A 31 años del último alzamiento carapintada
Por Paula Viafora
Ocurrido el 3 de diciembre de 1990, el último alzamiento carapintada fue el más violento y sangriento de los episodios que tuvo como protagonistas a estos miembros rebeldes del ejército y que, al ser sofocado, marcó el fin de ese movimiento. El gobierno contaba de antemano con la fecha gracias a información brindada por la SIDE, sin embargo no lograron evitar las 14 muertes de esa desafortunada jornada, que incluye a 5 civiles.
Con una democracia recuperada recientemente y aún débil, este grupo integrado por miembros del ejército (que tenían la particularidad de pintarse el rostro con betún para evitar ser reconocidos) y al mando de Mohamed Alí Seineldín, logró avivar los fantasmas del pasado ante una población que miraba aterrada el ataque al Regimiento 1 de Infantería de Palermo. Es de recordar que Seineldín había sido un importante formador de suboficiales oficiales del ejército, egresado del Colegio Militar en 1957. El militar había sido históricamente crítico de las políticas liberales impulsadas por los Estados Unidos. Durante el levantamiento, otros edificios tomados eran el Edificio Libertador, Sede del Estado Mayor del Ejército, la fábrica de Tanques Medianos y el Batallón 601 de El Palomar.
El entonces presidente Menem había dado órdenes contundentes de recuperar los edificios, de lo contrario serían bombardeados. Después de 20 horas de hostilidades se logró la rendición. Las fuerzas leales estaban a cargo del General Martin Balza, en otras épocas compañero de armas de Seineldín. El objetivo del grupo sublevado era imponer al Poder Ejecutivo cambios en la conducción y estructura interna.
Como consecuencia de los hechos ocurridos en la rebelión militar, Seineldín fue condenado a reclusión perpetua y destituido. Durante el juicio se atribuyó la total responsabilidad en la planificación de la rebelión.
Más que el hecho en sí y sus responsables, los muertos civiles del lamentable suceso deberían ser el eje central de las crónicas. El 20 de mayo de 2003 fue indultado por el presidente Eduardo Duhalde, por entonces el militar se encontraba estaba detenido en la cárcel militar de Campo de Mayo. También fueron indultados otros integrantes de las fuerzas armadas que fueron parte del levantamiento.
Así como sucedió en otros momentos de nuestra historia, como el bombardeo a Plaza de Mayo en 1955 o las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, debimos lamentar víctimas. En algunos casos ni siquiera hubo proceso judicial para buscar responsables. Esas identidades, muchas veces, aún permanecen anónimas, sin embargo, sus historias son parte de la memoria popular y colectiva. Los nombres que faltan son también otra forma de violencia, y será una cuenta pendiente que bien podría sumarse a las actuales demandas de los organismos de derechos humanos.