Justicia para los olvidados (I): José Luis Torres, quien le puso nombre a la “década infame”
Por José Luis Ponsico
En un momento tan adverso para el llamado pensamiento nacional, conviene recordar a figuras olvidadas por los medios hegemónicos y el establishment cultural. Vale un rescate.
Se trata de protagonistas poco citados en la prensa “independiente”. Muy ocupada en figuras "del momento": Mirtha Legrand, su nieta Juanita Viale, Jorge Lanata, Elisa Carrió, Marcelo Tinelli junto a periodistas "estrellas" en la tevé. Una veintena.
Uno de los reconocidos artífices del pensamiento nacional, según la historia peronista, favorito del joven oficial del Ejército Juan Perón (1940), resultó el escritor tucumano José Luis Torres (1901 - 1965). Artífice de la patriada en FORJA´35, “Fuerza Orientación Juventud”.
Torres fue autor de un trabajo premonitorio sobre los años 30 y fue quien llamó por primera vez "década infame" a aquella época. El título que mutó "en perenne", como la hierba, impresionó al oficial nacionalista: "Algunas maneras de vender la Patria" fue su libro de cabecera.
Se dice que antes de ser coronel, Juan Perón recomendaba la lectura de textos de Torres a sus "camaradas" cercanos: Domingo Mercante, Humberto Sosa Molina, Franklin Lucero, entre los más conocidos.
El coronel Tomás A. Ducó, por ejemplo, no formaba parte del "dream team", luego GOU, Grupo de Oficiales Unidos. Quien fuera presidente de Huracán alcanzaría fama en el ambiente futbolero. Artífice de la construcción del estadio del Globito, cercano a "La Quema", Ducó no compartía ideas con el grupo "de los Coroneles", que fue clave en la Revolución del 4 de junio de 1943.
Desde el corazón de Parque Patricios, Ducó logró reunir a Norberto "Tucho" Méndez, Herminio Masantonio y, poco tiempo (1946), a Alfredo Di Stéfano. Casi nada.
Pero volvamos a Torres. De origen nacionalista, el tucumano murió pobre. Olvidado. Sus amigos tuvieron que hacer una colecta para el ataúd y la sala velatoria. Destino de muchos grandes de la época. Tenía 64 años.
Una biografía publicada por María Luisa Rubinelli, describe a Torres de la siguiente manera: "Una persona que creció signada por 'sensibilidad social'. Hijo de una familia de trabajadores", subrayó.
"De pibe, fue empleado en una ferretería. Estudios primarios. Los cambios los tuvo cuando ingresó -hoy sería un pasante- a la Biblioteca pública. Autodidacta brillante", argumentó su biógrafa. Y siguió: "Descubrió su pasión por la lectura y los autores clásicos. Se dedicó a investigar temas y con 25 años en una asamblea de dirigentes socialistas, en Jujuy, alcanzó su primera fama", contó.
El socialismo 'lo adoptó', estamos en 1925, cuando se inició como escriba. Periodista en "El Heraldo" e investigador de temas "urticantes" para el mundo conservador, pseudo liberal de la época. Escribió siete libros: Algunas maneras de vender la patria (1940), Los perduellis (1943), La Década Infame (1945), La Patria y su Destino (1947), Seis Años después (1949), Nos acechan desde Bolivia (1952) y La Oligarquía Maléfica (1953); y hay que agregar una investigación muy documentada sobre el grupo Bemberg y sus múltiples defraudaciones al Estado.
Alberto Buela, profesor de Filosofía e historiador peronista, admirador del pensamiento nacional de Torres, no dejó de señalar que "la justicia social, primero la inculcó Torres". El propio catedrático, cercano a la filosofía peronista, de consulta por buena parte de la dirigencia justicialista, dejó otro hallazgo: "Fue el autor de la Revolución Fusiladora", relató.
Y recordó: José Luis Torres fue "perseguido, prohibido no sólo en las librerías del país, debió radicarse en Chile, exiliado". "Defendía a los cañeros", evocó. "Una víctima -agregó el académico- del Decreto Ley 4161 de marzo del 56, cuando no se podía mencionar a Perón, Evita, aludir a los símbolos ni la la Marchita", sostuvo Buela.