In memoriam de Roberto Gareca, por Emiliano Gareca
Por Emiliano Gareca
El jueves 17 de octubre de 2002 el gobernador de Salta Juan Carlos Romero fue presentado por Carlos Menem como su compañero de fórmula en la precandidatura presidencial por el Partido Justicialista para las elecciones del 15 de diciembre. Mañana 21 de octubre de 2002, Romero intentará liberarse de uno de los pocos frenos a un poder que ejerce en forma absoluta, con el enjuiciamiento y posible destitución del juez de instrucción penal Roberto Elio Gareca, quien en cuatro años procesó a numerosos funcionarios del gobierno provincial. Como ya lo hizo Menem en La Rioja y en la Nación, Romero procura reducir el Poder Judicial a un mero legitimador de las decisiones administrativas y protector de las transacciones ilegales realizadas desde el poder o a su amparo.
Así comenzaba el Perro Vertbisky su crónica sobre el jury de enjuiciamiento en contra de mi viejo en el diario Página/12. Eran los minutos finales del proyecto neoliberal y la antesala a la llegada a la presidencia de Néstor Carlos Kirchner y con él, los sueños y las promesas pendientes de toda una gloriosa generación, de la que mi padre formó orgullosamente parte hasta su último suspiro. Hoy es 30 de abril, Metallica toca en el Campo Argentino de Polo, Gorillaz cierra en el Quilmes Rock en Tecnópolis y mi viejo, el gran Roberto Elio, cumpliría 72 años y yo quiero hablarles de él.
El más notorio funcionario salteño procesado por el juez Gareca es el ex intendente de General Güemes, Rubén Alberto Cabana, detenido desde hace dos años y al que le negó tres veces la excarcelación. Las acusaciones en su contra se resumen en 184 cargos por fraude a la administración pública, falsedad ideológica, peculado, malversación de caudales públicos, libramiento de cheques sin fondos, usurpación de inmuebles, encubrimiento, demora injustificada de pago, desobediencia a una orden judicial y abuso de autoridad. Cabana no ha sido abandonado por sus amigos, y entre quienes lo visitan con frecuencia figura el vicegobernador Miguel Ángel Wayar, quien dentro de dos semanas asumirá en reemplazo del gobernador cuando Romero entre en campaña y que postulará para sucederlo en las próximas elecciones. El abogado defensor de Cabana es otro allegado a Romero, René Gómez, precisamente quien solicitó la destitución del juez Gareca, por supuesto retardo de justicia, violación de secretos sumariales y “desmedida exhibición mediática”. Puro realismo mágico, los cargos contra Cabana fueron presentados por quien hoy lo defiende, cuando era Procurador General de la Provincia.
Una de las mejores anécdotas que mis tías siempre cuentan de mi viejo tiene que ver con su adolescencia y es la mejor carta de presentación, lo pinta entero. Vivía en el barrio Don Bosco allá en Salta, en la casa de sus padres Roberto y Sofía, “la Chofi” (mi abuelo no se llamaba Roberto, pero todos le decían así; se llamaba Pedro Nolasco que, además es un gran nombre, pero alguna tía se encaprichó con Roberto y quedó. Tanto quedó, que mi abuela solía rechazar correspondencia diciendo que en esa casa no vivía ningún Pedro Nolasco). En fin, resulta que viviendo ahí un día pasó la perrera. Por si no saben, la perrera era un camión que levantaba perros vagabundos y si en unos días nadie lo reclamaba, los mataban. Al parecer, según recuerdan los testigos, la perrera había agarrado por error al perro de la vecina, pero se negaba a dejarlo ir. Sea como sea, había un tumulto con la perrera. Entonces mi viejo, que era un changuito de 12 o 13 años, saltó por la ventana, golpeó al empleado municipal en cuestión, abrió la puerta de la jaula y dejó salir a todos los perros mientras los niños gritaban y aplaudían mirando a los vagabundos correr en estampida, como correría hacia la libertad un condenado luego de recibir un indulto de último momento
Esa era mi viejo en gran medida, no se cuánto más hace falta decir. Un tipo que iba al frente por las causas justas. Un militante innato, un rebelde ante la autoridad, un amante de la libertad y de las causas perdidas. Un peronista. También fue un gran abogado –el mejor abogado litigante que conocí hasta ahora, una fiera-. Fue juez, amante apasionado, escritor, padre, etc. Pero antes que todo eso era peronista. Amaba disfrutar de los placeres de la vida, ejercía el derecho al goce que es primer derecho de todos (Pino querido, le rompiste el corazón a Elio cuando te juntaste con Carrió para enfrentar a Néstor, te equivocaste y pagaste y volviste con los compañeros justo antes del final, la redención que todos merecemos). Roberto Elio era un apasionado del derecho y la política, pero también del amor y del disfrute. Así vivió, así se murió
Gómez también fue jefe de Policía y ministro de Gobierno en la gestión del gobernador Roberto Romero (padre de Juan Carlos); es suegro del actual ministro de Economía y miembro del estudio jurídico que atiende todos los asuntos públicos y privados del gobernador. En un reportaje reciente se definió como “defensor de delincuentes, exclusivamente”, porque, ironiza, inocentes vienen a buscarlo uno por año. En Salta y con sus relaciones no le faltará trabajo. Sus recursos no se agotan en los tribunales. Ya ha solicitado la destitución de ocho jueces que fallaron en contra de sus clientes. Entre ellos están el juez Abel Fleming, presidente del Colegio de Magistrados, y los camaristas penales que condenaron por homicidio al empresario Pedro Marcilese, propietario de una empresa de transporte que realizó negocios con Papá Romero. En 1993, Marcilese se peleó con su abogado Miguel de Escalada. Para evitar que divulgara vaya a saberse qué tremendos secretos, contrató a un matrimonio para que se encargara de silenciarlo. Mónica Nucciarelli lo sedujo y Armando Ureña lo mató simulando un incidente pasional. Pero no era un episodio de la vida privada. La esposa de Marcilese fue durante años secretaria de los dos gobernadores Romero.
En los 70 mi viejo estudiaba en la Universidad Católica de Salta, donde me recibí yo también. Según el, eso lo salvó. Antes había estudiado Psicología durante varios años, con notas altas, pero abandonó cuando abrieron Derecho. Su militancia estaba muy limitada pero aun en ese contexto fundó el centro de estudiantes de la Facultad, organizó sentadas y hasta plantó un árbol en memoria de los fusilados de Trelew. Ese árbol está todavía allí, en el campus de la Católica. Es hermoso, tiene un tronco que parecen tres y la copa es alta y verde. Mientras estudiaba, trabajaba como periodista; en ese entonces uno de sus compañeros, el periodista Luciano Jaime, fue secuestrado y asesinado por el terrorismo de Estado mediante una bomba que lo descuartizó. Jaime había denunciado la desaparición de un sindicalista y no se lo perdonaron.
Durante la investigación pareció que Baby Romero había retirado su protección a Marcilese, a pesar de que Gómez lo defendiera. Pero esta actitud de prescindencia fue puesta en duda cuando el fiscal de la Cámara del Crimen, Ricardo Anuch, que había requerido la condena de Marcilese a reclusión perpetua, desistió en el juicio oral y en su alegato pidió que fuera absuelto. Pese a ello, los jueces de la Cámara del Crimen Jorge González Ferreira, Carlos Nieva y Héctor Alavila condenaron a Marcilese a prisión perpetua. Hace dos meses esa condena quedó firme, cuando la Corte Suprema de Justicia de la Nación revisó su jurisprudencia anterior, en el caso “Tarifeño”, y admitió la posibilidad de condenar aunque el fiscal no acusara. Desde la cárcel, Marcilese reclama que Gómez le devuelva cien mil dólares adelantados como honorarios, con la promesa de obtener su libertad. A raíz de su giro copernicano, Anuch fue destituido y de inmediato acomodado en el Consejo de la Magistratura de la Nación por la diputada nacional menemista Lelia Chaya. Gómez denunció a los camaristas y el jury los absolvió. Pero González Ferreira ya no era el que había sido. Se voló la cabeza durante el almuerzo del domingo en el comedor del Club 20 de Febrero, el equivalente salteño del Jockey Club, luego de entregarle al presidente del club una carta en defensa de su honor y con acusaciones a la Suprema Corte de Justicia de Salta, por dependiente del poder político romerista.
En los comienzos de la democracia, mi viejo se alineó con la Intransigencia Peronista y andaba metido entre Nilda Garré y Leónidas Saadi; de esa época son las dos pistolas que tenía siempre a mano en su estudio. Creo que nunca las usó ni sabía cómo usarlas, pero se sentía seguro teniéndolas ahí hasta que un día yo de chico las encontré –cuando no el ututo– y se guardaron hasta que fui lo suficientemente grande para tenerlas. Las armas fueron destruidas…o eso es lo que quiero que crean.
El titular del estudio donde trabaja Gómez, Alberto Raimundo Sosa, fue el abogado del ex Presidente de la Suprema Corte de Justicia de Salta y actual Fiscal de Estado, Rodolfo Urtubey, en la querella contra el periodista Mario Peña, quien había señalado sus ostensibles vínculos con Romero y su partido. Peña fue condenado a cuatro meses de prisión en suspenso por injurias y Sosa comparó el trabajo periodístico con el espionaje. Sosa es titular del legajo 92036 de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, en el capítulo de los civiles que intervinieron en las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la última dictadura militar, lista en la que también figura el ex secretario de seguridad provincial Sergio Nazario, quien fue asesor y responsable de la seguridad personal del gobernador hasta que el juez federal Claudio Bonadío ordenó su detención. Con el alias de Estévez, Nazario fue denunciado como torturador y violador en el campo clandestino de concentración El Olimpo. Según la prensa local, Nazario formaba parte de los equipos de seguridad del hombre de negocios dudosos Alfredo Yabrán, quien lo habría recomendado como jefe de seguridad del diario “El Tribuno”, propiedad de Romero, y luego como secretario de seguridad de su gobierno.
No hay crímenes perfectos, hay malas investigaciones. Ese era uno de los lemas preferidos de mi viejo cuando fue juez y lo llevó como estandarte de su despacho mientras duró en el cargo. Verlo investigar era realmente alucinante, como el Conde de Padura pero con la elegancia de un magistrado. La policía le tenía miedo y respeto, pero lo operaban y trataban de confrontar con él, pero no podían más que reconocer que tenía razón. Así fue que descubrió el crimen de los suizos en manos de un jardinero brasileño, caso que estaba utilizando para su novela inconclusa que pronto verá la luz, o no. Quién sabe. Así fue que incomodó al poder.
El apuro por destituir a Gareca se relaciona con el avance de la investigación que realiza sobre el ex superministro de Producción y Empleo, Gilberto Enrique Oviedo, y el ex Secretario de Obras Públicas, Luis Roberto Siegrist. En el expediente judicial por negociaciones incompatibles con la función pública e incumplimiento de sus deberes se investigan presuntas irregularidades en la contratación y ejecución de una docena y media de obras públicas, por valor de 40 millones de dólares. Ambos funcionarios contrataron con sus propias empresas, Dinarco S. A. y Conciel S. A, cuya titularidad habían delegado en familiares, la construcción de barrios, albergues estudiantiles, carreteras, obras de iluminación y una central eléctrica. Oviedo condujo las privatizaciones de la distribución del servicio eléctrico y los juegos de azar, en las que fue acusado de favorecer en forma indebida a los adjudicatarios. En la construcción del dique Itiyuro II se le imputó el pago de un sobreprecio de 16 millones de pesos.
En cuanto el juez Gareca anunció que antes de fin de este año se pronunciaría en la causa, se pusieron en marcha los mecanismos destinados a impedirlo, mediante su destitución. El 24 de setiembre era la fecha de la primera convocatoria al jury.
Tengo muchas cosas que agradecerle a mi padre, pero sobre todo tres: que me haya hecho peronista, de River y abogado. La verdad es que son tres cosas que me dieron más alegrías que tristezas, más amigos que enemigos, más buenos momentos que malos. Nunca te quedes sin una orga, me decía. Siempre, pase lo que pase, hay que apoyarse en los compañeros, nunca te quedes solo. Cuánta razón tenía el viejo, que de política sabía y mucho. Amaba a Néstor y a Cristina, pero sobre todo a La Cámpora. Me acuerdo la alegría que tenía cuando venía a Buenos Aires a verme y lo le presentaba a Paula, a Carlitos, a Rosa. Una vez fuimos al Tasso, estaba la madre de Cacho, el Kadri, que iba a ser homenajeada; sería el 2008 o 2009, no me acuerdo, pero había una cena, esas con menú fijo bien mersa peroncha que él amaba. Ahí lo conoció al Cuervo y no lo podía creer. Era como un niño conociendo a Messi. Ahí también entendí que nunca se deja de ser niño.
Pero una masiva movilización sobre los tribunales en respaldo del juez obligó a postergarlo. Los Colegios de Abogados y de Magistrados se pronunciaron en contra del jury y en favor de la independencia judicial. Hasta un grupo de 35 presos condenados por Gareca lo apoyaron, desde la cárcel, como un “juez dinámico” que agilizó sus causas y “regido siempre por principios éticos”. Una de las acusaciones se refiere a la “personalidad irresponsablemente mediática” del juez. Gareca aduce que por respeto a la libertad de prensa contesta consultas periodísticas en causas de “interés general y resonancia pública”, sin afectar el honor de los imputados.
Nunca se fue del barrio que lo vio nacer. 72 años en el mismo lugar. Apenas se mudó unas casas del hogar familiar. Mis tías Susana y Patricia tampoco se fueron lejos. Mi tío Sergio, su hermano querido que murió 12 años antes que él, tampoco. En los 80, mi viejo y su hermano viajaron al Vaticano a conocer al Papa Juan Pablo II; en el avión oficial se coló uno y nadie se dio cuenta. En Europa tuvo que pedir plata prestada y comprar ropa, un crack el colado. Mi viejo y su hermano se quedaron recorriendo Italia, pero no tenían mucha guita así que andaban en colectivo y tenían cagazo de los skinhead que andaban por todos lados en los transportes públicos. Hasta que, en uno de esos viajes, un punk se sienta cerca en el colectivo y mi tío, que había aprendido algo de italiano, los escucha decir “Cuidado con esos dos turcos de ahí atrás”. Desde ese día, no tuvieron más miedo.
Mañana, los romeristas intentarán concretar la apertura del juicio, que implicaría la automática suspensión de Gareca. Según medios afines al gobierno, su destitución “ya está firmada”. Se comprende: el jury es integrado por una cómoda mayoría de funcionarios judiciales y legisladores de obediencia romerista.
Mi vieja es de Colón, no del lindo en Entre Ríos sino del bizarro de Buenos Aires. Colón es tan bizarro que tiene un faro en medio de la pampa, un zoológico recientemente clausurado que en sus épocas tenía desde leones hasta gorilas gigantes. Una locura. Pero eso no es todo, dentro del zoológico está la cancha de Barracas, el club de fútbol más popular de la zona. Una cancha en un zoológico, sólo en Colón. Mi vieja entonces se fue de Colón y terminó en Salta donde debía cubrir en reemplazo de laburo por tres meses y volver a Buenos Aires. Ahí se conoció con Elio y nunca más se separaron. Un viaje que debía durar 3 meses duró 42 años. La rubia porteña, con familiares sojeros y militares, ultraconservadores y antiperonistas se fue a enamorar del negro y pelado salteño hijo de trabajadores y encima, peronista.
Gareca también ha cultivado otras plantas exóticas, como las garantías individuales, los derechos económicos, sociales y culturales y la libertad de expresión. La policía le quitó la custodia en su domicilio, en zona no residencial y alejada del centro de Salta en represalía por la detención de tres de sus hombres por apremios ilegales. Gareca también resolvió que las aducidas restricciones financieras no justificaban la suspensión de las prestaciones médicas a los afiliados al Instituto Provincial de Salud. En agosto, el corresponsal en Salta de América TV, Marcos Díaz Muñoz documentó la represión policial y de Gendarmería en los graves sucesos de General Mosconi en los que fue asesinado Aníbal Verón. A partir de allí, el trabajo del corresponsal en cualquier manifestación de protesta popular fue obstaculizado por la policía. Varias veces fue amenazado y golpeado y sus cámaras, micrófonos y automóvil destrozados. El juez Gareca intimó al Jefe de Policía que ordenara a sus tropas el respeto por la libertad de prensa y el derecho a trabajar del corresponsal. El jefe de policía, Pedro Alvarez, comunicó su acatamiento a la orden judicial, que comunicó a todos los efectivos. Esto disgustó a Romero, quien destituyó al jefe y a toda la plana mayor policial. Simultáneamente, ordenó al Fiscal de Estado, la apelación del fallo de Gareca ante la Suprema Corte de Salta.
Esta es parte de la historia de mi viejo, al menos la que me sale ahora, el gran Roberto Elio Gareca. Un personaje salteño y peronista, amante del vino y el asado. Le gustaba escuchar Virus y a Natalia Lafourcade. Me enseñó el amor a la política, a los libros y a las convicciones. Tenía mil defectos, vaya que sí, pero se equivocó y pagó y se fue sin dejar deudas pendientes. Se fue después de putear a Macri, mirar una película, hacer un chiste y quejarse de algo. Como vivió.