Aire al tango
Por Mariana Fossati
La historia de la radio argentina y el tango, por momentos, es una sola. La de nuestro país es una radio que nació musical, en sus inicios -y por mucho tiempo- con gran valoración por la música clásica. Es Parsifal la ópera que abre el telón de estos 100 años y las radios estatales fueron en sus inicios (tanto la de la ciudad como Radio del Estado, hoy Nacional) difusoras entusiastas de la música culta. Sin embargo, la etapa de mayor predominio de la radio como medio de comunicación coincide con la época de oro del tango, es decir, la década del 40 y sus alrededores.
Ya en 1924 debutó en Radio Gran Splendid –luego pasaría a ser Splendid a secas- el cantor Carlos Gardel, que fue calificado por la prensa como “la guardia nueva del tango”. Su primera actuación fue con el dúo que integraba con José Razzano y luego como invitado de la orquesta de Francisco Canaro. Agregan quienes relatan este debut en el novísimo medio de comunicación, que recibía como pago café con leche, cajones de oporto y paquetes de galletitas. Faltaban 10 años para 1934, cuando la estrella internacional en que se convertiría ese morocho regordete dejara su sello en la historia de la radio vernácula con una de sus tantas piruetas artísticas: cantó en los estudios de la National Broadcasting Company, en Nueva York, y sus guitarristas lo acompañaron desde la porteña Radio Rivadavia. Por onda corta, Gardel escuchaba a los muchachos y todo salió perfectamente acoplado en una transmisión de Radio Splendid.
Un año después, cuando ya Carlitos se había convertido en la leyenda argentina engrandecida por el fuego de Medellín, se inauguraron los estudios de Radio el Mundo en Maipú 555, edificio que hoy ocupa Radio Nacional. Fue construido especialmente para la emisora, a imagen y semejanza de la BBC de Londres, con un auditorio para 500 personas y varios estudios de generosas dimensiones para que la radio fuese una fiesta. Queda inaugurada la bacanal de las orquestas y el público como partícipe activo de las transmisiones: ir a la radio a conocer a los artistas y escucharlos en vivo era otra forma de vivir la experiencia de la radiofonía. Y la competencia entre las emisoras tenía al tango como protagonista y motivadora excusa. Era en esos estudios donde se estrenaban los tangos –esos mismos que hoy nos parece que estuvieron siempre en el cancionero popular-, donde la ilusión de ser parte de ese mundo mágico de ondas hertzianas se renovaba con los concursos para que los de a pie pudieran convertirse en estrellas de la radio y donde era posible conocer a los artistas cuyas voces llegaban a las casas a través de la radio o que sonreían desde la revista Sintonía.
El bandoneonista Leopoldo Federico, quien dirigió durante años la orquesta estable de Radio Belgrano, se lo contó al periodista Gabriel Plaza en una entrevista: "En esa época, las radios más importantes eran El Mundo, Belgrano y Splendid y había un fervor por el tango que es difícil imaginar hoy. Todos tenían su propia orquesta en vivo. La gente iba a ver a sus cantores preferidos y por ahí, como eran programas de media hora, en una noche podían ver a las grandes orquestas juntas como Troilo y D´Arienzo. Después, la gente se quedaba a ver el radioteatro y a algún humorista del elenco estable. Así que entraban por la tarde y se iban a la medianoche. Para la gente era como ir al teatro”. Un verdadero mercado de propuestas artísticas, eso eran los estudios de las grandes emisoras porteñas y las de otras ciudades argentinas, que además de contar con elencos artistas locales recibían de vez en cuando a las estrellas de Buenos Aires, eventos que cortaban el tránsito y rompían el aire remolón de provincia.
Quienes vivieron aquella radio tan vital recuerdan las características de cada emisora: Radio Belgrano y El Mundo eran las más populares, entre ellas se disputaba un Boca-River todos los días. Belgrano, por su parte, se escuchaba mucho en las provincias (a través de sus filiales) y era más osada en la programación artística: ahí debutaron las orquestas de Piazzolla y de Salgán. Radio El Mundo era un tanque de guerra: tenía las propuestas más populares y el director artístico era Armando Discépolo.
En el edificio de Maipú 555 nació en 1941 el programa Ronda de Ases, una emisión extensa para la época -de una hora de duración-, que salía al aire dos veces por semana y de la que participaban cuatro orquestas de las más convocantes. Era tan así que el auditorio de la emisora quedó chico y se comenzó a transmitir desde el Teatro Casino que tenía 2000 localidades y estaba ubicado a sólo unas cuadras: en la calle Maipú al 300, frente al cabaret Marabú. Ronda de Ases ponía a competir, en cada emisión, a cuatro de las principales orquestas con sus cantores: Ángel D’Agostino con la voz de Ángel Vargas, Carlos Di Sarli y Roberto Rufino, Juan D’Arienzo y Héctor Mauré, Osvaldo Fresedo y Oscar Serpa, Ricardo Tanturi y Alberto Castillo, Aníbal Troilo y Francisco Fiorentino son algunos de los binomios que se enfrentaron en tanguera competencia para recibir el veredicto del público que determinaba los ganadores a aplauso limpio.
También fue Radio El Mundo la casa de uno de los programas más recordados del género: el Glostora Tango Club, creado en 1946 y emitido de lunes a viernes, de 20 a 20.15 horas. Consistía en tres tangos tocados en vivo desde el auditorio y auspiciados por una gomina fabricada por la empresa Brancato, que daba nombre al ciclo y aseguraban que servía “para más y mejores peinados”. El programa duró hasta 1968 e inicialmente estaba protagonizado por la orquesta de Alfredo de Ángelis con sus cantores Carlos Dante y Julio Martel aunque, con el tiempo, alternó con otras formaciones de igual popularidad. Como cada programa, el Glostora tenía un eslogan: "la cita obligada de la juventud triunfadora". El tango estaba de moda y la gomina también.
Durante este período la legislación en comunicación favorecía a esta radio eminentemente musical y principalmente artística que tenía elencos de radioteatros, cómicos, monologuistas. Disposiciones que durante los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón garantizaron una programación musical. En 1946 el decreto 13.474 creó el “Manual de Instrucciones del Servicio de Radiodifusión” que establecía para las radios un máximo de 65% de espacios musicales y un 35% de espacios hablados. En 1950 el gobierno dispuso la obligatoriedad de programar 50% de música argentina sobre el total de la emitida. En 1952 el decreto 13.921 estableció pautas obligatorias para la difusión de la música nacional en todas las radios del país. Con la llegada de Onganía la historia cambió, también, para la radio argentina: una resolución de la Secretaría de Comunicaciones de 1967 estableció nuevas pautas para la programación de Radio Nacional: el 70% de los espacios debían ser musicales, divididos en un 40% de música clásica, un 34% de música ligera, el 15 % nativa y el 11 % restante. popular. Leopoldo Federico recordó ese momento como el final de esta etapa: “una ley de racionalización en la radio decretada por Onganía en 1967 terminó por sepultar la época de oro de los números de tango en vivo en la radio. Después de ese momento el tango desapareció definitivamente de las audiciones y ese espacio no se recuperó más."
El número vivo –como se le decía en la época- en las radios languideció y comenzó a transformarse en un recuerdo agridulce. También avanzaba la televisión que poco a poco abandonó la sana costumbre de la música en vivo para convertirse en el reino del chisme y el periodismo berreta. El tango se trasladó a unas pocas radios dedicadas al género –la principal, la 2x4, depende del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires-, para públicos minoritarios: una legión de tacheros y nostálgicos fanáticos o cultores de los nuevos artistas que siguen esperando una emisora que refleje la actualidad tanguera con toda su diversidad.