La idea de Sebreli que salvará a CABA: "Que el provinciano pague un impuesto por no ser porteño"
Por Groncho Mars | Ilustración: Leo Olivera
“¿En qué creen los que no creen?”, me pregunta Gregor. “Yo, por lo pronto, pongo mi fe en el tarotista de Boca, que volvió a meter otro pleno inmenso vaticinando la dura derrota de River contra el Palmeiras. Es tremendo lo de este pibe. Por lo pronto, me compré un kilo de miel pura porque ya avisó que va a ser duro con el Santos, sólo me falta aprenderme el equipo xeneize completo para que no me quede ninguno sin endulzar”, cierra. Y yo no le digo nada que ose frenar su locura porque también me compré unas velas blancas y unos limones para meter adentro los nombres de los árbitros de la revancha ni bien se sepan. Así que mejor empezar.
Tan presumido el sabelotodo que no podía comprender
Arrancó el verano pandémico y como el ritmo legislativo baja en intensidad, se habilitan espacios no utilizados con frecuencia para meter notas de desgaste. Por eso Clarín usó de puente a Ñ para entrevistar a Juan José Sebrelli y Marcelo Gioffré por su libro Desobediencia civil y libertad responsable, ensayo en el cual, a través de un recorrido por las pestes más famosas que asolaron a la humanidad, vendrían a concluir que “las hubo jodidas mal pero ninguna como el peronismo”. De allí el valor de la desobediencia civil, “para ver si los pobres aprenden a desperonizarse”, acción necesaria para los autores que consideran como mala la administración del gobierno argentino en esta crisis sanitaria mundial. Sólo la desobediencia civil nos permitiría llegar al “liberalismo de izquierda” como vía por excelencia para encarar el futuro. No sé qué carajo vendría a ser “liberalismo de izquierda”, pero en una parte indican a Mauricio Macri como la puerta para acceder a dicho estamento y ya no me interesaría tanto entender cómo encajarían teóricamente esos conceptos, me alcanza con los 4 años que nos dieron de explicación práctica. En un momento, Sebreli, a quien le gusta comparar Inglaterra con nuestro país, asegura que “no tenemos una gran tradición democrática”. Bien, pienso, se refiere a la enorme cantidad de interrupciones a través de golpes de estado realizados por las fuerzas cívicomilitares en el siglo pasado, pero no. “Estamos viviendo un momento de gran peligrosidad. Si no logramos frenar al kirchnerismo y meter presa a Cristina, porque ella ni va a renunciar ni se va a calmar, caeremos en una dictadura tipo Venezuela. Esto es una semidemocracia pero va a desaparecer”, afirmó, al mejor estilo del spot de TN cuando iba a salir la ley de medios. Interesante cómo tipos que salieron a gritar que vivíamos en una “infectadura” sin “libertad de expresión”, hacen declaraciones de este tenor sustentando la historia de la desobediencia civil profusamente, pero traspolándola al presente floja de papeles. Bah, avalado por el título de “intelectual” de quien las realiza. Algo que queda en evidencia cuando, en el devenir de la entrevista, se lamenta de que “los porteños sean casi como los judíos en la Alemania nazi”. No conforme con esta exageración donde el INADI debería revisar el VAR porque, para mí, ahí hubo infracción, continuó: “Yo tomo posición ante esto. Me considero porteño y no argentino. No puedo sentirme compatriota de un formoseño, por lo tanto estoy más cercano de un montevideano. Ni digamos del norte o del sur, para mi no existen”. Podemos llegar a la conclusión de que, para el escritor, la desobediencia civil es urgente y necesaria sólo hasta la General Paz. A lo sumo hasta el comienzo de la Panamericana. Y, si es posible, que ese accionar termine en separatismo. Algo que haría una democracia que se precie como tal, ante la liviandad de las provincias que continuan votando cualquier coso, eso que coincide casi siempre con el peronismo. “Mirá, Groncho”, me dice una fuente autorizada en el tema ya que es el tío del marido de la prima de la mucama del filósofo, “Juan José está recaliente porque, para él, en esta “infectadura” no existe la suficiente libertad para decir lo manipulador, centrista chauvinista, xenófobo o facho que es uno sin que vengan a reclamártelo”. No es que quiera salir en defensa de este pensador, pero déjenme agregar que el tipo está diciendo que no hay libertad de expresión en uno de los multimedios más poderosos del país y de mayor llegada. Es evidente que allí no debe haber la suficiente para decir todo lo que uno quiere. La frutilla del postre la colocan con Gioffré asegurando que no hay “intelectuales peronistas” de fuste que estén a la altura para hablar de política con ellos. Hay buenos escritores, como José Pablo Feinmann, pero de literatura, de policiales, para lo otro no. Se ve que sí hay suficiente libertad de expresión para decir cuán grande es mi ego.
Siguen reprochándome morales
Infobae fue por una pluma diferente, la de Jorge Asís, quien tuvo unas palabras para este movimiento “libertario” que Sebreli quiere inclinar hacia la izquierda: “estuve en una charla en Tucumán para una fundación de liberales, me preguntaron cómo los veía y yo les dije que pueden ser poder en Argentina en el 3.520. Mi única sugerencia para estos liberales del recetario televisivo es que se hagan peronistas. Porque en uno de esos vaivenes del PJ pueden armar un ala neomenemista”. Luego afirmó que “si el gobierno hace las cosas más o menos bien con la vacuna y logran un acuerdo más o menos razonable con el FMI va a ser muy difícil que pierdan las elecciones”. Y claro, lo dice como si fueran dos pavaditas y que alcanzara para convencernos. Por lo pronto, ya quedó superado su vaticinio de que en “diciembre no iba a llegar nada”. Lo interesante es que el periodista Fernando Soriano le repregunta contra quién iría el oficialismo estas elecciones y Asís le respondió que la oposición son los grandes medios. Y destaca que donde más se lo ataca al gobierno es en la impunidad, porque eso lleva a hablar de presos políticos. “Es la primera vez que un gobierno tiene presos propios. No te podés imaginar un gobierno militar con presos militares ni un gobierno radical con presos radicales”, dice, para luego aclarar que “que el espacio de la impunidad lo leés todos los días, se da por hecho y nadie lo discute. Creo que Macri siguió la agenda de los medios de comunicación más importantes, se dedicó a meter presos por todas partes. En ese momento, antes de los cuadernos con toda la carga orgiástica de arrepentidos y todo eso, parecía que tenías demolido al kirchnerismo, pero la Doctora se dedica a hacer política. Se saca una foto pedorra en el PJ, hace un tuit, lo designa candidato a Fernández, arregla con Massa y te gana las elecciones”. ¿Adivinen qué parte de esta larga cita eligió Infobae para destacar? Si, acertó, la que dice es la primera vez que un gobierno tiene presos propios. Por suerte no hay libertad de expresión. Si la hubiera, capaz que ni siquiera publicarían la parte donde el entrevistado aclara.
Mientras miras esos ojos de video tape
No quería pasar al plato fuerte de la semana sin tocar el tema de los autos que aparecen y desaparecen fantasmagóricamente en la ciudad de La Plata, hecho paranormal que quedaron registrados en el video “sin editar” entregado por la Secretaría de Seguridad del municipio a la justicia provincial, pedido por esta última con el fin de verificar los dichos de la diputada Carolina Píparo y su marido, Juan Ignacio Buzali, de que intentaron asaltarlos y en la huída atropellaron a los jóvenes que querían abordarlos. Da miedo salir a la calle. No sólo ocurren estas contactos con autos del más allá sino que hasta el tiempo deja agujeros negros por donde desaparece, ya que no se pudo dar con el momento en que ocurrió el robo. Creer o reventar, poco tiempo después apareció el video donde se ve al coche conducido por Buzali arrastrando a los motociclistas 300 metros, pero no el momento del impacto. Cosa e´Mandinga. Que también anduvo metiendo la cola en Olavarría, donde hubo que desechar 400 vacunas porque se cortó la cadena de frío en el instante en que se apagaba la cámara que la vigilaba y los guardias de seguridad habían abandonado su puesto cuando ocurrió el suceso. Por suerte, Clarín tiene explicaciones para ambos hechos. En el caso del siniestro vial, la culpa sería de la Cámpora. En cambio, en el sabotaje a las Sputnik V, la culpa sería de la Cámpora. Su lógica no tiene fallos, acá no entra la teoría de la conspiración como en el caso del farmacéutico de Wisconsin, EEUU, que saboteó mas de 500 dosis de la vacuna de Moderna. Y si entra, seguro que detrás del componente ideológico de esa teoría, está la Cámpora.
Con tanto humo el bello, fiero, fuego no se ve
Hablando de Estados Unidos, fue una semanita movida en las tierras todavía gobernadas por Donald Trump. Para empezar, se conoció un audio donde el presidente de los Estados Unidos instó a su colega republicano Brad Raffensperger, secretario del estado de Georgia, a encontrar “11.780 votos” ya que “el pueblo de Georgia estaba enfadado y no hay nada malo en decir, ya sabes, que has recalculado”. Ante la contestación del secretario de que los datos de Trump eran erróneos, el mandatario del país del norte insistió: “Todo lo que quiero hacer es esto. Solo quiero encontrar 11.780 votos, que es uno más de los que tenemos. Porque ganamos el estado, no hay manera de que hayamos perdido y no es justo que nos la quiten así”. Tranca, Mr. President. Imagínense esta conversación telefónica por nuestras tierras. No conforme con la llamada, le tiró munición gruesa a su vicepresidente. “Mike Pence no tuvo el coraje para proteger nuestro país y la Constitución, dando a los estados la posibilidad de certificar datos correctos y no los inexactos y fraudulentos que certificaron antes. ¡Estados Unidos demanda la verdad!”, escribió en su cuenta de Twitter. Es decir, como el apriete al secretario de Georgia no funcionó, trató de hacerlo con su vice que es el encargado de la sesión en el Congreso Nacional que convalidaría horas más tarde el triunfo de Joe Biden, pidiéndole que no acepte los votos electorales de los estados donde insiste que hubo fraude. Lo que se dice todo un estratega. Por supuesto, Pence rechazó la particular propuesta. Es así como Trump se vio obligado a jugar su última carta. Mientras los legisladores se aprestaban a certificar la victoria del candidato demócrata, miles de seguidores del presidente saliente derribaron el vallado que rodeaba el Capitolio, ingresaron trepándose por las rejas más rápido y fácil de lo que la 12 lo hizo en Casa Rosada e interrumpieron la sesión, tomando la sala e inclusive hasta el podio sin que, adentro, hubiera ningún velorio de algún astro del deporte estadounidense. Eso si, se pudo ver cada cosa. Por ejemplo, un hombre con el rostro pintado, vestido con pieles de animales que incluían astas, lo que le daba el aspecto de un fauno. No me hubiera parecido raro que apareciera un león y alguien afirmara que EEUU se había convertido en Narnia. Es más, ahí me cerró todo. Los 11.870 votos que Trump pedía encontraran no eran falsos. Sólo tenían que salir del armario. Capaz no quiso decir que el armario estaba en Georgia.
Lo cierto es que el mandatario estadounidense se refirió a los disturbios como no podía ser de otra forma: con un tuit. “Pido a todos en el Capitolio que permanezcan en paz. ¡Sin violencia! Recuerde, NOSOTROS somos el Partido de la Ley y el Orden: respete a la Ley y a nuestros grandes hombres y mujeres de Azul. ¡Gracias!”. Igual, fue un pedido innecesario ya que los policías los dejaban pasar y hasta se sacaban selfies con “los manifestantes”. Es que, cuando quieren, los de azul saben mostrar sus buenos modales. Los otros los guardan para las marchas realizadas por afrodescendientes, donde suelen verse en más cantidades, como si para esas movilizaciones se acordaran de pedir refuerzos. Justo en esta ocasión les pareció innecesario, cuando horas antes el jefe de Estado había alentado a sus seguidores diciendo "vayan, sean salvajes". No se si fue que alguien comprendió qué significaba la arenga o se percató de que las cosas estaban pasando a mayores, lo cierto es que aparecieron más efectivos que empezaron a detener a los “manifestantes” (uff, menos mal que no eran terroristas), hubo tiros y 4 muertos. Mamita, así está “la tierra de la libertad y la gran defensora de la democracia”. Twitter reaccionó de la única forma en que sabe hacer callar a Trump (o a cualquiera que le interese silenciar): le cerró la cuenta. Fuentes no confirmadas aseguran que el empresario convertido en jefe de estado andaba por la Casablanca gritando "mi reino por un twitter prestado", pero nadie se lo presta a alguien que ha perdido su corona. Las mismas fuentes podrían confirmar que, harto de que lo contradigan, se autoproclamaría nuevamente presidente y esperaría que Maduro lo reconozca. Por lo pronto, Venezuela manifestó su preocupación. Desde acá se escuchaban las risas de los que escribieron el comunicado. “Siempre dije que soy un distinto. Todos los presidentes anteriores hicieron lo mismo, se cansaron de dar golpes en otros países. Yo lo voy a hacer en el mío”, le habrían escuchado afirmar a mandatario saliente. ¿A esto se referirá Sebreli cuando dice que si te imponen algo con lo que no estás de acuerdo hay que rebelarse? Al final, el liberalismo de izquierda que actúa era del país del norte. Lo cierto es que se impuso un toque de queda en Washington y se reanudó la sesión que, por fin, terminó consagrando a Biden como el nuevo presidente de los Estados Unidos de América, país que, como Prince, se cambió el nombre por un signo de una banana con rayas rojas y blancas o se la nombra como “la nación que antes se hacía llamar la gran defensora de la democracia”.
Mai onli frends, di end
Pero la noticia destacada de la semana se la lleva la que nos cuenta que existe un peligroso libro capaz de matar a quien se atreva a leerlo. Y no, no es el de Patricia Bullrich, por más que esta haya sido ministra de Seguridad. Se trata del titulado Sombras de los muros de la muerte: hechos e informaciones que preceden a un libro de muestras de papel tapiz arsenical, escrito por Robert Clark Kedzie y editado en 1874 donde recopila 86 muestras de papel pintado con arsénico, con el fin de que sirviera como advertencia, ya que antes de su publicación nadie pensaba que podía ser fatal. Ante la comprobación de la veracidad de sus dichos, muchas bibliotecas decidieron destruir sus ejemplares y, hoy día, sólo quedan 4. Lástima, hubieran sido excelentes regalos para las fiestas. Para ciertas personas curiosas, digo. No me saquen de contexto.