Expropiaciones: entre Vicentin, Bemberg y Perón
Por Emmanuel Bonforti
Algunos dirán que somos nazis, que somos fascistas, yo les pregunto en que país del mundo capitalista la economía es libre. Cuando no la orienta el gobierno, la orientan los grandes consorcios financieros, con esta diferencia: el gobierno la orienta en beneficio de todos los habitantes del país y los consorcios capitalistas hacia sus cajas registradoras
Juan Domingo Perón 9 de Julio 1947 Declaración de la Independencia económica
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Atravesamos días de turbulencia y agite en el escenario político argentino. El lunes pasado se anunciaba la intervención del grupo económico Vicentin, quien se dedica a la actividad cerealera y de oleaginosas. Con la intervención también se comunicaba la propuesta de un proyecto de ley al Congreso destinado a la expropiación de la empresa.
Las palabras expropiación, estatización, nacionalización generan expectativas en el mundo militante. A quienes despuntamos el vicio histórico nos invitan a reflexionar sobre experiencias pasadas que permitan construcciones sólidas con posibilidad de una de realidad efectiva.
El caso Vicentin fue recibido por la militancia en primer lugar con mucha efervescencia, aunque con el transcurso de las horas y los ánimos más tranquilos el clamor descendió y se abrieron los interrogantes.
Al informado lector se le habrá cruzado por la cabeza las imágenes del paro de las patronales rurales allá por 2008. También algún lector que peina canas recordará el discurso del entonces presidente Alfonsín en el predio de la Sociedad Rural Argentina en 1988. Claro está que se trata de hechos distintos en su composición, aunque también dan cuenta ser parte de un mismo problema vinculado a lo que a grandes rasgos puede llamarse "el campo" o mejor dicho a un tipo de producción concreta que determina una estructura social particular y un conflicto social específico.
El presente artículo tiene como objetivo rastrear brevemente la relación del primer peronismo con la producción y comercialización agro ganadera y como objetivo secundario describir brevemente procesos de expropiación impulsados desde el peronismo en el período 1945-1955.
Bemberg y Perón
Nadie duda que desde 1945 a 1955 mejoraran las condiciones de vida de los sectores populares. Las decisiones en política tienen consecuencias y el peronismo debió enfrentar a las fuerzas vivas del período. La gran articuladora de ese frente era la familia rural de origen patricio que había consolidado su poderío en base al latifundio.
El estudio de la oligarquía terrateniente como clase social es un tema inagotable para las ciencias sociales, a los fines de este artículo me remitiré al trabajo de José Luis Torres La oligarquía maléfica de 1953. En el libro, Torres trabaja el aparato superestructural de la oligarquía identificando una sucesión de hechos durante la Década Infame. Aparece el manejo discrecional del Puerto de Rosario a cargo de una empresa francesa que brindaba beneficios similares al del Canal de Suez. El trabajo apunta a la familia Lynch de Salta, la candidatura de Patrón Costa, Federico Pinedo, y aparece el sugestivo título al comenzar un capítulo de "Un libro de Otto Bemberg"
La familia Bemberg era para Torres el caso paradigmático de la corrupción empresarial semicolonial. Una investigación acerca de la defraudación tributaria de la familia lo empuja a Torres agudizar la inventiva, y caracterizará a la oligarquía como los Perduellis, palabra utilizada en la Roma antigua para señalar a los traidores a la Patria. Dos años después el autor publicará La Década Infame obra que permitió describir a la decadencia de la oligarquía en la década del 30.
¿El lector se preguntará porque tanto rodeo en relación a la familia Bemberg?
Juan Domingo Perón en su exilio escribe en Las Fuerzas es el Derecho de las Bestias, la siguiente cita: "La familia Bemberg en la Argentina es algo así como un inmenso pulpo venenoso que todo lo va emponzoñando y ocupando. La corrupción de funcionarios públicos fue su especialidad. La “coima” es una institución bembergiana. Penetró el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial. No hubo rincón de la Administración Pública donde Bemberg no llegara con su corrupción".
Está claro que la familia Bemberg pertenecía al discreto círculo de la oligarquía. ¿Pero porque adquiere relevancia para Perón el apellido Bemberg? Existe un consenso en cierto espacio de la izquierda sobre las limitaciones del peronismo en materia de tenencia de la tierra. Sin embargo, en febrero de 1955 se produce la nacionalización de las empresas del grupo Bemberg, con esto se avanzó con la expropiación de 8000 hectáreas de la mencionada familia.
Lejos estaba la política económica del peronismo de tener como arma fundamental la expropiación. Pero el hecho marca un hito silenciado y merece ser recordado.
Un Proyecto de país
Siguiendo la metodología de Gustavo Cirigliano que sostiene que todo Proyecto Nacional tiene tres componentes, un argumento, una infraestructura y una voluntad de realizarlo. Uno podría identificar como estos elementos se materializan en la realización del peronismo como fenómeno político de cambio. La Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política serán el argumento que sostenga la fuerza militar del nuevo frente político. El anhelo de un país soberano implica el desarrollo de una infraestructura autocentrada en un enfoque productivo.
La voluntad implicó la expropiación parcial de la renta diferencia, la nacionalización del comercio exterior y de la banca nacional. Tal situación significó una reconversión del Estado en su rol planificador, ejemplo de esto será el Consejo Nacional de Posguerra.
Nadie podrá dudar de la transformación de las formas de producción por parte del peronismo. Sin embargo hay un elemento en los análisis del período que aún hoy es objeto de disputa, esto es, la cuestión agraria. Autores como Juan José Hernández Arregui a quien nadie podrá acusar de opositor a peronismo, considera que la causa agraria no fue resuelta por el peronismo. Arregui suponía que el régimen latifundista además de ser garante del monocultivo frenaba cualquier intento de industrialización.
Arregui no cae en posiciones izquierdas infantiles, reconoce el mantenimiento del latifundio, pero advierte que la política económica del peronismo había puesto frenos al accionar de los pulpos imperialistas del comercio internacional, el instrumento para esto fue el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI). En paralelo señala los intentos por poner coto al latifundio como la Ley de Arrendamientos y Aparcerías rurales. La cuestión agraria fue uno de los caballitos de batalla que utilizó la izquierda liberal para criticar al peronismo, en esa discusión Arregui despliega su erudición y aplicación al materialismo dialectico recordando que las criticas del Partido Comunista al peronismo omiten que la de nacionalización del comercio exterior y de la banca nacional fueron medidas que el propio Lenin tomó en la Rusia Soviética.
El lanzamiento del Segundo Plan Quinquenal en 1952 indicaba el comienzo de una nueva fase y aspiraba a consolidar el perfil industrialista del país. Argentina avanzaba con las limitaciones y contradicciones que implican el desarrollo de un proyecto industrial en un país semicolonial. Las prioridades de ese Plan eran, la siderurgia, la metalurgia, el aluminio, la química, la mecánica.
Claro está, que esa voluntad se sostenía en el gran apoyo popular y en hechos como la modificación de la Constitución en 1949, la cual establecía que los minerales y diferentes yacimientos son inalienables de la Nación. Un lector conocedor de la Reforma Constitucional dirá qué también ese artículo indicaba que quedaban exentos los vegetales como propiedad imprescriptibles.
El inicio de la fase regresiva del proyecto de Justicia Social encuentra en el accionar de la oligarquía terrateniente una de las causas de su caída, esto se debe a su naturaleza de clase y a su antiperonismo. No solo fue opositora a cualquiera que se declame peronista, también se encargo de financiar conspiraciones sangrientas.
Rodolfo Puiggros sostiene que esta oligarquía se mueve por intereses y no por principios, con lo cual no tiene pruritos en correrse por diferentes casilleros políticas, será atea y también seducirá a las altas jerarquía de la iglesia, levantará la bandera de la Constitución Nacional pero no tendrá inconvenientes en acudir al fraude patriótico.
Esta oligarquía goza del instinto de auto preservación y cuando se ve cercada defiende sus intereses de manera épica. Y esto fue lo que sucedió en 1955, el apoyo al golpe de Perón era una oposición implícita al proceso de industrialización, por tal motivo aparece como un golpe restaurador ya que se posiciona contrario al impulso modernizador del gobierno de Perón. De esta manera y a pesar de haber solo expropiado dos millones de hectáreas la oligarquía veía en Perón el único enemigo que hasta el momento había doblegado en parte el poderío de la clase dominante. Perón para esto debió estructurar un proyecto nacional, con una amplia alianza de clases que apuntaba a la autodeterminación y la independencia económica. Lejos estaba el gobierno de Perón de ser anti agrario, sino que la producción agro ganadera era tan solo un eslabón para la búsqueda de divisas.
Así, advertimos que en momentos de alta conflictividad social se acentúan los antagonismos, en esos instantes históricos las personas tienen licencia para evitar caer en posiciones intermedias, abusar de análisis enmarañados, esquivar terceras posiciones. Es en esos momentos donde los actores sociales se muestran tal cual son, es ahí que el análisis de la realidad adquiere una mirada binaria pero necesaria, desarrollo autónomo o dependiente, la Argentina proyectada hacia la Justicia Social o la Argentina colonial. En la causa agraria se esconde en parte la contradicción principal, ser Nación o ser Colonia.