmente más que aceptadas, de amplio consenso en la comunidad política incluso; como las cuestiones referidas a la Memoria, la Verdad y la Justicia. Y sin embargo el tipo fue violentamente perseguido por el Estado menemista en su momento, pero también marginado por el universo del campo popular. Está el tema de las formas, de la violencia, de la institucionalidad, del grado de legitimidad o no de la democracia-liberal, etc, toca varias cuerdas espinosas. Lo que sí me parece evidente y me convoca es que hay algo de lo que hizo Krmpotic que perturbó seriamente los valores permitidos de la sociedad de su época; y la respuesta a esa perturbación fue el silencio. Este libro pretende romper un poco ese silencio, rascar sobre esa herida que no sé si está del todo cicatrizada, y ofrecer una historia. Ya eso me parece una banda. También arriesga algunas preguntas, pero eso no me parece lo más importante.
APU: ¿Cómo se decide atentar contra el genocida Jorge Bergés?
CM: Krmpotic (foto) cuenta que la intención nunca fue atentar contra Bergés. La idea era secuestrarlo para intercambiar la libertad del represor por información acerca de alguno o alguna de los niños o niñas que habían sido apropiados en la última dictadura cívico-militar. Porque hay que decir que Bergés era médico aparte de comisario de la Policía Bonaerense, y como médico fue encontrado por el Poder Judicial como culpable de supervisar las torturas y los partos de las detenidas embarazadas en los centros clandestinos de detención del sur del Gran Buenos Aires, entre otros delitos aberrantes. Bergés en ese momento, 1996, estaba en libertad porque las leyes de obediencia debida y punto final de Alfonsín lo habían beneficiado. Entonces Krmpotic cuenta que querían al mismo tiempo que conseguir información sobre el paradero de los niños apropiados, mostrar el hecho que el represor esté libre como algo de flagrante impunidad. El tema es que el operativo en si sale mal, y terminan hiriéndolo. Cerca de veinte impactos de bala en el cuerpo. Entonces deciden no llevárselo herido y lo abandonan. El episodio entonces queda registrado en la memoria pública como un atentado vindicatorio, pero no fue eso, tenía una intencionalidad política un poco más profunda.
APU: Todo el arco político de aquel entonces salió a atacar lo sucedido, ¿cuál es su opinión personal?
CM: Creo que en política las acciones se miden por sus resultados. Si son exitosas estaban bien hechas, y si no lo son estaban mal. Pero, jugando un poco, en el libro me pregunto contrafácticamente qué hubiera pasado si la operación contra Bergés salía bien y se encontraba a alguno de los nietos gracias a eso. Me interesa ir hacia acá: el hecho Bergés fue en 1996. En el año 2003, o sea tan sólo siete años después del atentado contra el represor, la Corte Suprema de Justicia declara inconstitucionales las leyes de impunidad, que fueron las causantes directas de la situación de hecho contra las que Krmpotic y sus compañeros se levantaron, es decir, la libertad de un tipo como Bergés a quien la Justicia le había comprobado participación directa en los horrores que conocemos. Podemos coincidir en que, en términos históricos siete años de diferencia no son nada, y sin embargo Krmpotic recibió prisión, palos y ostracismo y Néstor Kirchner, yendo hacia un horizonte similar, consiguió apoyo popular y consenso social. Ese abismo entre las dos situaciones con tan sólo siete años de diferencia es lo que me parece amerita una reflexión política. Es claro que las formas de lucha no son un tema menor y este libro problematiza eso y lo pone sobre la superficie para que sea pensado por la militancia. Por otro lado existe también una dimensión ética, que me parece también interesante meter en la discusión política. No puede haber proyecto de emancipación popular sin una determinada ética. Llevado a lo anecdótico, hay una parte graciosa en un momento de la charla que es cuando Krmpotic, ya en libertad transitoria en el año 2004, se encuentra con un compañero en un acto kirchnerista por los derechos humanos y comentan entre ellos: "Al final mirá el quilombo que armamos nosotros y vienen estos y las derogan”.
APU: En los últimos tiempos la empresa Coto fue noticia por cuestiones no relacionadas a su actividad comercial sino por episodios policiales, en el libro aparece mencionada la cadena un momento, ¿podría contar un poco sobre eso?
CM: En el año 1996 la ORP, para financiarse, le exige al supermercadista Coto que realice unos aportes de dinero a la organización. Como Coto se niega les roban un camión blindado a la salida de la sucursal de Hipólito Yrigoyen y Jujuy, como para demostrarle que si no "colabora" también hay otros métodos. Después, incluso el cobro de uno de los pagos de Coto es la punta del ovillo con el que van a terminar apresando a Krmpotic y a varios de sus compañeros. Un dato curioso y que no se conoce es que el primer tomógrafo computado infantil del Hospital de Niños Garrahan fue comprado y entregado por Coto a la institución por exigencia de la ORP.
APU: ¿Krmpotic reivindica lo que hizo?
CM: Es un tema complejo. Krmpotic me sorprende mucho en cuanto a la lucidez del análisis de todo lo que le pasó. Sabe que políticamente fue un desastre lo que hicieron, e incluso se permite cierta humorada un poco amarga al respecto, lo que da una pauta del grado de distancia crítica que supo establecer con eso. Pero acá viene lo más interesante, porque sin embargo esa distancia, esa lucidez en el análisis no lo hace un quebrado, ni un arrepentido, ni un débil. Él reivindica la resistencia que opusieron al menemismo, aún en su fracaso, y se enoja mucho cuando evoca las voces que decían y dicen cosas como “los argentinos nos dejamos”. Ahí le sale el orgullo y es inocultable; dice algo así como “no, no nos dejamos, algunos activamos, mal o bien pero lo hicimos”. Pensemos que Krmpotic estuvo casi diez años preso por esto y esa experiencia, de alguna manera, es constitutiva de su propia personalidad. En ese sentido, Krmpotic pone la experiencia en clave con toda una vasta tradición de lucha que sitúa desde las montoneras gauchas del sxix, pasa por los anarcos de principios de sxx, la resistencia peronista, la lucha revolucionaria de los 60 y 70, el movimiento piquetero a fines de los 90, etc. Al final del libro agregamos como anexo documental el texto del alegato que Krmpotic escribe para pronunciar en su juicio en el 2007 donde desarrolla esto; es un texto que creo tiene un valor histórico-político muy importante.
Contratapa del libro escrita por Horacio González
"Una historia real está forjada también por sus hechos tardíos, las astillas desprendidas del cuerpo mayor de acontecimientos. Si la política que surge de los hechos de armas de los años 70 inventó su estilo, sus procedimientos y sus percepciones éticas frente a la vida y la muerte, y todo ello resulta hoy muy conocido, el resplandor rezagado de los grupos armadas que actuaron fugazmente una década y media después, luego de la caída del régimen militar, son un capítulo poco notorio, menos enlutado, pero no carente de vibración trágica. La historia de Krmpotic, un militante que comienza su actuación en las primeras organizaciones de derechos humanos post dictatoriales, atraviesa peripecias que en parte repiten como un eco subsidiario los sucesos estremecedores que los preceden, y se convierte en un ejercicio rememorativo repleto de vivacidad, detallismos asombrosos y sagaces comentarios sobre la vida carcelaria. Krmpotic formaba parte de la ORP, cuya sigla también la deposita ante nosotros un viento ya suavizado que venía del inmediato pasado. El grupo, concebido como un avatar enérgico de la justicia de urgencia, intenta secuestrar al médico Bergés, notorio oficiante de los actos de suplicio contra las encarceladas y encarcelados en centros clandestinos, y presionar a grandes supermercados para que entreguen parte de sus ganancias a finalidades solidarias. En ambos casos, en la voz de Krmpotic, oímos eventos que encuentran su sentido en su carácter de un diferido clamor, el que resta de los acontecimientos que en años anteriores estremecieron la vida pública. La voz de Krmpotic parece venir de muy lejos, pero se enlaza perfectamente con los drásticos y rotundos relatos sobre los destinos militantes, la condición del prisionero, la autoridad del que decide recordar. La cicatriz endurecida con la que analiza los tramos penumbrosos de la vida y la política, son retratos firmes sostenidos con una agudeza donde conviven la ironía y la amargura. Y a pesar de que sus reflexiones están encajadas en palabras maduradas por duras experiencias, todo parece basarse en la incertidumbre sobre el origen de su propio nombre”.