Afrodescendientes del Valle de Punilla: crecer y compartir
Por Martín Tesouro | Fotos: Merlina Véliz
Por decisión del autor, el artículo contiene lenguaje inclusivo
Las organizaciones de afroargentines del tronco colonial proliferan y se amalgaman para, juntas, empoderarse y así romper el silencio que tanto tiempo ha sumido a sus integrantes en el olvido y la ausencia dentro de la historia oficial. Afrodescendientes del Valle de Punilla nació en 2019 ante la necesidad de organizar a les afroserranes en su propio territorio. A dos años de su gestación y tras haber oficiado como sede del encuentro del Día de la Mujer Afrolatina, del Caribe y la Diáspora conversamos con las referentes Luciana Loza y Marta Rocha, dos mujeres que se complementan para llevar a cabo una tarea que implica razón y corazón, espiritualidad y materialismo.
Como a la mayoría de les afrodescendientes, a Luciana Loza también se le abrió el portal hacia el descubrimiento de su identidad por una mano amiga.
“Una compañera me invitó a la presentación de Córdoba Morena, de Marcos Carrizo, historiador y profesor, un libro que hace el registro de los afrocordobeses. Vino a Giardino, yo invité a mi papá porque le gusta la historia y en esa presentación él dice ‘Mi abuela era negra y ahora entiendo un montón de cosas’. Nunca se me había ocurrido preguntar de dónde venían mis abuelas. Mi bisabuela era una hija no reconocida. Con el libro junté dos constelaciones. Empecé a investigar. Mi familia materna es del norte de Córdoba, donde estaban las estancias jesuíticas. Cuando empezó a crecer la zona urbana, aquellos territorios quedaron marginados. Yo vengo a nacer en el mismo lugar que compra mi bisabuela, donde nació mi abuelo. Siento energéticamente un reciclar, volver a pasar por donde pasaron mis ancestros pero no con ese estigma, con esa carga negativa, sino con orgullo”.
Luciana inicia el encuentro con una meditación para establecer conexión con los ancestros, las fuerzas que pueblan las sierras cordobesas hace siglos. Al conversar con ella se aprecia la espiritualidad espontánea que rige su militancia.
“Al separarnos de la orga de Córdoba decidimos realizar el encuentro completo acá. Hemos disfrutado mucho. Ha podido venir Lucía Molina Sández, de la Casa Indoamericana de Santa Fe, compañeres de Buenos Aires, Chaco. No hacerlo virtualmente ha sido muy importante para afianzar a la organización. Hicimos una ceremonia de ofrendas a la pacha. Hay muchas historias, además de las heredadas de sus abuelas y sus madres, en los cuerpos. Son como piedras en los zapatos. Debemos crear el espacio para descalzarnos, caminar la tierra y sacarnos todas las piedras”.
El Sol colma el ventanal de Luciana en una hermosa tarde de invierno. Estamos llegando al final de un diálogo compañero en el que aprendemos que la cicatriz no debe ser una vergüenza.
“Debemos reconocernos en el plano espiritual y en el plano racional, en la militancia, en la práctica, en lo cotidiano. Pequeños actos políticos; y de a poquito ir dando esos pasos. Debemos tomarnos el tiempo de generar los espacios. En el Encuentro de Mujeres, juntar la leña, hacer el fuego, cocinar juntas nos dio la oportunidad de propiciar el clima para establecer una comunicación más profunda. Estamos siempre apuradas y nos sentimos vacías, desoladas, solas. Hay que retroceder en ciertos aspectos para encontrarnos con las actividades que nos nutren realmente. Debemos también actualizar la libertad y pensar de qué estamos presos hoy. Hay muchas creencias que nos limitan. Quienes eran esclavizades, sirvientes, ahora siguen cuidando chiques ajenos, lavando ropa de les otres, trabajando en la ilegalidad”.
Marta Rocha participó en la fundación de la Mesa Afro Córdoba y a medida que se fue sumando gente de la sierra fue surgiendo la necesidad de crear una organización propia. Al igual que su compañera, la punta del ovillo que la impulsó a indagar sus raíces y tomar conciencia de su identidad es el trabajo que demuestra que la comunidad afro se mestiza.
“Hasta que conocí Córdoba Morena ignoré toda la historia y la presencia afro, que está desde la conquista. En 1573, acá cerquita de Giargino, vivía un mercader de esclavizades. Los criollos de esta zona, hoy mestizados, son afrodescendientes, en los que han recaído todos los males. Carrizo publicó los datos de los primeros censos que se hacen en Argentina. En Córdoba había un cincuenta por ciento afro. En los registros de época, para el 1700, se habla de que el acento cordobés surge de la fusión de la lengua bantú con el castellano”.
Marta nos enseña la historia con pasión. Se detiene en detalles, comparte bibliografía, cifras, fechas, registros oficiales.
“Córdoba era el distribuidor mayorista de esclavizados que iban a las minas de Potosí. Los que entraban por Buenos Aires los traían acá y luego los distribuían. Acá estaba ubicada la estancia La Candelaria. No nos olvidemos que los jesuitas fueron una multinacional que se dedicaba al tráfico de esclavos. Los apellidos provienen de las órdenes jesuitas a las que pertenecían: De Jesús, Siena (por Catalina de Siena), Monserrat. La antropóloga Maia Pauro hizo un estudio mitocondrial en la zona del noroeste de Córdoba y dio un porcentaje altísimo del gen afro en las mujeres. Con la inmigración europea de finales del siglo XIX y principios del XX se ha mestizado mucho”.
El encuentro realizado en El Tala es un hecho que fortalece la lucha por la reivindicación, el reconocimiento y la reparación que corresponde a la comunidad afroargentina del tronco colonial por ser parte esencial de la identidad nacional.
“Fue muy importante para nosotras la presencia de representantes de la Red Federal de Afroargentinos del Tronco Colonial. Docentes, directivas, lo cual es importante para seguir trabajando la difusión en la escuela. Hasta el momento la secundaria no ha abordado la visibilización de esta tercera raíz. Es importante el trabajo con las mujeres del territorio mismo. Las afrodescendientes de Giardino se sienten muy orgullosas de sus raíces y su ancestralidad y participan con interés en nuestra organización. A través de la oralidad se transmiten muchas vivencias de sus familias. Ellas tienen mucho para compartir y enseñar”, asegura Marta.
Las organizaciones comprenden la necesidad de potenciar la visibilización de la historia y la valoración de los innumerables aportes a la cultura. Para que eso se garantice es imprescindible la ampliación de derechos mediante leyes que garanticen su inclusión en la agenda oficial.
“Tenemos el proyecto en legislatura para que el 27 de abril se declaré el Día de la Afrocultura Cordobesa. En los registros históricos aparece el primer acta de remate de una pareja de esclavizades afros en la Plaza Pública de Córdoba el 27 de abril de 1588. Ese registro nos da un motivo más para visibilizar la presencia afro en la identidad cordobesa. En el año 2000 se declararon patrimonio de la humanidad todas las obras jesuíticas que hay en Córdoba. Eso marcó un tiempo interesante para aprender a ver y valorar el pasado, la raíz que no veíamos antes y dio lugar a reivindicarlo. Hasta fines del siglo XIX fue muy importante la presencia afro y aún hoy la siguen negando. Se editaban muchos periódicos afroargentinos con grandes poetas; el pintor más importante de nuestro país, Prilidiano Pueyrredón, tuvo un maestro afro. Eran los más hábiles. Se aprecia en la arquitectura jesuítica. Fueron ebanistas, herreros, orfebres esclavizados. Aprendimos a ver a nuestros ancestros, a ubicar la mirada desde este lugar”.