Aguafuerte de pandemia: cómo conseguir una cama

  • Imagen
    Pandemia en Rosario
CRÓNICA

Aguafuerte de pandemia: cómo conseguir una cama

02 Abril 2023

La sala de internación parecía terminada. Faltaba el fin de obra y, antes, las constataciones necesarias para que una firma responsable despejara el origen como causa del destino disfuncional de los elementos de la salita.

La radio parecía sonar fuerte, porque a esa hora lo que aturdía era el silencio. Escuché que nombraban a Jorge Luis Borges, una voz muy parecida a la de Charly García, tan parecida que podía ser la de Charly: "Un día, no recuerdo cuándo, ni el lugar, pero era un edificio grande, tipo blanco, me encuentro a Borges esperando el ascensor. Pensé, Borges, qué grande, pero él no sabía nada de mi presencia. Estaba de espaldas, esperando, ciego, un poco inválido, ¿no? Entonces lo toqué, en un gesto como de acercamiento, y le dije: Borges, tranquilo, ahora viene el ascensor. Y él, girando apenas la cabeza hacia un lado contestó, me contestó: ¿Por qué no vamos por la escalera, que está completamente inventada?” 

El coronavirus arrasaba: internación de dos días, neumonía bilateral y el paciente caía o prácticamente resucitaba. 

En una de las camillas de la guardia, yacía un excombatiente de Malvinas. No había lugar para hacer una derivación. La sala nueva, que no estaba completamente inventada, era el único refugio seguro que podía tener este hombre.

Tomamos la decisión de abrir. 

Cuando mis compañeras dieron la vuelta, estuve a punto de decir: “esperemos”. Luego me enteré que también estuvieron a punto de decirme: “esperemos”. 

En esa época, cada noche encendía un fuego tan sólo para hacer algo. Cocinaba un bife, unas papas, calentaba una pava, cualquier cosa. 

Esa noche no había comprado comida, y lo hice igual. Por el viento y la fresca puse una chapa abajo y lo hice en el piso. No quería que se divisara de lejos, y armé un semicírculo con cartones y así me aseguré pasar desapercibido. Terminé el vino y me quedé dormido al calor de las brasas.

Me desperté ahogado, lo que no impidió que fumara todo el recorrido. Al llegar al hospital, el combatiente ya no precisaba el respirador. A los 10 días, dormía en su casa. 

Los autores Lisandro Sagué y Paula Sagué son Lic. en Psicología de Rosario y trabajan en instituciones públicas de la ciudad.

El texto está inspirado en un relato de Mariano Gianello (Policlínicos Pami Rosario).

Cita: extracto de una entrevista a Charly García en Página /12, 19 de septiembre de 1993.