Día de la Industria: ¿por qué se conmemora este orgullo nacional con la efeméride de un contrabando?
Por Maga Pérez
Por decisión de la autora, el artículo contiene lenguaje inclusivo.
Podemos afirmar que impulsar el desarrollo industrial de un país es fundamental para su crecimiento sostenido y la integración en el mundo globalizado. Los factores claves del éxito radican en encontrar cómo alcanzar los objetivos internos y externos adaptándose a los vaivenes de los contextos que se presentan. Por eso revisionar los aciertos y los errores del pasado en materia económica demanda nuevas estrategias para avanzar y presentarnos frente a ese mundo.
En este sentido resulta curioso que a través de los años no surja discusión alguna acerca de la elección del 2 de septiembre como Día de la Industria Nacional. ¿A quién se le ocurriría conmemorar el orgullo estratégico de su Nación con la efeméride de un contrabando?
Made in Argentina
Todos los años con el aval de una corporación empresaria reacia a la ampliación de los derechos laborales, y en ocasiones con la presencia de jefes y jefas de Estado, cada 2 de septiembre desde el año 1941 se mezcla “la biblia y el calefón” de anuncios de apoyo a la industria nacional con la conmemoración del hecho histórico que cuenta la primera exportación argentina que empezó con el “pie derecho” y plagada de irregularidades.
La historia documentada relata que efectivamente en esa fecha en el año 1587 zarpó desde el Riachuelo, que oficiaba como puerto de Buenos Aires, con destino a Brasil la Carabela San Antonio.
Llevaba en sus bodegas varios productos como bolsas de harina, tejidos, frazadas, cordobanes (piel curtida de cabra o macho cabrío), lienzos y sombreros todos producidos en Santiago del Estero. La organización de lo embarcado tuvo que ver con la orden del primer obispo de Tucumán, Francisco de Vitoria, que ostentaba poder social y económico producto de que esa gobernación y obispado abarcaban amplitud territorial que comprendía las actuales provincias de Tucumán, Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Catamarca, Córdoba, La Rioja, Jujuy y de la actual Bolivia, Tarija y Potosí, y su orden dominica evangelizadora era confiable a la vista de su “dios” Felipe II de España.
Dicho así, nada que reclamar acerca de lo declarado en la aduana.
Pero en realidad todo para denunciar, porque según el gobernador de Tucumán, Juan Ramírez de Velasco, el barco también cargaba barras de plata y artesanías en diversos metales provenientes del Potosí que estaban prohibidas exportar por la Real Cédula que regía en todo el territorio de por aquel entonces Virreinato del Perú.
Asimismo el obispo Vitoria sin ninguna vocación redentora selló la transacción comercial con el pago de aproximadamente 150 personas africanas esclavizadas, convirtiéndose en uno de los precursores de la introducción de esclavizados africanos en nuestro territorio.
Es decir el hecho no solamente evidencia la corrupción que da inicio al primer acuerdo comercial, sino que también comprueba otra arista más de la tan negada trata esclavista.
A pesar de la acusación formal ante las autoridades, Francisco de Vitoria fue absuelto en España donde murió en 1592 con todos los honores de haber contribuido al Santo Oficio de la Inquisición.
Sin duda, esta es una historia más acorde para celebrar el “día del contrabando'' que el Día de la Industria Nacional.
Belgrano siempre será nuestro candidato
Si se considera que muchas efemérides están instauradas hace décadas y las conmemoraciones valorizan miradas recortadas y obsoletas acerca de muchos hechos históricos de nuestro país, es interesante interpelar y visibilizar la oportunidad que se presenta para discutir el calendario nacional y adecuarlo si amerita, a la realidad de estos últimos años.
Así como ocurrió con el Día de la raza, el Día de la Industria se puede resignificar a partir de quienes realmente contribuyeron con sus ideas al desarrollo productivo de nuestra región. Es una política simbólica y pertinente pensando en las acciones y el mensaje del país que queremos.
En este sentido el general Manuel Belgrano es muchas veces nombrado como un gran impulsor entre otras cuestiones de la industria nacional.
En la Memoria consular del 14 de junio de 1802 expresó: “Todas las Naciones cultas se esmeran en que en sus materias primas no salgan de sus Estados a manufacturarse, y todo su empeño es conseguir, no sólo el darles nuevas formas, sino atraer las del extranjero para ejecutar lo mismo, y después venderlas (...)”. Asimismo en la Memoria Consular de 1809 enfatizó que “existiendo el contrabando y con él el infernal monopolio, se reducirán las riquezas a unas cuantas manos que arrancan el jugo de la Patria y la reducen a la miseria”.
Difícil disputarle el poder a Belgrano, aunque sea a San Martín, pero estamos abiertxs, se aceptan otras sugerencias para modificar el “dia del contrabando''.