El impacto mundial del coronavirus: la invención de la soledad
Por Nadia Mayorquín
"Con los medios de comunicación de masa a gran distancia, el aislamiento de la población ha resultado ser un medio de control mucho más eficaz"
(Guy Debord, “La sociedad del espectáculo, 1967)
El Covid-19 ha infectado a más de cuatro millones de personas en todo el mundo, mientras que la cifra de decesos supera los trescientos mil y la de los recuperados el millón y medio de pacientes.
Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, España, Italia, Brasil, Alemania, Turquía, Francia e Irán son, en ese orden, los países más afectados por la pandemia en cuanto a número de contagios confirmados. Han superado la barrera de China, país donde se inició la pandemia.
El volumen principal del coronavirus ha viajado de Europa a América, que es ya el continente con más casos. En Estados Unidos se han confirmado más de un millón cuatrocientos mil infectados, siendo el país con mayor número de muertes contabilizadas: ochenta y nueve mil. Supera a Rusia, Reino Unido, España e Italia que contabilizan una media de entre doscientos y doscientos cincuenta mil infectados. El caso de Brasil es llamativo en el continente porque siguió las mismas medidas que Estados Unidos para enfrentar la pandemia. El resultado: más de doscientos treinta mil infectados al 17 de mayo de este 2020.
Como datos curiosos, un país como Etiopía tiene cinco muertes y trescientos diecisiete contagios; Haití veinte muertes y trescientos cincuenta y ocho contagios; las Islas Caimán registran un fallecido y noventa y tres contagios. En Jamaica se registran nueve fallecidos, y quinientos diecisiete contagios. En Argentina, Catamarca y Formosa no registran casos, lo que nos lleva a una interrogante: ¿Qué condiciones tienen estos lugares para no ser foco de la pandemia como es el caso de otros países y regiones?
Los desplazamientos en todo el mundo han sido cancelados mientras la producción y la economía han quedado paralizadas, a excepción de las actividades consideradas esenciales y, paradójicamente, el mercado financiero. La rápida propagación del virus ha confinado a millones de personas en todo el planeta y ha obligado a imponer el distanciamiento social. Los países de la Unión Europa inician sus respectivas aperturas, aunque a ritmos diferentes y sin un criterio común.
Es verdad que la gripe común deja todos los años un registro de fallecidos muy alto sin que por ello la sociedad entre en pánico. Y es rigurosamente cierto que todos los días mueren en el mundo seres humanos con enfermedades curables. Sin embargo, el Covid-19 tiene un impacto práctico que lo hace cualitativamente diferente a la gripe que todos conocemos, al margen de la mortalidad que ésta causa todos los años: tumba los sistemas sanitarios, los colapsa de tal manera que un ciudadano del, así llamado, mundo desarrollado estará padeciendo la misma impotencia ante el sufrimiento y la muerte que un ciudadanx de eso mal denominado Tercer Mundo.
El Covid-19 nos coloca delante de un espejo, nos devuelve nuestra propia imagen. Ya no hay lugar a dónde huir, ni espiritualidad alguna que nos pueda consolar. Mi pensamiento se va a aquella película del año 1973, Cuando el destino nos alcance. Una distopía en la que una élite, que ocupa el poder, consume los únicos productos que una naturaleza ya exhausta y maltratada es capaz de dar. El resto de la población, empobrecida y confinada, se alimenta con una especie de galletas cuyo origen incierto sólo el final de la película develará de forma patética.
El Covid-19 ha tomado el mundo por asalto. Hay millones de personas infectadas, posiblemente muchas más que los casos confirmados. La lista de muertes crece exponencialmente y las economías capitalistas se han estancado, lo que hace prácticamente inevitable una recesión de carácter global.
El lingüista y filósofo estadounidense Noam Chomsky manifestó que la peligrosidad del coronavirus – hecho que no se atreve a minimizar – es apenas una fracción de una grave problemática mundial de vieja data que pone en riesgo la viabilidad humana: aquella configurada por el cambio climático y la amenaza nuclear y el mismo capitalismo.
El distanciamiento social, instaurado por efecto de la pandemia, ya ocurría anteriormente. Las personas, especialmente las más jóvenes, se desconectan del mundo exterior y de sus potenciales interlocutores mediante el uso exacerbado del celular y de las redes sociales. Esta coyuntura ofrece una oportunidad para que lxs ciudadanxas restablezcan el tejido social y se cuestione sobre el mundo que desean habitar.
Chomsky plantea dos escenarios a futuro: en uno, el autoritarismo gana validez en nombre del bienestar económico, prolonga el sufrimiento de civiles mediante bloqueos, escasez y mata de hambre a quien vive del trabajo diario. En el otro, los Gobiernos que priorizan la presencia del Estado y la satisfacción de las necesidades y derechos básicos de sus ciudadanxs, sin responder de manera sumisa al sistema financiero internacional, las leyes del mercado y los condicionamientos de las elites mundiales.
Fuentes:
Organización Mundial de la Salud (OMS). https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019?gclid=EAIaIQobChMIj_KD6_i76QIVBgyRCh2mugvtEAAYASAAEgLNTfD_BwE
Universidad John Hopkins. https://coronavirus.jhu.edu/map.html