Anahí Pérez Pavez: “La voz narradora en el tango siempre tuvo una perspectiva patriarcal”
Por Mariano Nieva
Anahí Pérez Pavez es escritora, periodista y autora del libro Tango y feminismo (Tinta Roja Ediciones del Sur Siglo XXI). En diálogo con AGENCIA PACO URONDO habló del tango queer, que viene a cuestionar el modelo históricamente binario y las tradicionales estructuras del tango, las prácticas de resistencia que emplearon a lo largo del tiempo las mujeres para lograr visibilización y reconocimiento en una estructura social machista, la figura emblemática de Tita Merello y lo que significó también para el colectivo tanguero feminista el fenómeno Ni Una Menos, entre muchos otros temas.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo surgió la idea de escribir Tango y feminismo, que por otra parte y desde el título, parece algo tan contradictorio?
Anahí Pérez Pavez: Mi nuevo libro tiene que ver con este clima de época. Y no hubiera sido posible sin el aporte de la militancia, en el sentido que en este trabajo lo que hice fue transcribir algunos de los talleres y de las actividades de las feministas en el tango en que participé. A eso le sumé además, un ensayo que contiene un análisis exhaustivo de por qué podemos hablar hoy de tango y feminismo y que no resulte algo contradictorio.
APU: ¿Qué te propusiste contar con tu nuevo trabajo?
A.P.P.: Con Tango y feminismo busqué enfocar las prácticas más recientes como la queer que contempla personas con distintas identidades de género y que lo practican desde un lugar de posicionamiento feminista. Por eso creo que hay algo distinto allí. Y fue lo que quise que quedara documentado, para que en el futuro quien quiera saber que estaba pasando en estos últimos años entre el tango y las mujeres tengan información al respecto.
APU: ¿Por qué elegiste a un intelectual como Gustavo Varela para escribir la contratapa del libro?
A.P.P.: La contratapa la escribió Gustavo Varela, quien entre otras muchas cosas es director académico del posgrado de Historia Social y Política del Tango Argentino en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales ( FLACSO) y además tutor de mi tesina de grado en Comunicación. Por eso, y porque es un varón legitimado en el campo, es que quise tener su voz en mi trabajo. Recuerdo que en una oportunidad él me dijo: “Yo soy chapado a la antigua y para mí esto es totalmente nuevo “, porque si bien Gustavo es un especialista y sabe mucho sobre tango queer hay voces que no conocía ni las había escuchado antes.
APU: Por otra parte, sos una persona que disfruta bailar tango.
A.P.P: Totalmente, yo participo de la escena del tango desde hace más de diez años como bailarina aficionada. Cuando comencé a frecuentar la milonga a su vez, estudiaba Comunicación en la Universidad. Y esa información que iba adquiriendo en la carrera,sumada a la inquietud que toda persona tiene, me empezó a generar contradicciones. Porque recuerdo que en la Facultad comencé a estudiar algunas cuestiones de género. Y eso hizo también que fuera más consciente de que en el tango se recortaba la idea de género binaria, incluso en lo básico que son los roles. Lo que está estipulado como estereotipo. Es decir, el varón conduce y la mujer es conducida siempre. Por otro lado, sentía que había encontrado un espacio donde podía desplegar la pasión, el abrazo y el afecto. Porque muchas veces sucede con lo referido a la tarea intelectual, que te desafectivizás y te olvidás del cuerpo. Por eso digo que de algún modo el tango hizo que me conectara generando una nueva relación con mi cuerpo y por consiguiente con el de los demás.
APU:¿En qué momento comenzaste a darte cuenta de los vínculos y los códigos que forman parte de la milonga como un espacio donde se refleja tan claramente las relaciones de poder patriarcales?
A.P.P.: Cuando empecé a ir a las milongas era muy chica y con mi grupo de amigas bailábamos generalmente con hombres de distintas generaciones. Y lo que veíamos con sorpresa eran actitudes machistas al mismo tiempo que nos invitaban a la reflexión. En lo personal comencé a observar más en profundidad el ámbito del tango,el espacio pista de baile, cómo estaba distribuida, qué pasaba con el poder, qué rol tenía el cabeceo y por qué yo tenía que esperar a que me aborden.Todos estos elementos que florecen en la milonga y que para mí eran muy significativos. Luego y con el transcurso del tiempo, me encontré con que esas preguntas que me hacía ya las había volcado en una novela ficcional que había editado sobre la escena tanguera que se llamó Formosa (2019). Y trabajando en aquel texto descubrí que había bibliografía de autores y autoras que escribieron sobre el género tango en general, letrística, lunfardo, con una visión historiográfica y de estudios sobre la propia danza también. Donde lo más reciente es lo que se produjo sobre el tango queer y que yo lo tomo como parte del linaje feminista en mi último trabajo.
APU: La voz narradora en el tango siempre estuvo a cargo de los hombres. Donde entre otras cosas, la mujer es reducida a ser un objeto de deseo y en el origen de todos los males.
A.P.P.: Exactamente, nuestra perspectivafeminista es bastante reciente. Porque siempre fueron las voces de los varones las que describían el tango. Y si bien hay algunas letras escritas por mujeres, la voz narradora es siempre desde una concepción patriarcal. Donde como vos bien decías, la mujer era puesta siempre como un objeto de deseo, caprichoso o huidizo al no tener una voz sujeto narrador desde y con los sentires de una mujer. Es más, en las letras de tango las mujeres están ausentes como creadoras y aparecen muertes sin que se hable de femicidios. Entonces, nos dijimos por qué no empezamos a escribir nosotras también.
APU: ¿Qué nos podés decir acerca de esas primeras damas del tango que sí pudieron ganar cierta notoriedad como Tita Merello, Eladia Blázquez y Ada Falcón?
A.P.P.: Tita Merello, Eladia Blázquez y Ada Falcón por ser grandes figuras en el tango, y por la relevancia que tuvieron sus trabajos, me provocan mucha admiración. Por otro lado, pensaba como ellas en su época se narraban y eso me generaba ciertos interrogantes. Durante la investigación para el libro tuve la posibilidad de leer una entrevista que le hizo Victoria Ocampo, una intelectual liberal feminista pero totalmente antipopular para la revista Sur que ella dirigía, a Tita Merello en los ’70 para que opine sobre cuestiones de género. Una de las preguntas tenía que ver con el aborto, a lo cual Tita le respondió que ella particularmente estaba de acuerdo con que las mujeres pudieran decidir sobre su propio cuerpo. Una revelación que para mí fue muy fuerte y que en la época no tuvo más difusión que lo que quedó escrito en la publicación a la que solo un nicho muy reducido de lectores/as tuvo acceso.
Masculinizarse como práctica de resistencia
APU: Yendo puntualmente a Tita Merello, siempre me llamó la atención esa masculinización que se podía advertir en ella. La forma de hablar y fumar por ejemplo.
A.P.P.: Es que esto que mencionás es otra de las prácticas de resistencia que muchas veces tuvimos que emplear las mujeres. Masculinizarse, en el tango estuvo siempre muy presente. Por eso, las primeras tangueras solían travestirse vistiéndose como hombre o cantando “a lo macho”. Es más, mirando el documental sobre la vida de Chavela Vargas me enteré que ella también se tuvo que vestir de varón al comienzo para poder actuar en los escenarios mexicanos.
APU: La masculinización creo también tenía que ver con dar una respuesta a la idea de reducir a la mujer a un objeto sexual ¿Qué opinás al respecto?
A.P.P.: Es que siempre a la mujer se la sexualizó. Porque cuando una quiere hacer algo, de una manera u otra, se antepone siempre la cuestión sexual. Además, parece que siempre hay que estar buena y ser parte de un estereotipo. Por eso también, Tango y feminismo se centra mucho en las bailarinas de tango, porque las mujeres que bailaban en la escena tanguera de antes y las actrices eran vistas como putas para gran parte de la sociedad. Quiero decir, no teníamos ni siquiera la posibilidad de poder disfrutar de bailar, porque si nos gustaba movernos o menear las caderas nos estábamos prestando al sexo. No podíamos danzar placenteramente. Se creía que solo lo hacíamos para generar placer en el otro o porque estábamos seduciendo a los hombres. Todas falsas creencias que por suerte las estamos derribando.
APU: Mencionaste la masculinización de muchas mujeres como una de las prácticas de resistencia al patriarcado. ¿Cuál sería otra?
A.P.P.: Por ejemplo en la música la de ser groupie al comienzo, para luego pasar a ser la mujer de un varón poderoso. Y así, una vez conquistado un determinado lugar, posicionarse y sostenerse por talento propio en esa estructura patriarcal. Porque pareciera que las mujeres solo teníamos asignado el rol de fan solamente. Nunca nos tocaba ser hacedoras, incluso siendo talentosas muchas chicas debían recurrir a la cercanía con el ídolo para poder tener algún espacio de visibilidad y poder. Porque si además no tenés una personalidad absolutamente arrolladora para poder expresar tu arte y mostrarte, nos terminamos perdiendo nosotros como público, artistas muy interesantes. Lo cual me parece muy injusto también.
APU: Algo que está muy naturalizado en la sociedad, incluso entre las propias mujeres. Si una dama está en un lugar de poder o es exitosa en cualquier ámbito, es porque seguramente antes pasó por la cama de algún hombre notable.
A.P.P.: Exacto. Recuerdo una conversación que tuve hace un tiempo, reconozco de tinte machista, sobre una chica con una hermana, donde ella me dijo: “Puede ser que esta mujer a la que te referís se haya acostado con un hombre poderoso para llegar. Pero tuvo el mérito de mantenerse”. Y como creo que tenía razón de inmediato me hizo pensar en algo que había leído hace un tiempo de la ensayista Josefina Ludmer quien decía que cuando sos un/a oprimido/a tenés que ejercitar aunque no lo desees, algunas prácticas del opresor como tácticas de resistencia para poder además, tener un poco más de margen de maniobra. Por eso, y volviendo a las mujeres que se acuestan con varones que detentan poder, muchas veces es a lo que tienen que recurrir para luego si, poder mostrar todo su talento y su valía en ámbitos políticos, artísticos, etc.
APU: De la escena alternativa que también tiene el tango. ¿Qué podés mencionar como destacado y que deberíamos prestarle atención?
A.P.P.: De la escena under a mí me gusta mucho lo que hacen artistas como Marisa Vázquez, Flor Ubertalli, Ana Sofía Stamponi , Brisa Videla, Julieta Laso, etc. En cuanto a los espacios están las milongas como El Tortazo y La Furiosa que conduce Liliana Furió. Y entre las bailarinas puedo mencionar a Inés Muzzopappa, Mariana Ocampo y Natalia Fures, entre otras.
Ni Una Menos
APU: Para intentar comprender esta nueva etapa del feminismo en nuestro país, no se puede dejar de mencionar la primera marcha bajo el lema “Ni una menos” de 2015.
A.P.P.: Las argentinas ponemos como paradigmático el fenómeno Ni Una Menos porque a partir de allí con las marchas y las nuevas camadas feministas de todo el país, muchas mujeres como nunca antes, nos empezamos a hacer incómodas preguntas que desde antes teníamos. Porque no todas, como se dice, antes del 2015 éramos machistas. Y como todo fenómeno que es procesual y no se da de un día para otro, fuimos muchas las tangueras que nos vimos interpeladas por este nuevo clima que se iba gestando y que hacía que no pudiéramos dejar de pensar en nuestras prácticas. Artistas como Verónica Bellini por ejemplo, compusieron el tango “Ni una menos” al calor de las multitudinarias movilizaciones. Empezaron a correr nuevas ideas que nos interpelaron y nos ayudaron a entender los femicidios sobre todo. Y a partir de entonces, sentimos además que no podíamos hacernos más los/as boludos/as como sociedad sobre esta violencia exacerbada que sufrimos las mujeres.
APU: ¿Cuándo podés reconocer que hubo ese quiebre definitivo en tu manera de concebir la cultura tanguera que se terminó atravesando con el feminismo y el tango queer?
A.P.P.: El click feminista se dio más adelante porque yo empecé bailando de modo decididamente binario dejándome llevar por un varón, lo cual me resultaba a su vez muy placentero. Lo que sucedió es que llegó un punto en que me empecé a preguntar porque yo no podía hacer el otro rol. Que si bien no lo domino y sigo siendo conducida en la pista de baile, esto genera una paradoja en muchas de las bailarinas y militantes que abrazamos el feminismo. Por eso, lo que implica el tango queer es que rompe esta idea binaria o biologicista del tango pudiendo interpretar cualquiera de los dos roles simplemente por ser persona y sin importar tu identidad de género. Podés bailarlo y disfrutarlo desde cualquier rol pudiendo cambiar las veces que quieras mientras dure la pieza. Por otra parte, particularmente esta forma al comienzo no me identificaba y si bien racionalmente quería incursionar en este nuevo modo de danzar, mi cuerpo disfrutaba más de ser llevada.
APU: ¿Cuánto tardaste en terminar Tango y feminismo?
A.P.P.: Finalizar el libro me llevó tres años ya que constó de una investigación y un trabajo de campo. En la pandemia en realidad me di cuenta que tenía un montón de trabajo hecho pero que no había terminado de escribirlo. Entonces el aislamiento me produjo ese hueco enorme para llenarlo de vida. Y la angustia de no poder hacer otras cosas hizo que terminara de escribir. Porque de algún modo yo sentía que en todo este material que se fue juntando había un texto que tenía que salir a la luz.
APU: La pandemia seguramente es un obstáculo para la presentación del libro. ¿Hay algunas ideas al respecto una vez que haya más posibilidades y aflojen las restricciones?
A.P.P.: La idea que tengo con Contemporánea Ediciones, la editorial que dirige Vanina Steiner y que está dentro del catálogo de Tinta Roja Ediciones de Siglo XXI, es de ser posible y una vez concluida la pandemia, recorrer milongas de todo el país. Al estar tan orgullosa de este libro y teniendo en cuenta el contexto de restricciones que aún hoy existen, sigo dándolo a conocer cómo se puede. Esperando además, que le llegue a los personas que les tenga que llegar.