Carta de una madre a su hijo, por Roxana Cainzos
Por Roxana Cainzo* | Foto Carlos D. Pérez
Querido hijo: Como sabrás nuestras vidas cambiaron muchísimo desde que te arrancaron de mis brazos. Comenzamos un camino junto a tus amigos, compañeros, docentes y familia en búsqueda de verdad y justicia recolectando todo tipo de pruebas. Luego se sumaron las organizaciones del barrio, que fueron de mucho apoyo pues no fue un camino fácil. Fue un camino injusto, doloroso y lleno de impunidad que lastima. Aprendimos a conocer a muchos pibes que fueron asesinados por la policía y a sus madres, que me abrazaron, me contuvieron y me hicieron ver que «sólo el amor alumbra lo que perdura, solo el amor convierte en milagro el barro” como dice Silvio.
Luego de un juicio en el que sólo obtuvimos justicia social, ya que los policías siempre salen sin pagar su crueldad, quedamos con ese gusto amargo que deja la injusticia, la desidia, la impunidad de algunos, la naturalización de la criminalización sobre nuestros pibes, la naturalización de las desigualdades. Desolada me encontré con el amor, fuerza y memoria que dejaste y también con el dolor de tanta injusticia y desigualdad. Sólo había dos caminos y opté por la lucha, como otras madres que conocí que me inspiraron a no quedarme con ese dolor, sino a reflejar la luz y ese amor que me enseñaste y que dabas sin mirar a quien. Ahí pensé en tener un trabajo territorial, un espacio para concientizar y repartir memoria. Así abrimos con Caro (mamá de Lucas Cabello) el Merendero Madres en Lucha contra la Violencia Institucional.
Y así seguimos, tratando de repartir sonrisas, concejos, mates, abrazar el dolor de otras personas que también está pasando un mal momento. Convirtiendo el dolor en lucha, con el respeto que nos tienen porque saben que no hablamos sin saber lo que duele la pérdida, la perdida de todo derecho. Porque lo que duele es la desigualdad, la exclusión, la pobreza y ellos nos convirtieron en eso, en luchadoras. Transformamos todo el horror que nos hicieron y siguen haciendo con esas desigualdades sociales, sobrevivimos y continuamos, gracias a tu luz, tu amor, tus ganas de vivir, tu amor al otro sin distinción, tus proyectos, tu pasión al futbol. Tu sonrisa nos moviliza para sacar fuerza, para seguir y conseguir para los pibes un mundo más justo donde entren todos.
Quiero decirte que te amo, sos sinónimo de lucha y amor. Eso sembraste en tu bandera que llevaste en alto y tu voz, la de todos los pibes que matan injustamente.