BRICS: ¿Una oportunidad para el desarrollo nacional?
Por Guillermo Caviasca
Quizás una noticia positiva en el plano de la gran política internacional se pueda llegar a materializar prontamente si este gobierno sabe jugar las fichas que les están poniendo delante de la nariz.
El ingreso a los BRICS otorga a Argentina una posible plataforma para desarrollar una política internacional del largo plazo independiente, o al menos para ir sustrayéndose a las presiones de las potencias occidentales. Claro, nada de eso redundará en beneficios inmediatos, ni menos tendrá un resultado claro sin políticas de largos plazos nacionales y de RRII propias pensadas como proyecto nacional. O sea, sin una "visión geopolítica propia".
Los BRICS proponen simplemente esto:
-Promueven una estricta observación del derecho internacional, rechazando las políticas que limiten la soberanía de los Estados.
-Buscan un sistema mundial más equilibrado y justo en las relaciones económicas mundiales y en una reforma del sistema financiero actual, porque consideran que sólo sirven para apuntalar el poder de los Estados Unidos y los países occidentales.
-En sus cumbres, piden un mayor peso en el Fondo Monetario Internacional y solicitan al Banco Mundial la promoción de relaciones de igualdad entre países.
Como vemos nada revolucionario, pero para las condiciones argentinas unos puntos básicos, y aliados de partida, para cualquier política de mínima que nos permita comenzar a salir para adelante.
Según se sabe es China una posible impulsora de la incorporación argentina. Con su gran política de proyección mundial, y sus cada vez mayores intereses en nuestro país, más la evidente disputa con Estados Unidos en la que estamos inmersos, los chinos demuestran una gran inteligencia. Las visitas de los enviados de Estados Unidos, desde que comenzó el gobierno de Alberto (y el de Biden), vienen con una agenda clara, de un solo punto. Alejar a China. Si económicamente es muy difícil (ya que las compras chinas de soja son fundamentales) apuntalan al aspecto extraeconómico. Esto incluye la atención sobre presencias chinas, en infraestructura, relaciones militares tecnologías etc. De hecho, es el único punto que Estados Unidos tiene como destacado sobre Argentina en su hoja de ruta sobre América latina.
No solo China, también Rusia (a la que damos la espalda reiteradamente en momentos tan especiales como los actuales); pero sobre todo Brasil, auspiciarían el ingreso argentino a los BRICS. Sí Brasil. El Brasil de Bolsonaro, y lo aclaro porque en el pasado fue el Brasil de Lula el que puso trabas a que argentina ingresara a los BRICS. Para que nuestros compañeros progresistas lo tomen en cuenta en sus análisis geopolíticos (si es que los hacen). De hecho fue Brasil de Lula, quien no impulso el necesario “Banco del Sur" propuesto por Chávez.
Los BRICS no solucionarán nada de nuestra situación actual, ya que esta solución solo puede ser integral y de una política de largo plazo, lo que se suele llamar un proyecto nacional. Con una planificación que tienda a recuperar la capacidad nacional de decisión y eso requiere política de confrontación con actores e intereses internos y externos.
Pero sin dudas los BRICS son una plataforma (una, no la única ni definitiva) para que un gobierno futuro pueda encarar con bases de apoyo o de respaldo un camino distinto a la sumisión lineal, que tenemos hoy.
Los BRICS son economías que representan más del 40% de la población mundial, más del 20% del PBI e inversión bruta y, de gran crecimiento, se perfilan para del 2050 como el bloque mayoritario en todos estos aspectos. Tiene además desarrollos autónomos y políticas propias. En su última reunión decidieron el impulso de un banco propio para financiar proyectos. Y recientemente Putin hablo de una especie de “desconexión” (siguiendo la tesis de Samir Amin), aunque la consideramos que es un poco avanzada la propuesta para los intereses del bloque, sin embargo la guerra puede dar resultados sorprendentes.
Que Argentina aproveche de todo esto, veremos. Ya que en nuestras clases dominantes y dirigentes parece haber calado muy profunda la idea de que solo se puede ser satélite de alguna potencia, o de múltiples potencias. O administradores de un suculento espacio de negocios. Quizás China y Rusia, conscientes del suculento bocado que es Argentina operen internacionalmente para sustraérselo a las potencias occidentales. Ya para ellos sería un gran éxito. Y esta potencialidad de nuestro país y su territorio en disputa (uno de los tres más ricos en potencia del mundo, si incluimos el mar argentino y la Antártida) explique esta posible invitación en medio de esta debacle política económica y moral que sufrimos. Es claro que China o Rusia solo podrían tener una puerta a la Antártida con Argentina, el resto de la Antártida es de Commonwealth, una porción de Noruega o Chile. Sumado a la enorme posible proyección oceánica y la riqueza continental más diversa. Argentina es un miembro interesante para quien piense en el largo plazo y con mentalidad geopolítica mundial.
Desde mi punto de vista la cuestión no es “cambiar de collar, sino dejar de ser perro” como señalaron los forjistas. Tampoco creo que China exprese la misma forma de relación con los países sobre los que se proyecta (mucho menos Rusia que sin dudas es más igualitaria para quienes estamos distantes) igual a España en su colonización, Inglaterra en su imperialismo comercial o clásico, ni a EEUU en su imperialismo y dominio indirecto que ejerce muchas veces. China es otra etapa de la historia mundial. Pero cada uno de los anteriores fue distinto entre sí. Veremos como es China, o como es el futuro mundo “multipolar” que hoy se define en los campos de batalla.
Sin embargo, estas épocas de cambio como las que vivimos, y que se aceleran con la decisión rusa de decir basta al avance occidental en Europa, abren grandes posibilidades para nuestros países: incertidumbres, desafíos y posibilidades. Una es la maduración de la posible incorporación a los BRICS. Esperemos que a este gobierno tan excesivamente genuflexo (para ser suaves y no centrarnos en sus integrantes mas proglobalizacion) no “se le escape la tortuga”, o que un mínima insinuación de algún grupo de poder lo haga desistir.