Defensa de la Contraofensiva montonera
Las reflexiones de Vaca Narvaja despertaron una sorprendente cataratas de críticas. Es notable, por la vigencia del tema y porque muy poca gente sabe lo que efectivamente fue(ron) la(s) Contraofensiva(s). Por supuesto, casi nadie vio la entrevista completa, que dura tres horas y media.
Entre los detractores se mezcla todo: gorilas, peronistas antikirchneristas, progresistas que se metieron debajo de la cama durante la dictadura y por supuesto la variopinta fauna de los “hablemos sin saber”. No tiene sentido discutir contra esta hojarasca: hoy critican a los Montoneros por izquierdistas, ayer a Perón por derechista. Sin embargo, existe un tipo de crítica hecha por militantes, bien fundada, que vale la pena leer y discutir. Según mi opinión, la mejor de ellas es la que escribió Aldo Duzdevich en esta misma AGENCIA PACO URONDO.
Duzdevich es un escritor que ha vivido y trabajado el tema. Además de haber sido montonero, estudió el tema a fondo en su libro "La Lealtad: los Montoneros que se quedaron con Perón". Sin embargo, tal como Duzdevich lo señala en la nota, él está atrapado en el debate de su generación. La entrevista de Rebord y el posterior análisis (crítico) de Duzdevich debe ser abordado en dos planos. Lo que efectivamente ocurrió y la forma en que los verdaderos dueños del poder muestran este acontecimiento.
Los hechos
Existe un creciente saber y debate sobre las Contraofensivas montoneras. Están apareciendo textos valiosos, algunos derivados de juicios contra los genocidas. El mismo Duzdevich reconoce que el término “contraofensiva” empieza a utilizarse tan tardíamente como 2003, a partir del libro de Cristina Zucker “El tren de la victoria”.
Hay consenso en definir a “La Contraofensiva” como dos acciones guerrilleras de Montoneros, entre 1979 y 1980, que tenían como objetivo debilitar a la dictadura. Se sumaban al inicio de las protestas que habían arrancado en esos años. El 27 de abril de 1979 se dio el primer paro nacional de la CGT. Las marchas de los organismos de Derechos Humanos comenzaron en diciembre de 1977. Sectores críticos de la Iglesia Católica y del evangelismo levantaban la voz y recibían a las víctimas. Ese mismo 1979, el PJ denunció a la Junta militar ante la Comisión Interamericana de DDHH.
La consigna de Montoneros era entrar al país y hacer propaganda (pintadas, alguna interrupción televisiva) y luego atentar contra personeros de la dictadura, tanto militares como empresarios. En relación a la envergadura de las operaciones, hay coincidencia que fueron muy inferiores a los operativos que la guerrilla supo desplegar hasta 1976. De la bibliografía que conozco, ninguna estimación supera los 400 militantes en total y de ellos, los asesinados o desaparecidos por la dictadura serían 80 integrantes.
La (dos)demonización
Montoneros y muchos de sus integrantes a modo personal, han asumido múltiples errores políticos. Puede verse desde la temprana crítica de Rodolfo Walsh antes de su desaparición hasta el pasado 7 de septiembre de 2022, en la carta “la responsabilidad es de todos”, emitida a 50 años del asesinato de Carlos Ramus y Fernando Abal Medina. Tampoco es un misterio la procedencia porteña y de clase media de muchos de sus integrantes, que transitaron el tradicional Colegio Nacional de Buenos Aires.
Ahora bien, hay que abordar con mucha rigurosidad los errores de Montoneros y sobre todo, los que no son de Montoneros. El primero, Montoneros fue la principal organización víctima de la maquinaria genocida. Por supuesto, como excusa para reconfigurar un modelo de país en que todos los argentinos y argentinas, incluso por nacer, somos las y los damnificados. Pero no hubo organización con la que la dictadura se haya ensañado tanto. Igualar sus errores con el accionar genocida es ser propagandista de la teoría de los Dos Demonios.
Segundo, los y las asesinadas y los y las supervivientes no fueron perejiles o transeúntes atacados al azar. Se trató de un conjunto de compañeros y compañeras que ofrendaron heroicamente su vida en pos de la construcción de un país mejor. Diez de los 13 integrantes de la conducción nacional fueron asesinados. El crítico que no releve este punto, debe ser evaluado también por su compromiso político.
Tercera objeción, muchos de sus integrantes eran de clase media. Cierto. Como la abrumadora mayoría de los dirigentes del peronismo. A modo de ejemplo: el éxodo jujeño no fue menos épico porque la comunidad de descendientes quechuas estaba siendo conducida por el patricio Manuel Belgrano. O la revolución cubana menos proletaria porque a su frente estaba el abogado hijo de terratenientes Fidel Castro.
Y pasando a la Contraofensiva, ni Montoneros ni nadie con honestidad intelectual puede afirmar que esta operación, que contó en total con 400 compañeros y compañeras, iba a derrocar a la dictadura. Se entendían como parte de un proceso de resistencia más trascendente. Como fue mencionado, la vanguardia de este proceso era el movimiento obrero, al igual que lo había sido durante la resistencia peronista de 1955-1973.
¿Peronismo ortodoxo vs peronismo revolucionario en 2022?
La división del peronismo fue funcional a los promotores de la patria neoliberal. El año que viene se cumplirá medio siglo de la asunción de Cámpora, en un país en el que la edad promedio es 32 años. No debemos heredar las peleas de nuestros mayores, sino sus méritos y trabajar en una síntesis superadora.
El movimiento obrero ha cometido errores de dimensión histórica, como aquella famosa movilización que lanzó el 18 de octubre de 1945 y fue desbordado por las bases el día anterior. Algunos de sus dirigentes han tenido posiciones erráticas y hasta cómplices durante el menemismo o el macrismo, de hecho, uno fue ministro de Trabajo. Esto no invalida la enorme lucha que viene dando la clase trabajadora argentina, organizada en sus sindicatos. Por eso es la columna vertebral del peronismo. Y si todavía Argentina sigue manteniendo conquistas que son admiradas por los países vecinos, se las debe a la lucha de sus gremios. Tal como nos la recuerda permanentemente José Espert o Javier Milei.
A su escala correspondiente, la lucha de los jóvenes setentistas también debe ser reivindicada. Los sindicatos pelearon 18 años para que regrese Perón, pero solo cuando la ofensiva adquirió sus aristas revolucionarias, el establishment de la época se vio obligado a negociar. Resistieron también contra la dictadura de 1976 dando la vida en múltiples ocasiones, entre ellas la Contraofensiva. Se sumaron a las huestes de Saúl Ubaldini en los 80s, historia que aún no ha sido contada. Integraron los primeros movimientos de desocupados en los 90s y aún hoy, muchos ya veteranos, son activos dirigentes de organizaciones sociales y políticas, formaron a dirigentes de otras tantas e incluso denuncian la apropiación del Lago Escondido por parte del empresario estadounidense Joe Lewis.
La marcha peronista, un enorme manifiesto de la clase obrera argentina, señala desde su inicio “todos unidos triunfaremos”. Y sin decirlo, también está advirtiendo: todos separados perderemos. No caigamos en la trampa de la división.
(*) Director Agencia Paco Urondo. Docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP.