¿San Martín no fue independentista en 1810? Un debate con Galasso
Por Hugo Chumbita
Ante el aniversario del 17 de agosto, la Agencia Paco Urondo publicó una entrevista con Norberto Galasso que leí con interés, como todo lo que él dice y ha escrito en su vasta obra historiográfica, pero que me motiva a plantear en este caso una objeción parcial a su interpretación de la actitud de San Martín y de los patriotas revolucionarios de 1810. Galasso afirma que San Martín luchaba por una España que quería modernizar, y es lo que lo lleva a venir al Río de la Plata, a participar de una revolución democrática que no era separatista ni rupturista; y se refiere a sus coincidencias con Belgrano, Moreno y el Plan de Operaciones.
Es cierto que San Martín se había vinculado al liberalismo constitucionalista que cundía en los ejércitos españoles, pero es evidente que su ingreso a la Logia de Cádiz, uniéndose a los jóvenes americanos que se disponían a volver para servir a la revolución continental, lo llevaba a enrolarse en la causa de la independencia. La explicación que he sostenido en mis investigaciones es que la “pasión eficiente” que movió a San Martín a volver a América, más decisiva que las “razones ideológicas” generales, fue la certeza acerca de su origen, de sangre indígena por el lado materno, que se le revelara al conocer en Cádiz a su padre biológico, el brigadier Diego de Alvear, y a su “medio hermano” Carlos de Alvear, con quien emprendió el regreso en 1811.
Pero más allá de esta cuestión, que hemos tenido ocasión de comentar y discutir con Galasso, quiero señalar que el proyecto del núcleo revolucionario del movimiento de 1810 en el Río de la Plata era inequívocamente independentista, no obstante la “máscara de Fernando” que lo encubría al comienzo. Ello es muy claro en los hechos y los dichos de los patriotas más resueltos. Monteagudo, en su memorable alegato como abogado defensor de Castelli, cuando se le reprochaba la conducción del Ejército del Norte en el Alto Perú, declaró que ellos, en efecto, luchaban por “el sistema de igualdad e independencia”. Las instrucciones de Artigas a los diputados orientales enviados a la Asamblea Constituyente de 1813 reclamaban una Confederación republicana, con “independencia absoluta” de España y de su casa real.
Y en cuanto a Moreno y Belgrano, según los términos que se reiteran en el Plan de Operaciones de 1810, la propuesta es “realizar la obra de nuestra independencia”, “los cimientos de una nueva república”, “ya que la América del Sud ha proclamado su independencia”, “el Estado Americano”. Sobre la táctica a seguir, el Plan expresa que el acatamiento a la corona es sólo aparente: “el misterio de Fernando es una circunstancia de las más importantes para llevarla siempre por delante, tanto en la boca como en los papeles públicos y decretos, pues es un ayudante a nuestra causa el más soberbio; porque aun cuando nuestras obras y conducta desmientan esta apariencia en muchas provincias, nos es muy del caso para con las extranjeras, así para contenerlas ayudados de muchas relaciones y exposiciones políticas, como igualmente para con la misma España, por algún tiempo, proporcionándonos, con la demora de los auxilios que debe prestar, si resistiese, el que vamos consolidando nuestro sistema, y consiguientemente nos da un margen absoluto para fundar ciertas gestiones y argumentos, así con las cortes extranjeras, como con la España, que podremos hacerles dudar cuál de ambos partidos sea el verdadero realista; […] además, que aun para atraernos las voluntades de los pueblos, tampoco no sería oportuno una declaración contraria y tan fuera de tiempo, hasta que radicalmente no sentemos nuestros principios sobre bases fijas y estables y veamos los sucesos de la España la suerte que corren”.
Aunque la autenticidad del Plan de Operaciones ha sido cuestionada por algunos historiadores, muchos otros, incluyendo a Galasso, la han defendido, y en cualquier caso la opinión general es que refleja las ideas de los patriotas “jacobinos”.
Es interesante destacar que San Martín no era “antiespañol”, sino que su rechazo se dirigía contra “los godos”, la clase dominante que se pretendía superior; no hay duda de que era un americanista, solidario con los pueblos autóctonos, y cabe pensar que no sólo por razones ideológicas. Pero sobre todo, respecto al movimiento de 1810, la tesis del “españolismo” no se corresponde con las ideas de los revolucionarios de la primera hora, y peor, la podrían aprovechar los genuflexos que imaginan “la angustia” de los patriotas al separarse de la corona.