Hernán Confino: “La Contraofensiva terminó ahogada entre el rechazo social, la censura de prensa y la represión estatal”

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Hernán Confino: “La Contraofensiva terminó ahogada entre el rechazo social, la censura de prensa y la represión estatal”

31 Agosto 2022

En el marco del resurgimiento del debate sobre la Contraofensiva montonera, propiciado por Fernando Vaca Narvaja, uno de los miembros de la Conducción Nacional de la organización, AGENCIA PACO URONDO dialogó con Hernán Confino, historiador, que realizó su tesis de doctorado en historia investigando la última operación militar de la organización.

Esa investigación ganó Mención Especial en el concurso “Mejor tesis doctoral de la Universidad General de San Martín 2018-2019” y una mención especial de la Asociación Argentina de Investigadores en Historia. Para el libro, Confino entrevistó militantes que participaron de la Contraofensiva, tuvo acceso a documentos internos de la organización y a documentos de inteligencia y analiza ¿La Contraofensiva redujo el tiempo de duración de la dictadura comparado con los países de la región? ¿La organización se dividió por la operación? ¿Cómo fue recibida la propuesta de volver al país por la militancia en el exilio?

La Contraofensiva: el final de Montoneros

AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué fue la Contraofensiva?

Fue una estrategia político-militar y propagandística, que decidió la Conducción de Montoneros en los últimos meses de 1978, luego del Mundial, y que se basó en dos oleadas de ingresos de militantes durante 1979 y 1980, para hacer un accionar propagandístico, que tenía que ver con una interferencia de canales de televisión, con un aparato de fabricación montonera, que reproducía después de la Marcha peronistas comunicados de Mario Firmenich y otros dirigentes, y por otro lado contemplaba atentados militares contra el gabinete económico de la dictadura, que era sindicado por Montoneros como el mayor responsable por la impopularidad social que sufría el régimen militar.

Hernán Confino: La complejidad de la Contraofensiva tiene que ver con que fue la última estrategia de Montoneros, lo que no se sabía antes, y durante su transcurso de produjeron las últimas dos divisiones internas de la organización, además de que entre un 40% y 50% de los participantes fueron asesinados y desaparecidos. No hay cifras exactas porque fue un proceso desarrollado en clandestinidad pero hubo entre 85 y 90 víctimas fatales y se estima que entraron al país más de 200 militantes, sumados a los que estaban en Argentina.

APU: En tu tesis citás un documento publicado en Evita Montonera el 24/07/1976 donde se anunció que estaban dadas las condiciones para la contraofensiva y se habló de Guerra Revolucionaria. ¿Por qué crees que se dejó de hablar de guerra y se pasó a hablar de decisiones políticas y no de decisiones militares?

HC: Desde 1976 Montoneros esperaba una contraofensiva, cuando estuvieran dadas las condiciones. La contraofensiva fue una estrategia que tomaron de los textos de Mao Tsé-Tung, sobre las vicisitudes de la guerra revolucionaria china. Pensemos que desde mediados de 1975 Montoneros se conformó en un partido leninista de cuadros, el llamado Partido Montonero, sumado al Movimiento Peronista Montonero, que era como la estructura política. Toda la política de la organización está atravesada por horizontes bélicos. Si leemos sus documentos vemos que los análisis son clausewitzianos, de tiempo, espacio, recursos, en términos de enemigo.

Lejos de ser una particularidad de Montoneros, tiene que ver con una matriz política de distintas organizaciones armadas que se construyeron detrás de la estela de la Revolución cubana y concebían a la revolución como una guerra revolucionaria. No todas las revoluciones del mundo se pensaron como guerras triunfantes, si fue el caso de las organizaciones insurgentes de la llamada larga década de los sesenta.

Que siguieran los designios de la guerra revolucionaria no les resta politicidad a la estrategia. En el libro planteo que hay que datar algunos discursos que aún hoy pugnan en el espacio público, por dotar de sentido a los hechos de la Contraofensiva, y que particularmente aquellos que nacieron con el regreso de la democracia opusieron a la política con la violencia. Muy a tono de la época, basaban la promesa de la construcción del orden democrático en la diferencia ante cualquier tipo de violencia.

Quedó una mirada sobre esas organizaciones, no sólo Montoneros, ni que hablar de la Contraofensiva, en la que supuestamente la trayectoria de las organizaciones iba de una dinámica más política hacia una lógica militar, guerrera, que por eso quitaba cualquier esencia de la política. Creo que esa es una mirada más normativa que histórica. Cualquier mirada que haga hincapié en el proceso histórico nos permite concluir que había en esa violencia marcas políticas y como en cualquier política hay marcas violentas. ¿Había un imaginario guerrero? Sí, sobretodo en la conducción  nacional y los militantes más encuadrados. Ahora, pensar el proceso político en términos de una guerra revolucionaria no implica el vaciamiento de lo político.

APU: Vaca Narvaja, para considerar que la Contraofensiva fue un éxito, hizo la comparación sobre el tiempo que duró nuestra última dictadura militar en comparación con las dictaduras de América Latina ¿Qué piensa al respecto?

HC: Ahí hay una pequeña trampa. Las Doctrinas de Seguridad Nacional, que son las que se comparan con otros países de América Latina, sobretodo las dictaduras chilena, uruguaya, brasilera, duraron más que la última dictadura argentina, pero las dictaduras de la Doctrina de Seguridad Nacional en Argentina fueron dos: una que fue de 1966 a 1973 y otra de 1976 a 1983. Si sumamos las dos dictaduras, y pensamos que la brasilera comenzó en 1964, ya la diferencia entre los años de dictadura en cada país no es tan grande. Creo que lo que planteas tiene que ver con la construcción de una memoria de la resistencia armada, de los propios protagonistas, en una forma de legitimar su actuación pretérita, en donde dicen: no fue por el desenlace de Malvinas, sino porque volvimos al país a combatir a la dictadura dentro de los lineamientos de la contraofensiva.

Lo que vi a partir de entrevista, el estudio de cables de inteligencia, de la prensa del período o de otros actores políticos, es que la Contraofensiva terminó ahogada entre el rechazo social, la censura de prensa y la represión estatal. No creo que haya tenido en ese momento muchos efectos sobre la deslegitimación del régimen.

Me gustaría que pensemos cuál era la legitimidad de origen de la última dictadura militar. Claramente era la idea de aniquilar a la “subversión”. La pregunta sería para 1979 qué sucedía con ese principio de legitimidad de origen. De hecho, si vemos que en la década del `80 se conforma la Multipartidaria, donde distintos partidos políticos le demandan a la dictadura que fije un cronograma electoral, los partidos no hacen ningún tipo de llamado por las consecuencias de la represión, por “la lucha contra la subversión”, como se decía en la época. Hay que tener mucho cuidado de pensar que la historia es lo mismo que las memorias que se construyen sobre esa historia.

Estudio la Contraofensiva en el marco de su contexto, por lo que creo que la mirada que quiere situar a la Contraofensiva como una operación opositora con éxito, es una mirada desde este presente. Los documentos de época dicen cosas muy distintas. En esta idea que hubo de pensar a Montoneros como parte de un frente opositor más amplio, en la que también se habría incluido la organización de sindicalistas, si vamos a ver cuáles eran los comunicados del sindicalismo después de cada atentado de Montoneros vemos que había todo menos una voluntad de articulación. Los llamaban “agentes del caos”, “provocadores que restringían el espacio legal” que estas organizaciones estaban logrando. La idea de pensarlo como fuentes de una oposición mancomunada al régimen tiene más que ver con los intereses presentes que con la lógica propia del pasado.

APU: Por tu investigación ¿Cómo fue recibida la propuesta de la Contraofensiva entre la militancia que estaba en el extranjero? ¿Hubo resistencias, críticas?

HC: Montoneros llamó a todo el exilio, independientemente de si habían formado parte o no de la organización, por lo que podemos pensar que la recepción del anuncio fue polémica. Muchos y muchas militantes cuando llegaron al extranjero soltaron la militancia previa. Otros siguieron en Montoneros pero no quisieron volver al país. Si pensamos que de la amplia convocatoria, volvieron aproximadamente 200 militantes, de los cuales una gran parte eran orgánicos, vemos que no hubo una incorporación masiva del exilio.

Después está la cuestión de que la militancia se haya sumado a la Contraofensiva ¿Implica que todos habían leído los documentos montoneros y estaban de acuerdo con la caracterización de la etapa de la que hablaba la conducción? Lo que vi en mi investigación es que no fue así. Hubo militantes que se sumaron convencidos, sin leer los documentos, y otros que querían volver a la Argentina más allá de la Contraofensiva. Quizá la Contraofensiva era el modo de poder volver, de poder contar con documentación, con logística, para volver al país en la dictadura.

Los motivos de quienes dijeron que sí fueron muy amplios. Algunos afincaban en análisis explícitamente políticos, que hacían hincapié en si se podía o no seguir militando fuera del país, cuáles eran los logros que esa militancia podía lograr. La realidad es que también hubo otros militantes que directamente justificaron su participación en cuestiones de índole emotiva, la incomodidad con el exilio o la culpa que sentían de la sobrevivencia en un contexto en el que armaron su trayectoria militante con un montón de compañeros, parejas, que fueron secuestrados y desaparecidos por el régimen militar. Muchas veces tenemos una mirada muy cartesiana sobre los procesos del pasado y ni hablar cuando hablamos de una organización política, pero si pensamos en nuestra vida cotidiana nos damos cuenta que las decisiones que tomamos en el día a día no son decisiones sólo racionales, sino que hay una amalgama de razones y motivos, entre los cuales los que son de índole privado son importantes para pensar la participación de los militantes en la Contraofensiva.

APU: ¿Cuál fue la caracterización de los que entraron al país en 1979 y salieron? ¿Dijeron que había condiciones para la Contraofensiva?

HC: Montoneros sufrió dos divisiones durante la Contraofensiva, uno en febrero de 1979, llevada adelante por Rodolfo Galimberti y Juan Gelman, y otra que emerge en diciembre de 1979 y termina de conformarse como disidencia en marzo de 1980, entorno de lo que se llamó Montoneros 17 de octubre, que tenía entre sus participantes a Miguel Bonasso, Jaime Dri, Olímpia Díaz, Eduardo Astiz, entre otras personas. A partir de septiembre, octubre de 1979, una vez que fue desarrollada la primera fase de la Contraofensiva se produjo un debate partidario muy amplio en Montoneros, sobretodo porque durante el 79 secuestraron, asesinaron y desaparecieron muchos dirigentes muy importantes de la organización.

Algo que se piensa hoy es que los dirigentes permanecieron en el extranjero y los que entraron fueron militantes que no tenían poder interno. Eso parte más de las necesidades presentes de discutir políticas que algo que tenga que ver con el proceso histórico. En la Contraofensiva del `79 hubo participación a todos los niveles. Podemos pensar en el asesinato de Hernán Mendizabal o Horacio Campiglia, que eran ambos miembros de la Conducción Nacional, pero también fueron asesinados Armando Croatto, Adriana Lesgart, y otros dirigentes de rama del Consejo Superior del Movimiento Peronista Montonero.

La existencia de ese debate me muestra que en la organización no estaban nada convencidos con que lo que sucedió en el `79 era digno de destacar como sí hizo la Conducción de Montoneros. Y las preguntas sobre la persistencia de la Contraofensiva, es decir, por qué después de la del `79 se ordena una del `80, creo que no tiene que ver con cuestiones de caracterización política del contexto argentino, sino sobretodo un contexto de una organización en que sus dirigentes están siendo fuertemente cuestionados, su representatividad sobre el conjunto está cuestionada y creo que seguir en la lógica ideológica que entronizaba el persistir hasta las últimas consecuencias es lo que le permitió a los dirigentes montoneros mantener esa preeminencia sobre el resto de la organización. Pero pensemos que desde 1974 se demandaba un Congreso partidario que reafirmara o generara una transformación en parte de las estructuras directivas de la organización. Hay que entender la Contraofensiva dentro de estas disputas.

Eduardo Astiz escribió un libro en el que dijo yo vuelvo convencido porque levanto la mano y digo sí, acá tengo que venir y actuar, y cuando él sale se plegó al Manifiesto de Montoneros 17 de octubre porque se da cuenta que las caracterizaciones que planteaba la dirigencia de Montoneros a fines del `79 eran absolutamente desacertadas.

Lo que me interesa discutir son las tres imágenes que cristalizaron sobre los militantes de Montoneros sobre la Contraofensiva. La idea de jóvenes ingenuos manipulados, la idea de héroes que se jugaron la vida entonces no hay nada más que consultarles, y en tercer lugar gente que lo que quería era la pulsión de guerra. Ninguna de esas tres imágenes va en consonancia con el proceso histórico.

APU: Y en base a esa cristalización, Bonadío proceso y detuvo a la conducción que estaba viva de Montoneros. ¿Cuál es tu lectura al respecto?

HC: La idea de que en la Contraofensiva los dirigentes mandaron al muere a los militantes, es una idea que está dando vueltas en el debate con Galimberti, donde se cruzan acusaciones de quiénes iban al frente y quiénes no. El galimbertismo decía: mandan a los críticos al frente, para que si la represión cumple mate a los críticos. Esta mirada es muy conspirativa, que existe para todos los procesos históricos, y que no está basada en ninguna fuente. Nadie encontró una fuente que pueda plantear algún tipo de complicidad entre la conducción de Montoneros y los militares.

Lo que sucede, al estar los documentos de inteligencia que muestran que Montoneros estaba infiltrado, es que hay militantes a los que les resulta más sencillo atribuir la derrota a un infiltrado que a la improcedencia de un repertorio político que ya había entrado en crisis para la Argentina. Me guio por pensar de un modo no conspirativo. Este es un proceso que fue muy preinterpretado por sus propios participantes. Tenemos múltiples capas memoriales de militantes que se interesan más por hacer un balance político que por la reconstrucción histórica. Y en ese balance político atribuyen responsabilidades: a sus dirigentes, a algunas creencias que tenían con el proceso político que no se cumplieron y siempre es más “sencillo” pensar en términos de error o equivocación política.

Lo que trato de hacer  es lo opuesto, la Contraofensiva pensada como un error para los militantes, que hacen un balance política, en verdad es una estrategia guerrillera que es coherente con la historia previa de Montoneros. No es que Montoneros tomó las armas en el `78. Para el momento de la Contraofensiva se venían valiendo de los métodos armados durante casi una década. Es importante ver cuándo surgen algunos discursos, cuándo se fortalecen y qué intenciones tienen.

Lo que sucede con la mirada conspirativa es que en el 2003 se potencia a partir de la causa sobre los 14 militantes que fueron secuestrado entre febrero y marzo de 1980, que iban a ser parte de la sección de infantería, y lo que hizo Bonadío fue considerar a los dirigentes de Montoneros como partícipes necesarios de la muerte de estos militantes. Finalmente Bonadío fue recusado, la causa pasó al juez Ariel Lijo que tuvo condena en 2012.

Creo que en la mirada conspirativa confluyen la idea de algunos militantes que quieren explicar la derrota de su proyecto político, porque pensar que el proyecto político fue derrotado porque alguien entregó información es lo mismo que pensar que si no hubieran entregado información el proyecto político hubiera triunfado; y por el otro lado la idea de desacreditar el repertorio de la lucha de Montoneros y la honestidad de la organización, diciendo que arreglaron con la junta militar.

APU: Por las entrevistas que realizaste y las declaraciones públicas de los dirigentes. ¿Encontrás diferencias entre Perdía, Vaca Narvaja y Firmenich, en la caracterización que realizan de la Contraofensiva?

HC: Si hay diferencias son pequeñas y vuelvo a la importancia de pensar en los diferentes regímenes memoriales que alientan nuestra mirada de la dictadura. El pasado de la dictadura o el pasado insurgente de las organizaciones armadas no se recuperó del mismo modo en los ochenta, en los noventa, que ahora. Si Perdía en su autobiografía de 1997 decía que la Contraofensiva se basó en un diagnóstico correcto, es decir, problemas al interior de la dictadura, pero Montoneros no tenía ninguna posibilidad de incidir en esos resultados, hoy en día, cuarenta años después Vaca Narvaja puede decir que fue un éxito.

Creo que eso tiene que ver más con una transformación de los contextos de producción de esas memorias, que con un cambio del pasado. La historia se reescribe porque lo que cambia es el presente no el pasado. Estudiar un fenómeno como Montoneros, que al día de hoy produce tanta mirada presentista, a veces dificulta la idea de acercarse al pasado como es país extraño que pensaban algunos historiadores, y tratar de pensar las lógicas del pasado. Todo el tiempo se establecen conexiones directas y anacrónicas con el presente. Lo que puedo decir es que los tres dirigentes de Montoneros conforman una memoria que podemos pensar como una memoria épica de la Contraofensiva. Una memoria que surge a fines de los noventa y que hace hincapié en la condición de luchadores de quienes se opusieron a la dictadura y en la improcedencia de cualquier crítica. Pero en verdad, lo que muestran es cuáles eran las lógicas políticas de los setenta, que hoy ya no existen.

La idea de mostrar que el sacrificio de Montoneros, de los militantes que dejaron la vida, iba a alentar un reconocimiento de la organización es parte de cómo se pensaba la política en los setenta y es un error de cálculo de Montoneros. Cuando Montoneros pidió integrarse a la multipartidaria y dice che, nosotros venimos oponiéndonos a la dictadura desde que empezó, pero la realidad es que esos `80s de rechazar cualquier tipo de violencia dejaba afuera a Montoneros. No veo grandes diferencias entre los tres dirigentes que sobrevivieron.

APU: Llonto señaló que puede haber llegado el tiempo de un verdadero balance de la Contraofensiva. Usted que la investigó ¿Qué aspectos le parece que aún no han sido observados, escuchados o que piden ser oídos?

HC: Lo primero es considerar quiénes están en condiciones de realizar un balance, porque un balance no es una investigación histórica, es un balance político. Por lo que le compete a la generación de militantes que participaron de ese proyecto político o a generaciones actuales de militantes que quieran pensar ese pasado político. La idea de pensar un balance me excede, justamente trato de trabajar cómo se expresan esos balances en la actualidad y esos registros memoriales obedecen a un balance. A un balance de la Contraofensiva, a un balance de la propia lucha de Montoneros, de la lucha de otras organizaciones, y que generalmente suele ser patrocinado por exparticipantes de las organizaciones en cuestión.

Si me preguntás qué veo que nos obstaculiza la comprensión histórica de la Contraofensiva, me parece que es una lógica de pensar al pasado como un apéndice del presente. Eso genera un problema, porque se dan dos actitudes que están reñidas con el oficio del historiador. Una tiene que ver con una condena moral, decir que utilizaban la violencia para fines políticos. Hoy en día como sociedad conceptos como democracia tienen otro valor, la vida individual tiene otro valor, el consenso tiene otro valor, pero esa generación no se formó en esas convicciones, tenía otras. Lo que hay que pensar es el imaginario político de los setentas no como una extensión del presente, sino como un pensamiento político que se dio en un determinado momento y el cual es totalmente lícito estudiarlo, no necesariamente como un balance.

APU: Imagino que por tu edad ya habías escuchado de la Contraofensiva antes de realizar tu doctorado en historia sobre el tema. ¿Qué fue lo que más te sorprendió durante el proceso de investigación?

HC: Empecé a estudiar la Contraofensiva en el 2013 y me costó mucho dar con testimonios, porque todavía en el 2013 le mandabas un mail a alguien para que hable de la Contraofensiva y había un estigma muy grande. Un poco porque se conocía poco y otro poco porque fue la última estrategia de la derrota final de la organización. Ese precepto de derrota hacía que muchos no quisieran compartir sus experiencias de antaño. Con lo cual una de las grandes transformaciones que vi tiene que ver con cómo hoy en día se pueden evocar los sucesos de la Contraofensiva desde un lugar completamente distinto que hace nueve años. En eso influye cómo todos los días se siguen estudiando los `70, se van corriendo los límites de lo que se puede pensar y decir sobre esos `70, e incluso los propios participantes, sobretodo a partir del juicio, empezaron a relacionarse de otro modo con su propia militancia pasada. Quizá algunos militantes que no encontraban lugar alguno para decir que habían participado o que estaba de acuerdo con esa participación, hoy en día sí lo encuentran.

Para mí la gran transformación es la Contraofensiva en las memorias. El presente cambió mucho y hoy se puede pensar la Contraofensiva por fuera de los tres marcos de los héroes, los ingenuos manipulados y los militaristas, que dificultaban algún tipo interrogación más sistemática y profunda sobre el tema.