"La pandemia dejó en claro la importancia de tener ciencia interdisciplinaria"
Fotografía Universidad Nacional de La Plata
APU: Usted trabaja en el diseño de vacunas ¿desde cuándo y con qué tipo de vacunas?
Daniela Hozbor: Sí, trabajo en el diseño de una vacuna contra la tos convulsa, y este proyecto lo comencé fuertemente en el 2006. Especialmente en la vacuna para la tos convulsa. Es una enfermedad respiratoria, que es prevenible por vacunación. Esto quiere decir que existen vacunas, pero si bien estas vacunas han permitido disminuir la morbilidad* y la mortalidad de la enfermedad. Desde la década del ’90 la enfermedad empezó a resurgir. Se estudiaron las causas, y varias de ellas estarían asociadas con que hay algunas debilidades en las vacunas, y entonces es un desafío enorme porque hay que superar en este diseño a las ya existentes.
APU: En cuanto a superar a las ya existentes ¿significa generar vacunas propias?
D.H.: Esto requiere una explicación un poco más extensa, porque hay una problemática que es global para tos convulsa. Esta enfermedad respiratoria, con vacunas, logró estar bastante controlada hasta los años ’90, y a partir de allí existió un aumento de la enfermedad lo que obligó a estudiar por qué estaba aumentando. Dado que en algunos países en los que aumentaba había una alta cobertura de vacunación, y derivó en la pregunta ¿pasará algo con las vacunas?
APU: ¿Y cuál era el problema con la vacuna?
D.H.: Acá vale la pena hacer un paréntesis para recordar que para esta enfermedad [tos convulsa] hay dos tipos de vacunas. Una vacuna que está hecha con el agente causal de la enfermedad que es la bacteria Bordetella pertussis entera, muerta por calor, y destoxificada. Esta fue la primera vacuna que se diseñó en 1906, que se llama vacuna celular, y que se usó masivamente llegado los años ’50. Fue muy exitosa esta vacuna, pero con el correr de las aplicaciones se empezó a detectar que había reacciones adversas, y en algunos casos esto pasó a dominio público y ni los médicos ni la población quería utilizar esta vacuna. Entonces se desarrolló otra vacuna, una nueva generación o segunda generación de vacunas, las que en vez de estar constituidas por las bacterias enteras se construyeron con inmunógenos, con proteínas, que inducen una respuesta protectora. Esto es la aparición de las vacunas de componente o vacunas acelulares. Y en general los países desarrollados adoptaron esta vacuna, porque la consideraron más segura, y la población volvió a la aceptabilidad, pero como el costo es mayor que la vacuna celular no todos los países la pudieron incluir en sus calendarios.
Con el correr de los años comienza a detectarse esto de la resurgencia de la enfermedad, se buscan las causas, y una de las causas que se encuentra es que la duración de la inmunidad inducida por las vacunas no es eterna y la que más rápido se pierde es la de componentes (vacuna acelular).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) periódicamente hace una revisión de toda la información y saca lo que se llama “posicionamientos”, entonces en un momento dijo “hicimos toda una búsqueda si había una asociatividad de las reacciones adversas y las vacunas celulares y no vemos nada grave”, o sea, ninguna cuestión que diga que hay que sacar las vacunas.
Es cierto que a medida que se dan más dosis esta frecuencia de aparición de reacciones adversas, que en general son suaves o moderadas, va aumentando. Y esta vacuna celular se puede usar en la población pediátrica, y si hay que usar en la población adulta algún refuerzo de inmunización, que se haga con las vacunas de componentes, según recomienda la OMS.
Además, cuando se contó con la información que las vacunas de componentes inducen una inmunidad de menor duración, la OMS recomendó que los países traten de no cambiar sus vacunas, sobre todo en las dosis pediátricas primarias, y en caso de realizarlo por cambios en las políticas sanitarias, recomendó asegurar la cantidad de dosis de vacunas de componentes para los refuerzos y con eso hacer extender la duración de la inmunidad.
APU ¿Qué se logró investigar respecto al resurgimiento de la enfermedad?
DH: Al investigar las causas del resurgimiento de la enfermedad, se encontró entre otras causas, que la población de bacterias que producen la enfermedad y que está circulando es divergente respecto a las vacunas, y hay una hipótesis en la que se dice que las vacunas de componentes parece que estuvieran ejerciendo una presión de selección sobre esta población bacteriana circulante y hace que prevalezcan unas cepas, unas bacterias, que son capaces de resistir a la inmunidad generada por las vacunas. Datos que corroboran esta hipótesis, indican que en los países que usan sólo vacunas celulares se encontraron bacterias que dejan de expresar los componentes que están en las vacunas acelulares.
Entonces hay algo de esto de que sea propio de una región. O sea, la problemática de países que usan sólo vacunas celulares presentan circulación de este tipo de bacterias, por ejemplo, en Argentina, nosotros como laboratorio de referencia, hacemos un trabajo de investigación también respecto a las bacterias que están circulando, no encontramos esta alta prevalencia de estas cepas en esta región, por lo que enfrentamos otra problemática, tal como que hay ciertas características que hacen a la región. Por ello se busca obtener una vacuna de componentes (vacuna acelular) que no ejerza esa presión de selección tan marcadas como las actuales y que además genere una respuesta inmune más duradera.
APU:¿En qué estado están en esta búsqueda?
D.H.: Nosotros ya tenemos nuestro candidato vacunal, después de muchos años de trabajo e investigación. Ya tenemos las etapas pre-clínicas superadas, y cumple con estos dos requisitos. Es decir, estamos muy avanzados.
Quiero decir, que, si bien hay regionalidad, como expresé antes, las enfermedades atraviesan fronteras. La pandemia de COVID es un claro ejemplo de esto.
APU: Pero, mientras tanto ¿seguimos usando las vacunas existentes?
D.H.: En el caso de la tos convulsa, mientras se desarrollan y ensayan nuevas vacunas y que lleva bastante tiempo, lo que hay que hacer es usar las vacunas que hay, y lo que se ha modificado en muchos lugares, incluido nuestro país, es el esquema de vacunación por ejemplo con la incorporación de más dosis (refuerzos). Que estemos en proceso de investigación de desarrollo de nuevas vacunas no quiere decir que no hay que usar las vacunas existentes, porque caso contrario la situación sería peor.
APU: Nos comentás de vacunas para enfermedades producidas por bacterias ¿cómo es en el caso de enfermedades producidas por virus? Obviamente estamos preguntando por COVID-19…
D.H.: El desarrollo de vacunas, para cualquier enfermedad y una vez que se detectó que es necesario desarrollar una vacuna, los pasos que tiene que seguir son los mismos. En el caso de algunos virus, algunas veces, presentan más desafíos porque hay más variaciones (mutaciones), y un ejemplo de ello es la vacuna contra la gripe. Esta vacuna se cambia año a año, de acuerdo a lo que está circulando en cada hemisferio.
En términos de desarrollo, las vacunas, las etapas que tienen que seguir son las mismas. Primero una fase explorativa, es decir, qué es lo que hay que poner adentro de la vacuna para que ejerza esa acción benéfica sin causar daño, y además que sea específica porque nos queremos proteger contra una determinada enfermedad. Esta fase explorativa, en general, la realiza la universidad, la academia, los institutos científicos. Una vez que se logra contar con un diseño, cuando ya se tiene el posible candidato vacunal, lo que sigue es el ensayo en modelos animales, dado que el código de ética médica de Núremberg exige que antes de ensayar una vacuna en humanos debe ser probada en animales. Aquí se ensaya si la vacuna diseñada es segura, en términos de no generar reacciones importantes adversas, y además si ejerce efectos benéficos (si es inmunogénica) y si es capaz de proteger contra la enfermedad.
Esta etapa se conoce como fase pre-clínica. Si esta fase es exitosa, se pasa a las siguientes etapas (ensayos clínicos), en las que en general se trabaja con acuerdos públicos-privados debido a que son muy costosas, y lo que se hace es una presentación de protocolos para realizar ensayos en humanos, ensayos que van desde la fase 1 hasta la fase 3, antes de ser licenciada. Si estos ensayos son exitosos, pasa a la producción de escala y uso masivo poblacional, y se sigue realizando vigilancia para ver si sigue siendo segura, eficaz y tolerable en términos de la protección contra la enfermedad. Esta última etapa es muy costosa en términos económicos, realmente.
APU: Es evidente, según nos explicás, que el comienzo de toda la etapa depende de la investigación tecnocientífica de la academia (en Argentina eso significa el Estado) ¿en qué situación estamos en la actualidad?
D.H: En Argentina, efectivamente, esta parte está a cargo de la parte pública, del Estado. En Argentina hay grupos de investigación a lo largo del país que se dedican a la búsqueda de vacunas. Las vacunas podríamos decir que están compuestas por dos partes básicas, una es la específica donde está el antígeno (el inmunógeno) que va a hacer frente a la enfermedad y la otra parte que es la que ayuda a tener la respuesta inmune necesaria que es el adyuvante. Así es que en Argentina hay grupos que trabajan en el diseño de candidatos vacunales (antígenos) y grupos que investigan en adyuvantes. Hay desarrollo en vacunas veterinarias y también en vacunas de uso humano. La etapa más complicada, luego de tener la prueba de concepto en el modelo animal, es el salto hacia los ensayos clínicos, que es muy complicado por varias razones, entre otras por la inversión que tiene que hacer la parte privada (en general) de algo que no sabe, pero después es muy costo-efectiva para ellos.
Esas inversiones hacen que el proceso se vuelva complicado. Este obstáculo, por ejemplo, en el caso de las vacunas contra COVID-19, por ser una crisis sanitaria que atraviesa todo el globo, se dirime. Lo que está ocurriendo son esfuerzos mancomunados para lograr el objetivo. Esperamos que esta experiencia, aunque fea en términos de pérdida de vidas y demás en cuanto a los efectos que produce, deje cosas positivas, entre otras cosas positivas para el desarrollo de vacunas. Porque que las vacunas tarden tanto tiempo, como 10 ó 15 años, es demasiado. Se tiene poder articular entre todos los efectores para lograr que los diseños y los ensayos se hagan de manera más efectiva para que lleguen de manera más rápida a la población. Por supuesto, siempre controlado.
Nuevamente, el caso de COVID-19 demuestra que una vacuna puede obtenerse en dos años, por lo que me gustaría que esto sea tomado como ejemplo para otro tipo de vacunas.
APU: Muy claro lo que ha explicado. ¿Le gustaría agregar algo más?
D.H: Una cuestión que para mí es importante es que la pandemia COVID-19 está dejando a la luz muchos aspectos, desde todo punto de vista, y que ojalá nos sirvan para replantearnos muchas cosas y mejorar la calidad de vida de toda la población. Pero en términos de vacunas, creo que también dejó en claro la importancia de tener ciencia, ciencia que trata de resolver problemas, ciencia interdisciplinaria que es fundamental.
Y eso se ve muy claramente, porque tener 160 candidatos vacunales en dos meses más o menos es increíble, y eso es porque había un batallón de gente trabajando en vacunas y ahora se focalizó en esta para hacer frente a la COVID-19. Había ciencia en vacunas, y también había diseños específicos para otros coronavirus porque los coronavirus ya habían provocado otras epidemias. De estos 160 candidatos, 21 ya están en las fases clínicas en humanos.
No solo la importancia de la ciencia para responder, para tratar de solucionar problemas, sino además valorar las vacunas y a la vacunación. Las vacunas como insumo esencial en la salud y en la calidad sanitaria de toda la población. Y las vacunas deben ser aplicadas, porque no sólo basta con hacer estos desarrollos, sino que también deben ser usadas. Nosotros en Argentina tenemos un calendario nacional de vacunación que es de lujo. Calendario gratuito y obligatorio. O sea, la idea de gratuito es que no haya ningún obstáculo para adquirir el uso de este insumo porque las vacunas no sólo tienen un efecto benéfico sobre quien las recibe, sino que al vacunarnos estamos protegiendo la vida de otras personas, es decir, es un acto muy solidario. Y lo que tenemos que hacer es valorar ese calendario nacional de vacunación, y usarlo en el número de dosis que nos indican para cada una de las enfermedades y en el tiempo que dice. Hagamos fuerza para que la ciencia también continúe para dar respuesta y nos construyamos también como ciudadanos solidarios y responsables.
* Cantidad de personas que enferman en un lugar y un período de tiempo determinados en relación con el total de la población.