Perú, ante una difícil encrucijada electoral
Por Carlos Iaquinandi Castro (*) | Foto: agencia ALAI
“El estado obedece los designios ambiciosos y utilitarios de una oligarquía financiera que, por medio de la gran prensa, controla la opinión pública”. José Carlos Mariátegui (Perú, 1894-1930)
El Pueblo peruano decide este domingo 6, en segunda vuelta, quien gobernará el país tras un convulso período de inestabilidad política y una crisis estructural.
En la primera vuelta, los votos se dispersaron entre una decena de partidos. Ahora, tendrán que elegir entre los dos primeros: Perú Libre y Fuerza Popular. Sus candidatos, Pedro Castillo, un maestro rural y Keiko Fujimori, hija del exdictador.
Castillo superó el 18% de los votos y su rival, tuvo el 13%. Fue la sorpresa de estas elecciones. Un maestro de zona campesina sin trayectoria política y que hace cuatro años lideró una huelga victoriosa del magisterio en todo el país. Ante la crisis y la percepción de la necesidad de un cambio profundo en el país, decidió presentar su candidatura por Perú Libre, un partido de izquierda.
Con escasos recursos económicos decidió afrontar la primera vuelta utilizando como emblema un simple lápiz, símbolo de su tarea educativa en las zonas rurales y su principal consigna “no más pobres en un país rico”.
Su prédica apunta a un cambio estructural, incluyendo un referéndum para elegir una Asamblea que reforme la constitución vigente, heredada de la dictadura de Alberto Fujimori. Propone el cambio del modelo económico neoliberal, la recuperación de las riquezas naturales quitando las concesiones a multinacionales extractivas, y terminar con la desigualdad. Defenderá que la gestión de las pensiones no siga en manos de fondos privados y pase a un banco de gestión púbica con supervisión de los propios trabajadores.
En los últimos 30 años no se redistribuyó la riqueza, por el contrario: se concentró y aumentó la desigualdad social. Perú Libre, que hasta ahora no tenía representación parlamentaria, solo regional, plantea un socialismo adaptado a la realidad peruana, abarcando a las regiones más postergadas.
Tercer intento de Keiko Fujimori
Su rival es Keiko Fujimori, que acompañó la gestión de su padre cuando este dio un autogolpe en 1992, instauró un régimen autoritario y concentró todos los poderes, anulando el Parlamento. Admitió reemplazar a su madre en el papel de “primera dama”, acompañando a su padre en actos y presentaciones.
La dictadura se prolongó poco más de diez años e incluyó secuestros, asesinatos y corrupción. Su política neoliberal empobreció a los trabajadores y enriqueció a las grandes empresas. Los delitos económicos y los videos que mostraban a Vladimiro Montesinos, su mano derecha, recibiendo sobornos, y sus vínculos con el narcotráfico precipitaron su caída.
Alberto Fujimori terminó huyendo a Japón. Luego viajó a Chile, país que concedió su extradición, y fue juzgado y condenado a 25 años de prisión. Ahora espera el triunfo electoral de su hija para recibir la gracia del indulto.
Pero la propia Keiko, hoy candidata, estuvo presa durante más de un año en el 2019 por lavado dinero y corrupción. La Fiscalía la encontró culpable y había pedido para ella 30 años de cárcel. Ella confía que una victoria electoral otorgue una inmunidad que la exima de cumplir esa pena judicial. Esta será la tercera vez que intentará llegar al poder, ya fracasó en dos ocasiones anteriores, la última en 2016.
La prensa arremete contra Castillo
Hasta que se permitieron las encuestas, en todas ellas Castillo tenía entre 4 a 6 puntos de ventaja sobre Fujimori. Eso a pesar de la campaña de los grandes medios de comunicación privados -diarios, radios y TV- se han dedicado a atacar al maestro candidato. Sus titulares, sin excepción, favorecen a Keiko.
Uno de los principales diarios, El Comercio describe así los actos de cierre de campaña: “Fujimori anuncia propuestas, Castillo repite generalidades”. Por su parte Expreso titula: “Obispos se pronuncian contra plan comunista” y añaden que “la ideología de ese partido niega la existencia de Dios”.
Lo curioso es que Castillo es creyente, como la mayoría de los campesinos. En los votantes de partidos de izquierda, como Juntos por Perú, que defienden el feminismo, dudan en votarle porque no ha ocultado, por ejemplo, que se opone al aborto. Por el contrario, Fujimori lleva como colaborador a quien fue ministro de salud con su padre y responsable de la esterilización forzada de 300 mil campesinas.
Las empresas que controlan los principales medios de comunicación peruanos en realidad no confían en la gestión que puede realizar Keiko, pero la consideran una “operadora” válida para defender los intereses de las grandes corporaciones, la banca y las multinacionales que tienen sus filiales en el país. Y en particular, es la única opción que tienen para impedir una victoria de quienes proponen cambios que permitan revertir las desigualdades y recuperar la propiedad de riquezas naturales.
Vargas Llosa elige la corrupción, el crimen y el totalitarismo
El temor a los cambios que pretende Castillo motivó que el escritor Mario Vargas Llosa, que tuvo que exiliarse en España cuando la dictadura de Fujimori, haya regresado a Perú para apoyar a Keiko.
Al ser interrogado por su insólita posición respondió que “hay que elegir el mal menor”. César Hildebrandt, un veterano y sensato periodista peruano, dijo que Vargas Llosa demuestra que “siempre es posible ahondar la infamia”.
“Viene a defender el modelo actual, a condenar a los pobres de Perú a una discriminación permanente”, apuntpo. Y añadió: “representa la nueva alianza de civiles conservadores y militares corruptos, coalición que fundó Fujimori en 1990.”
Revertir la crisis no será fácil
Están convocados a votar 25 millones de peruanos. La mayor concentración de ciudadanos está en Lima, la capital.
Hay una sensación generalizada de hartazgo por la crisis política y la situación socio económica. Perú tiene la mayor tasa de muertos por COVID-19 del mundo, y ayer se anunció que sus unidades de terapia intensiva están colapsadas. Queda en evidencia el déficit del presupuesto sanitario y de temas sociales. El PBI del país ha tenido en 2020 la caída más importante en los últimos treinta años.
Pedro Castillo, en su “Plan de Gobierno al Bicentenario”, propone “construir un cambio en democracia, en paz, escuchando las diversas voces del país, en especial a quienes fueron invisibilizados y silenciados durante todos estos años”.
Pero no será suficiente una victoria electoral. En el Parlamento seguramente los partidos derechistas y partidarios de mantener el modelo aún cuando su fracaso es evidente, pueden bloquear las iniciativas renovadoras. Son 130 parlamentarios, de los cuales Perú Libre obtuvo 37 escaños, a los que se supone podrá sumar los 5 de Juntos por el Perú.
Cabe recordar que el ex presidente uruguayo José “Pepe” Mujica pidió expresamente evitar que Keiko gane por lo que puede significar para la mayoría de los peruanos. Dijo textualmente que “es un humilde llamado de un viejo luchador social, porque es casi un problema eterno que las izquierdas se dividan por ideas y las derechas se junten por intereses”.
Pedro Castillo tendrá que formar equipos con personas y técnicos preparados para esa gran tarea. Y convertir ese respaldo electoral en una fuerza social organizada y movilizada.
Quien gane asumirá el 28 de julio
Una cuota añadida de incertidumbre es que la fecha prevista para que asuma el vencedor electoral es el 28 de julio, precisamente la jornada en la que Perú celebrará 200 años de la proclamación de su Independencia.
Teniendo en cuenta lo que fue la campaña, salpicada por ataques sucios y falsas noticias contra Perú Libre, en caso de una victoria de Castillo esa espera de varias semanas puede ser interminable.
Hay sectores de poder que utilizarán todos los medios disponibles, legales o no, para impedir un gobierno que no controlen. No es un misterio que en las Fuerzas Armadas, (nunca expurgadas de golpistas y antidemócratas) puede haber generales propensos a decidir a su manera quien debe gobernar Perú.
Todo vale para impedir el cambio
En la primera vuelta, Castillo se impuso en 16 de las 25 regiones peruanas. Pero hay que tener en cuenta que la mayor densidad de población está en la capital, Lima. En las del interior, campesinas, es mucho menor y dispersa.
La prensa pro-Keiko ha recurrido a visiones racistas para “asustar” al votante urbano, confiada en que surtirá efecto. Una prueba de que ser “ilustrado” no inmuniza de esa posibilidad es la decisión de Vargas Llosa de preferir el totalitarismo al cambio.
Entre las promesas de Keiko figura la de entregar diez mil soles a las familias que hayan perdido a uno de sus integrantes por la pandemia (el salario medio de un peruano es de 1.600 soles). No deja de ser una de sus formas habituales de poner precio a los votos, aunque después no lo cumpla.
Por su parte, Perú Libre y algunos sindicatos han denunciado que en varias grandes empresas, han reunido por grupos a su personal para que “técnicos” les asesoren sobre las elecciones. Y al cierre de las instrucciones, han dejado el mensaje de que “si gana la señora Keiko, habrá bonos para todos”.
Una verdadera encrucijada
Con el transcurrir de los días, muchos peruanos han tenido que decidir qué hacer con su voto.
Inicialmente, las encuestas revelaban que eran más claros los rechazos que las adhesiones. Las cifras indicaban que un 55% se manifestaron diciendo que jamás votarían por Keiko y un 33% con la misma rotundidad se pronunciaban contra Castillo.
Pero como habrá un vencedor, los que valdrán serán los votos positivos. Y nadie es capaz de vaticinar cuántos peruanos no irán a votar o lo harán en blanco. Eso lo sabremos al cierre de las votaciones.
“No nos dejemos robar la esperanza”
Las voces de los candidatos resuenan al finalizar sus actos de campaña: Keiko Fujimori, en Villa El Salvador, prometió ganar e indultar a su padre condenado.
En la Plaza 2 de Mayo, la voz de Castillo: “no nos dejemos robar la esperanza”. Quizás le acompañan las palabras del poema de José Carlos Mariátegui: “Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar”.
(*) Por el Servicio de Prensa Alternativo (SERPAL).